El plan global es evidente. Mas bien asombra que no haya sido denunciado como tal por ninguno de los gobiernos involucrados. Por lo menos hasta ahora en ese aspecto hay un mutis.
Un primer ensayo ha sido organizado en los dos años anteriores con una “marcha a Estados Unidos desde Centro América” y la muy alevosa variante de involucrar a niños separados de sus padres, lo que obviamente puso en acción a las denuncias por parte de organismos de diversas defensas de derechos humanos y de la infancia. De pronto, todo eso se diluyó en la nada. Es que apareció un plan “revisado y mejorado” a medida que se acercan las elecciones norteamericanas en Estados Unidos y simultáneamente, cuando los gobiernos de América Latina dieron un paso a la derecha y entonces se alarmaron los activistas de la extrema izquierda quienes se creían dueños del patio.
No me cabe duda, que las súbitamente sincronizadas violentas manifestaciones en casi toda América Latina y en Estados Unidos (justo antes de las elecciones presidenciales donde el presidente Trump es el hombre a abatir) son parte de un plan de subversión generalizada. Es tan evidente la planificación continental con múltiples manifestaciones violentas, que incluso apareció un coletazo – también sincronizado – hasta en Francia.
Lo absurdo de las manifestaciones con actos de vandalismo, da la medida de una enorme ignorancia, y por cierto deja muy mal parado el sistema educativo en los países involucrados. En Estados Unidos, los manifestantes destruyeron sin ton ni son, hasta las estatuas de sus propios héroes. Pero la palma de esas destrucciones se la llevó Francia (¿ qué tenían que hacer los franceses en este berenjenal?), al tumbar la estatua de una mujer creole, como lo fue la esposa de Napoleón, Josefina de Beauharnais. Su único mérito para tener una estatua fue el haber enamorado perdidamente al futuro emperador. El caso de esa absurda destrucción de una estatua que no tenía nada que ver con nada, mereció la indignación en Francia del director de estudios en la Escuela de Altos Estudios de Ciencias Sociales, Patrice Gueniffey, quien declaró que “las imágenes son repulsivas. Esas destrucciones son tanto más odiosas, en cuanto que ellas primero que todo son testimonio de la crasa ignorancia de los rabiosos que militan en esos grupúsculos”.
Efectivamente, a mí tampoco nadie me va a convencer que los sangrientos eventos en América Latina y los de Estados Unidos no estén concatenados y dirigidos. Que ninguno de los gobiernos afectados denuncie el desarrollo de un plan global, sólo indica la enorme dificultad que hay para articular una defensa multinacional, frente a un ataque que sí lo es, pero se manifiesta a través de una miríada de agravios aislados, justificados o inventados, siempre diseminados, porque todavía no hay suficiente fuerza para unirlos en una sola revolución continental. Sin embargo, les sirve de muestra la supuestamente “exitosa” revolución chavista en Venezuela, que es donde se reunieron para coordinar las acciones, bajo el paraguas de una convención de miembros internacionales del Foro de Sao Paulo. Venezuela es entonces ahora el ejemplo a seguir. ¿Ejemplo a seguir?
Espero equivocarme, pero cada vez más me doy cuenta que esas revueltas ya no son de corte puntual como lo quieren aparentar sus organizadores, y ni siquiera responden a algún interés nacional. Es como si la meta no fuera denunciar tal o cual agravio. La meta ni siquiera es desestabilizar a un gobierno, sino que apuntan a desestabilizar al continente. Los disturbios se extienden como si fueran proyectados por regiones y afectan principalmente en conjunto a gobiernos que recién se desligaron de la tutela del Foro de Sao Paulo, lo que revela un proyecto continental rojo rojito, que se iba a pico y que sus actuales promotores están decididos a no dejar perecer.
Observo también que ese Foro de Sao Paulo, de corte multinacional latinoamericano, inicialmente fundado por Lula da Silva con el ahora ya fallecido Fidel Castro y posteriormente reforzado por el aporte que le dio Hugo Chávez, tuvo un momento de desconcierto cuando la mayoría de los gobiernos de América se desligaron de la extrema izquierda. El más reciente en hacerlo ha sido Bolivia, con la caída de Evo Morales. Es cuando poco después el Foro celebró un cónclave en Caracas y parece haber recibido un plan de acción. Está actualmente en plena ofensiva. Entre el plan de Donald Trump de dar prioridad a la fórmula de América para los americanos, y el proyecto ideado por Fidel Castro de Venezuela para los cubanos, extendida ahora a “para los chinos, rusos e iraníes”, es que se aprecia en qué, para qué, y dónde se está apuntando.
Además del Foro al que noto cada vez más activo, un papel muy destacado están jugando en este momento las redes sociales cada vez más sofisticadas en la producción de noticias impactantes y convincentes, falsas o tergiversadas. Las campañas electorales a través de twitter, Facebook etc., son particularmente útiles para sembrar la noticia falsa y su veneno es tanto más activo, en cuanto que mayor haya sido el número de incautos que las retwitean. Por más que sus administradores prometan eliminar cuentas fantasmas que continuamente se disfrazan y aparecen en la red, el efecto multiplicador de las “fake news” es imparable.
También una reciente víctima afectada por la deriva de los medios de información ha sido la prensa norteamericana en sus más prestigiosos diarios. Comparativamente, veo a los medios europeos más éticos al transmitir la noticia.
Con la TV norteamericana, la deriva es reciente y muy marcada, llega un momento en que un noticiero parece una cadena de panfletos. A veces me pregunto cómo hace el público para no sentirse desinformado.
Creo que esa falta de información veraz es particularmente grave en la actual época de una pandemia que impide las aglomeraciones humanas y el natural intercambio de opiniones, dejando al público a la merced de lo que le dice un locutor de un medio de comunicación, sin la contrapartida del intercambio verbal dentro de los círculos sociales de cada quien. La cancelación de las convenciones de los dos grandes partidos de USA no presagia nada de bueno en materia de coordinación partidista. Temo que después de esta campaña electoral norteamericana , algunos medios, o quizás todos en el norte, deberán rezar su mea culpa.
Lo que más me sorprende es esa aparición de un mundo asombrosamente desfasado por lo primitivo de las reacciones humanas y por su ignorancia de los hechos en una época que creíamos de gran progreso. No es sólo la pandemia del corona virus. Lo que se está revelando es mucho más que eso – lo cual no es poco decir.
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