Formato del Futuro…
A todos los voceros del régimen que les permiten declarar en Venezuela, se les ha escuchado justificar hasta el cansancio su visión de la escasez, como de la ausencia en el mercado de todo tipo de insumos, materias primas o equipos para la producción de alimentos, medicamentos o de otros productos necesarios para el sostenimiento del sistema de vida. Según ellos, todo se debe al “criminal bloqueo impuesto por los Estados Unidos”.
Es decir, de acuerdo a dicha información gubernamental, el hambre, la ineficiencia asfixiante de todos los servicios públicos, incluyendo la escasez de gasolina, no existían antes de que se les impusieran sanciones al gobierno, como a funcionarios públicos, a un importante número de funcionarios de primera línea al servicio del régimen, comenzando por el Presidente de la República, y varios de sus Ministros, entre otros. Es decir, fue después cuando surgieron dichas acciones que Venezuela dejó de ser lo que era: un paraíso, y sus habitantes los residentes de un modelo de país, imposible de superar en América Latina y cuidado sino también en el resto del mundo.
En relación al tema, voceros del Gobierno de los Estados Unidos también han declarado. Y citando con claridad a qué se debe lo que ha sucedido, de lo primero que se han ocupado es de decir que, por parte de ellos, nunca ha habido un bloqueo en contra de Venezuela.
Al respecto, por ejemplo, el Sr. James Estory, Encargado de Negocios de USA para Venezuela, declaró el 7 de abril del año en curso que sí han impuesto sanciones, no un bloqueo, especialmente por causas financieras, o de funcionarios y/o empresas del Estado, o de incautaciones monetarias, como inmobiliarias a empresas y personas particulares por negociaciones de dudosa transparencia; inclusive, de funcionarios que, a su vez, han sido llamados a procedimientos legales pendientes, o que están en curso de investigación.
En cuanto al mundo empresarial como tal, admiten haber decretado sanciones en contra de todas aquellas empresas transportistas o comercializadoras que negocien con Venezuela. Y lo han hecho imponiéndoles dicha medida a quienes desarrollen dichas actividades en territorio norteamericano.
Obviamente, esto sí representa una gran limitación para las relaciones comerciales internacionales, dada la enorme importancia que implica no poder tener acceso al mercado comercial y financiero más grande del mundo. Pero, repetimos, no es un bloqueo. Sin embargo, es un hecho que implica procedimiento administrativo muy significativo, como también el que todas estas sanciones exceptúan a todo lo relativo a importaciones de: medicamentos, alimentos y todo tipo de bienes calificados de bienes humanitarios.
El 16 de abril del año en curso el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, reveló, por intermedio de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC), que permiten el comercio, la actividad o asistencia humanitaria a países sancionados, incluyendo la garantía del flujo de bienes y servicios de carácter humanitario correspondiente a los venezolanos.
Ahora bien, son varios países los incluidos en la lista de sancionados por Estados Unidos. Y si existen las excepciones citadas, ¿cuál es la verdadera razón por la que sea Venezuela el único país que sigue padeciendo la enorme hambruna e inmovilización de bienes que son referidos en sus declaraciones por los voceros autorizados para hacerlo en nombre del régimen, a sabiendas de que sus argumentos carecen de sustentación?
Salvo una mejor explicación o información, la hambruna y el desabastecimiento venezolano de bienes, causantes de la diáspora de más de 5 millones de ciudadanos, no comenzó a partir de las sanciones norteamericanas, sino desde el momento cuando el Gobierno encabezado por el hoy fallecido Hugo Chávez provoca el desmantelamiento del equipo humano de nuestra empresa bandera y única proveedora de dinero para el país (PDVSA); la destrucción de la que antes fue catalogada la segunda empresa petrolera más importante y eficiente del mundo, productora de 3 millones y medio de barriles diarios de petróleo.
Quienes hoy están al frente del Estado venezolano, legítima o ilegítimamente, para aquel momento, no fueron factores administrativos ajenos a aquella decisión, como tampoco de todas las que se produjeron para que la misma PDVSA de la actualidad, sea hoy catalogada de empresa chatarra, arruinada, impedida de producir y de vender el crudo que se requiere parar generar los recursos que necesita el país para atender el cumplimiento de deudas petroleras, como de recursos para satisfacer su desorden fiscal, dado el peculiar modelo económico que le sirve de soporte a la Nación venezolana.
Hay quienes consideran que aun siendo Venezuela el país que aún puede seguir presumiendo de ser el propietario del mayor volumen de la reserva petrolera del mundo, lo que no puede hacer, sin embargo, es producir la gasolina que necesita la menguada flota automotriz que aún funciona en una economía distinguida por su ya oxidada recesión e hiperinflación. Adicionalmente, su recuperación requiere de una gigantesca suma de miles de millones de dólares que no existen en Venezuela y que hoy, difícilmente, puede encontrar en el mundo financiero internacional, si antes no goza de la confianza imprescindible entre los socios necesarios para evitar que el crudo nacional termine siendo un barato producto sin mercado, motivado a su baja calidad.
Definitivamente, no son la extrema rigidez de las sanciones económicas norteamericanas y el bloqueo económico que se pregona al estilo propagandístico cubano, las verdaderas causas por la que la Venezuela de hoy se debata entre el hambre y la miseria. La verdadera razón de la hambruna y de la escasez es la ruina que se ha desarrollado sustentada sobre los bajísimos niveles de producción industrial, la destrucción del sector agroalimentario, la paralización del comercio y ahora la falta de combustible automotor que se suma a la inevitable pandemia, forma de enfrentamiento y paralización de la actividad laboral.
El dicho popular reza que "Al perro flaco, se le pegan todas las pulgas". Y con todas las calamidades ya existentes y que se registran en todos los rincones de la Nación, al igual que el mundo entero, el país está a merced de la pandemia Convit 19. Quienes aquí viven y a quienes aquí les angustia cuál será finalmente la manera como Venezuela saldrá lo menos afectada posible de la avanzada de la enfermedad, la inquietud adicional la suma el hecho de que se está consciente de lo que implica, como en el caso de otras naciones, no contar con los recursos ni facilidades sanitarias para defender a la ciudadanía en su totalidad.
Ciertamente, abundan las alternativas. Pero hay que ponerlas al servicio de una estrategia de trabajo, dedicación y solidaridad social. El gobierno y una parte de sus funcionarios aparecen en una lista de personas que están siendo sancionadas a nivel internacional, motivado a supuestos delitos sancionables que se trata de someter a castigo a partir de la oferta de jugosas recompensas por la captura de los indiciados. La población está a punto de vivir una explosión social. El hambre y la miseria arrecian. Y mientras que en contra la protesta y del reclamo sólo abundan represiones, sorprende la negación a admitir que al país y a gran parte del mundo le asiste el derecho a exigir: ¡CAMBIO¡. ¿Y ENTONCES.?.
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