Blog de Víctor José López /Periodista

martes, 17 de marzo de 2020

EL FIN DEL MUNDO Por Eduardo Casanova


EDUARDO CASANOVA

Lo dije hace poco: La muerte, fallecimiento, defunción, deceso, expiración, óbito, perecimiento, fenecimiento o cesación, es parte integrante de la vida. Y una parte muy importante.
 No hay vida sin muerte ni muerte sin vida. Es algo que se ha sabido siempre y que está presente en muchas culturas y civilizaciones. En el caso concreto de los seres humanos puede producirse por accidente, por suicidio, por enfermedad o simplemente por vejez, pero es absolutamente inevitable. Y sin la más mínima duda, desde que existe el hombre sobre la faz de la Tierra, la muerte es algo indisolublemente ligado a la existencia. Tarde o temprano, a todo el que vive, se le hace inevitable el saber que su vida tiene un término, y todo el que ha vivido va a morir. Por lo general los niños no tienen conciencia de que eso es así, pero los adolescentes y los jóvenes sí, y desde luego, los ancianos lo saben con certeza.
 Por otra parte, en muchas culturas se rinde culto a la muerte y a los muertos, lo que indica que hay una clara intuición de que no se trata de un final, sino de una transformación, del comienzo de algo diferente a lo que ha sido la vida. Pero también es bueno tener en cuenta de que, así como desaparecen los individuos, la humanidad va a desaparecer inevitablemente. Es lo que en su egocentrismo el hombre ha llamado siempre “el fin del mundo”, sin tomar en cuenta que, a menos que se trate de una catástrofe total que destruya para siempre el planeta, muchas formas de vida seguirán existiendo. Porque ese fin del mundo puede ser porque desapareció nuestro universo, o porque las locuras de la humanidad dañaron de tal forma el ambiente que el hombre no puede seguir existiendo. O porque variaron de tal forma las condiciones del planeta que la humanidad no puede seguir viviendo. Pueden ser muchísimas las causas, y solo si el planeta se destruyó por completo las otras formas de vida, distintas a la humana, seguirían existiendo.
 Más de una vez la humanidad ha estado cerca de su extinción, pero pocas como en este tiempo, cuando el famoso cambio climático, las pestes causadas por el mal manejo de medicamentos y drogas, y otras realidades de origen humano, parecen conducir directamente a una verdadera Apocalipsis. Pero lo mismo podía decirse en la década de 1950, cuando de la mano del terrible Stalin el mundo parecía condenado a gemir bajo la bota comunista y los líderes de occidente daban la impresión de no tenerlas todas consigo.
 Y sin embargo, el mundo no se acabó. 
Al contrario, en 1991 pareció que el comunismo, la peor de las calamidades que puede haber sufrido la humanidad, caía para siempre. Aunque en realidad no fue así: Cuba y Corea del Norte sobrevivieron y continuaron infestando a la humanidad. 
En 1999 Venezuela se sumó a esa espantosa infección, y ayudó a Cuba a no hundirse definitivamente. Pero la ineptitud y la corrupción de Chávez y su lamentable sucesor, Maduro, terminaron imponiéndose para limitar cada vez más sus posibilidades y su fuerza. Hoy en día Venezuela es una ruina, un cuerpo agonizante que no puede seguir dañando al resto de la humanidad, con lo que parecería que definitivamente el comunismo no va a convertirse, como pareció en 1952 y cincuenta años después, en el factor desencadenante de la nueva Apocalipsis. Entonces la naturaleza vuelve a la carga con una plaga generada en China, un país comunista. 
Se dice que la causa es la corrupción y la ineptitud de los gobernantes chinos. Puede ser. Pero no hay forma de probarlo. 
Lo que sí puede probarse, y a la larga o a la corta se probará, es que los gobernantes venezolanos, los célebres socialistas del Siglo XXI, que si no son comunistas es por ineptos y no por falta de voluntad, han manejado la crisis del Covid-2 o Coronavirus con muy poca habilidad. Han mentido, han tratado de esconder los hechos. Hablan de 17 casos cuando en la sola ciudad de Caracas hay más de l.000. Tratan de aprovechar, política y financieramente, la crisis. Pretenden que la gente se quede en sus casas, cuando tienen problemas con la electricidad, con el gas, con el agua, con la gasolina, con la comida, con las medicinas, con la vida. Detuvieron a los Médicos sin Fronteras que venían a ayudar. Le robaron a Clínica El Ávila el material que tenía para detectar el virus. Trataron de robar las pruebas de que hay centenares de infectados. Tratan de hacer ver que las sanciones de los norteamericanos y de la Unión Europea les impiden dotar de medicamentos al país, cuando en realidad no hay la más mínima sanción que afecte medicamentos y comida. Hablan de traer médicos cubanos cuando todo el mundo sabe que la medicina en Cuba tiene décadas de atraso y los médicos venezolanos están mucho mejor preparados que los cubanos. Mienten, mienten a diestra y siniestra, abusan, quieren aprovechar la crisis para perjudicar a sus rivales y al pueblo en general y beneficiarse ellos. Y lo único que están logrando es que aumenten la desconfianza y el miedo. Cada día hay más gente que cree sinceramente que lo que viene es el fin del mundo. Pero la verdad es que el fin del mundo no está cerca. Lo que sí puede estar a la vuelta de la esquina es el fin de la dictadura chavista. Los médicos saben lo que está pasando, y también lo saben los enfermeros y todo el que trabaje en cualquier actividad relacionada con la medicina. Hay mucho más de mil casos de coronavirus en Caracas, y quién sabe cuántos en el país. Cuidado si varios miles, y el régimen, en su empeño por ocultar la realidad, puede enredarse y caer en excesos que generen reacciones muy fuertes. Si se les ocurre poner preso a un médico o a un enfermero o a alguien relacionado con el mundo de la medicina, es muy posible que todos los médicos, los enfermeros y los relacionados con el mundo de la medicina reaccionen con una fuerza que los esbirros chavistas no van a poder controlar. 
Pero, ¡atención! ¡Paren los ojos! El fin del mundo no está cerca, no para la inmensa mayoría de la humanidad, pero sí para los chavistas. 
Y el Covid-2 no es sino el elemento menor, el menos decisivos de los que componen ese fin. El mayor, el más decisivo e importante, es la gasolina, que se está agotando del todo en Venezuela. No queda sino para dos semanas, y eso si logran racionarla muy bien. Ni siquiera los rusos le quieren vender gasolina a los chavistas. Prefieren que caiga Maduro a sufrir las sanciones de USA y la UE. De modo que en apenas 14 días los militares y sus familiares se van a quedar a pie e indignados porque los chavistas los traicionaron, los enfermaron y los paralizaron. De manera que la situación de nuestro país se puede resumir en una frase profética de apenas cinco palabras: ESTE GOBIERNO VA A CAER.

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