Formato del Futuro…Parodiando la famosa novela de horror escrita por Robert Louis Stevenson (1850-1894) y publicada por primera vez en 1886 con el título de "El Extraño Caso del Dr. Jekyll y el Sr. Hyde", repentinamente, Venezuela se convierte en un curioso ambiente ideal para interpretar y entender su por qué y para qué se mueve en un escenario extrañamente excepcional. Pero, además, cómo es que, a partir de allí, la Nación se desplaza entre sus desvaríos, anarquía y desaciertos para sentirse agitada por el efecto del abanderamiento de un hecho de victoria administrativa pública.Se trata, obviamente, a lo que se suscita a partir del momento cuando el citado médico protagonista adopta una doble personalidad, luego de descubrir una pócima que, al ingerirla, generalmente por las noches, se transforma en un ser satánico asesino, azote y horror durante la oscuridad londinense. Así se hacen sentir, desde luego, las incidencias del producto de su descubrimiento. Sólo que el Doctor Jekyll, durante el día, horas de lucidez y normalidad, se suicida. Se da un tiro y, con semejante acto, terminó a los horrores cometidos por su doble, Mr. Hyde. Es así como el Dr. Jekyll pasa a descansar en paz. Pero ¿a qué viene la comparación?. No solamente al curioso evento de un país que con cinco años de decrecimiento de su economía, suficiente para que especialistas nacionales e internacionales indiquen que el hecho es propio de países en guerra, sino que, además, de repente, cierra el año en una presunta “bonanza” monetaria como consecuencia de una milagrosa "dolarización movida” por la libertad cambiaria. Sino también porque, mientras tal acontecimiento llena de figuras interpretativas al suceso dolarizador, en otros ámbitos es trasladado a un ámbito de sospechas.Se trata de sospechas relacionadas con el suceso, a partir del cual ciertos venezolanos habrían redescubierto la fórmula de la pócima del Dr. Jekyll, y se dedicaron a vaciarla en las tuberías de los acueductos de Venezuela. Con ello, habrían contaminado a la población nacional, suficiente para que, a rato, sea una comunidad pasiva, y luego, repentinamente, se convierta en violenta, suficiente razón para que ciudades o pueblos hayan terminado siendo una de las más peligrosas del Continente.En Caracas, por ejemplo, que encabeza la lista de los países de las regiones violentas a nivel continental, sólo en el 2017 fallecieron 112 ciudadanos en distintos homicidios, por cada mil habitantes. Y, presumiblemente, al cierre de 2019, no hay dudas de que la citada cantidad inicial será rebasada, lo que convertirá la muestra de lo negativo en ejemplo de peor violencia.Estas transformaciones dramáticas de positivas a negativas, por demás increíbles en todos los aspectos de la vida social venezolana, figuran en la lista de las causas que habrían provocado la diáspora más grande del continente americano, y una de las más numerosas del globo terráqueo. De estos cambios bruscos de positivo a negativo, de hecho, no se puede dejar de citar que, increíblemente, Venezuela llegó a tener una de las monedas más fuertes del mundo, y hoy tiene al otrora poderoso Bolívar convertido en uno de los de menor valor en pleno Siglo XXI.Venezuela, asimismo, llegó a ser el segundo más grande exportador de petróleo y derivados del planeta, y hoy no dispone de la producción suficiente de combustible ni para el consumo interno. Incluso, alguna vez fue considerada una de las naciones más ricas de la región, y hoy figura entre los últimos puestos de la escala mundial. Imposible, entonces, no parodiar a Jekyll y Hyde nuevamente, cuando el salario mínimo de los venezolanos, que también fue presentado como un modelo de ejemplaridad social, al ubicarse entre los más elevados de la América, ha terminado convirtiéndose en uno de los más paupérrimos del mundo. Es decir, a presentarse como ejemplo de lo que traduce ser señalado como país afectado por una severa pobreza extrema.La idea no es únicamente hacer críticas para desprestigiar o escandalizar. El propósito es hacer un llamado de conciencia a los venezolanos, estén o no en el ejercicio del poder, con respecto al hecho de que cada día el país se está derrumbando, mientras que, por otra parte, predomina exclusivamente el interés personal por un comportamiento conductual de sálvese quien pueda. No hay conciencia ciudadana, ni se percibe ninguna intención de admitir y corregir errores. Lo que se percibe y escucha, es la apreciación ciudadana sobre cuánto se roban, cuánto derrochan o sustraen de un lado o del otro. Pareciera que los protagonistas en el ejercicio del poder, creyeran a los ciudadanos ciegos o idiotas.Desde luego, muy lejos de esta percepción, está la realidad ciudadana venezolana de lo que está pasando, a la vez que califica o descalifica al que le corresponda. Sólo basta ver las estadísticas y encuestas. La sumatoria de la militancia de todos los partidos no llega a superar el 20% de la población del país; y el 80% de la misma, a la vez que no se considera “ficha” de ninguna organización partidista, sin embargo, se autocalifica opositora. Pero ¿opositora a qué?. ¿A lo que está haciendo ese otro 20%.Los partidos políticos son necesarios: configuran las organizaciones que se deben encargar de formar dirigentes para gobernar. Pero tienen que estar claras en que no son dueñas del país. El país tiene un solo dueño. Se trata de "EL SOBERANO", el pueblo. De ese mismo que ha tenido una gran paciencia; que ya está al límite del agotamiento y a punto de explotar a nivel social. La voz ciudadana, semana a semana, deja escuchar su voz de reclamo, de legítima exigencia de cambio evolutivo.Hay quienes presumen de ser líderes en la sombra cuando en diferentes países esa población demanda atención, y lo hace en la calle exigiendo vida en libertad. Imponer silencio por la fuerza, quizás satisface egos, pero no anula derechos, ni impide que el grito se escuche. Venezuela flota en impresiones frágiles, cuando sus problemas estructurales no van a cambiar ideando pócimas apuntaladas con dinero inorgánico, ni una “dolarización” que se desplaza en un ambiente monetario y cambiario como componentes de una economía anárquica.Lo que comenzó en 1983 y nunca fue abordado con seriedad, responsabilidad y en atención a la necesidad de atacar causas de deficiencias estructurales a nivel monetario, no se va a subsanar con la falsa creencia de que basta con ser hábil en la evasión de las causas y convertir bolívares devaluados en una especie de instrumentos mágicos y monetarios, mientras el hambre y el avance de la miseria lucen incontenibles. Sí podemos cambiar. Pero hay que convertir la voluntad de cambio en un hecho real; no en un triste ejemplo emocional de lo que una Navidad entre la abundancia de dólares y “bodegones”, se presenta como un modelo de superación del colapso en el que se encuentra Venezuela.Aprovechar estas fiestas decembrinas inspiradoras de paz, amor y unión, para recapacitar y considerar el interés de cultivar, fortalecer y desarrollar el país, tiene que ser posible. Hay que propiciar calidad de vida para la ciudadanía. No se puede continuar divididos por ideologías absurdas. La capacitación del ser humano y del espíritu es lo que mueve al mundo a progresar en todos los aspectos de la vida. La comunicación e información inmediata, no permite el engaño al pueblo. El mundo entero está involucrado en protestas de toda índole exigiendo atención y respeto a los derechos ciudadanos, y los dirigentes están obligados a ponerse a tono con el ciudadano, no dándole más cabida al engaño y a la corrupción.Es tiempo de meditación. Y Dios quiera que en el nuevo año 2020, los venezolanos den con la solución, que no es otra que el entendimiento, la paz, el respeto y acatamiento a la Constitución y el desarrollo integral del país.¡FELIZ NAVIDAD Y BENDITO Y PRÓSPERO AÑO 2020¡
jueves, 19 de diciembre de 2019
NAVIDAD VENEZOLANA A LO JEKYLL Y HYDE por Egildo Luján Navas
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