El tradicional mensaje navideño a la ciudad y el mundo, lo emite el Papa en su doble condición de Jefe de Estado del Vaticano y Sumo Pontífice de la Iglesia Católica. Además, en el caso de Francisco, por ser argentino, adquiere para nosotros particular connotación; a lo cual se añade que el Secretario de Estado de la Santa Sede, quien se puede considerar Primer Ministro y Ministro de Relaciones Exteriores del Vaticano, fue Nuncio Apostólico en el país desde 2009, hasta su designación en 2013, por el recién electo Papa.
Durante los tres primeros años de gobierno de la dupla, no hubo alusión a Venezuela en el mensaje; pero a partir de 2016, se incluye una mención, lo que coincide con los intentos de mediación oficial del Santo Padre en la crisis venezolana, que resultaron fallidos.
Al inicio, señalaba (con inusual falta de tino) que la valentía del pueblo colombiano animara a Venezuela, para dar los pasos necesarios con miras a poner fin a las tensiones y edificar conjuntamente un futuro de esperanza para la población entera.
Al año siguiente, el Papa confía nuestra patria al Niño Jesús, para que se pueda retomar un diálogo sereno entre los diversos componentes sociales por el bien de todo el pueblo venezolano.
En 2018, indica que ese tiempo de bendición le permita a Venezuela encontrar de nuevo la concordia y que todos los miembros de la sociedad trabajen fraternalmente por el desarrollo del país, ayudando a los sectores más débiles de la población.
Este año, el Papa ha dicho que el Niño de Belén reanime al pueblo venezolano, probado largamente por tensiones políticas y sociales, y no le haga faltar el auxilio que necesita.
El tenor de las menciones papales varía, desde el esperanzador de 2016, al compasivo de 2019. Se refiere al diálogo en los dos primeros, en el tercero se desdibuja y este año desaparece. Ahora figura la noción de que al pueblo venezolano, aquejado de tensiones, no le falte el necesario auxilio, el cual el Vaticano, en su sabiduría, por supuesto, no especifica, pero da pie a interpretar que ningún tipo se descarta y pudiera provenir del exterior.
El que dos Estados, con tanta experiencia en lides mediadoras (por diferentes razones), como el Vaticano y Noruega, no hayan podido culminar sus esfuerzos, es señal que a la corrupta y envilecida cúpula chavista le interesa los procesos de diálogo pero no los resultados, (a menos que sean sesgados a su favor), lo cual explica por qué está siempre dispuesta a diálogos inconclusos, a falacias de todo tipo y a sacrificios ajenos, para seguir beneficiándose del poder, en desmedro de los venezolanos.
Es particularmente apropiado en las Pascuas Navideñas, cuando reverdece el sentimiento religioso en los espíritus, tener presente El Sermón de la Montaña, pues la cúpula chavista viendo no ve y oyendo no oye, ni quiere entiende el clamor del pueblo venezolano; sin olvidar tampoco que hasta Jesucristo, ante tanto desmadre en el Templo, esgrimió un látigo para expulsar a los mercaderes que lo profanaban, como hacen los mercachifles de la soberanía en el sagrado recinto de la patria.
26/12/2019.
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