Formato del Futuro
Cuando Nicolás Maduro Moros ascendió a la presidencia de la República, un hecho político que se planteó internamente en la estructura de mando en Venezuela, fue el surgimiento de una fuerza grupal dispuesta, dentro del Partido Socialista Unido de Venezuela, a disputarle la mayor cantidad de espacios de dominio a los seguidores del ya fallecido para entonces Hugo Chávez Frías. Algunos se lo atribuyeron a que, así, la Liga Socialista delineaba su participación, peso e influencia en un Gobierno que lo lideraba uno de los suyos. 0tros, sencillamente, a que los civiles de la izquierda impedían ser arrollados por la fuerza dominante del militarismo que se había hecho sentir a partir del 4F, y que, sin duda alguna, ya se había establecido cuando pasó a dominar el parcelamiento delineado por Chávez y los suyos.
Sin embargo, este componente avanzado de lo que se había manifestado como el fracturamiento anticipado de la nueva fuerza política, después de todos los hechos relacionados con el 11 de abril, no concluyó en lo que los adversarios se habían atrevido a presagiar. Las fuerzas grupales internas se abrieron, pero no se distanciaron. Sin embargo, se produjo algo que ahora ha adquirido un perfil muy interesante, y a partir del cual, sin duda alguna, pudieran definirse hechos capaces de convertir expectativas en serias y valiosas realidades, inclusive, hasta de cambios gubernamentales, como consecuencia de los acercamientos, las reuniones y los diálogos que, día a día, se desarrollan en los más insospechables lugares.
El autocalificado chavismo puro -o el grupo que pretendió prolongar la herencia de una tendencia grupal en el seno del propio gobierno, en un intento por no verse envuelto en un proceso de enjuiciamiento sancionatorio por todo aquello en lo que se tradujo finalmente la administración de la mayor riqueza petrolera de que ha disfrutado Venezuela- no pasó de su propósito. Demasiado compromiso administrativo y moral imposibilitó su osadía, por lo que la negociación en favor del silencio, se hizo inevitable, hasta que sea -y mientras sea- necesario.
Pero la fractura grupal nunca dejó de rondar a la “fuerza dominante del Gobierno” que sigue liderando Maduro Moros. Y es ella, precisamente, la que hoy ha dejado de ser rumor, para terminarse convirtiendo en un suceso del mayor interés, incluso en lo relativo a lo que ha sucedido, ha estado aconteciendo y va continuar pasando en la cuestión económica. Además, con tanto ímpetu y personalidad que, internamente, en la estructura gubernamental, los “analistas” de la familia siempre grupal, se atreven a afirmar que los cambios ansiados durante meses, comenzaron a producirse -con acierto, precisión y proyección futura- el día cuando nada detuvo, ni nadie contuvo al Presidente de la República en su decisión de “quitarse de encima” al entonces Ministro de Comercio, William Contreras.
No por lo que él fuera y representara políticamente para quien le había venido colocando en un cargo o en otro; o permitiéndole lo que se le ocurría hacer en cuanto puesto detentaba, en “obediencia a lo que me autorizó Nicolás”. No. Por nada de eso. Sí, y es lo importante, por lo que él representaba internamente en el Gobierno, sobrecargado de supuestos lineamientos en contra de todo lo que representaba “maltrato, robo, expoliación, usura, especulación” -y demás calificación útil- en “contra del pueblo”.
Es decir, dicho de otra manera, de todo aquello que representara ante los ojos de los venezolanos -indistintamente de que fueran empresarios o ciudadanos- y políticos, gobernantes y empresarios del resto del mundo, todo ese cocktail comenzado a preparar por Chávez Frías, y que heredó el actual Presidente, a cambio de lo obvio: fracaso, destrucción, miseria, hambre, empobrecimiento, violación de derechos humanos, hiperinflación y colapso, por sólo citar lo más conocido. Y, como si fuera poco, la diáspora, la calamidad general en la que se han traducido los servicios públicos, incluyendo la inminencia de que el 2020 comience para el país con la paralización del servicio del Metro de Caracas, dada la desatención y maltrato de que es objeto.
Sin duda alguna -es la creencia- todo eso se ha traducido en el comprobado rechazo popular con el que hoy vive, anda y se mantiene en el Palacio de Miraflores Maduro Moros. Es el costo que ha debido asumir por haberse sometido a la falsa creencia de que el “radicalismo” político de los suyos era lo aconsejable, para mantener segura la consecuencia seguidora de la población. Pero también hoy es referencia para tomar en consideración el gran hecho con el que cierta parte de las autoridades cierran el 2019 y aprecian la importancia del 2020; asimismo, es el elemento a partir del cual ciertas evaluaciones y análisis que se han estado haciendo durante las últimas semanas, han aportado un componente del mayor interés en el árido o ácido tema de la economía.
Pudieran ser pocos aquellos que lo hacen. Pudieran ser ingenuos quienes lo aprecian y tratan de convertir en un aliado para los cambios que se necesitan. Pudieran ser expresión de ciertos favorecidos que, en contraprestación por los favores recibidos, así lo deben hacer saber y difundir hasta más no poder. 0 pudiera ser cualquier cosa. Pero lo cierto es que, como nunca se había escuchado decir durante los últimos cinco años, en este que ya no estará presente a la vuelta de los próximos diez días, está dejando motivos para que en el ámbito del empresariado privado -formal e informal- se afirme que Venezuela está “cerrando un año que deja entrever posibilidades de cambio y recuperación”.
Sí. Eso es cierto. Pudiera ser, si el tratamiento apocalíptico se presenta a partir de la desaparición del bachaquerismo, la aparición sobresaliente del nuevo grito comercial en el que se ha convertido la proliferación de “Bodegones” y la lluvia de dólares que está inundando de dólares la red de gavetas de establecimientos que claman por efectivo para cubrir vueltos.
Sin embargo, hay casos que no dejan de preocupar y a los que, como muchos otros, hay que prestarle atención, muchísima atención; se trata de cuál es la cantidad de ciudadanos que, realmente, se está favoreciendo con tal recuperación, qué hace suponer que el “radicalismo” político gubernamental está cediendo espacio realmente en las entrañas del régimen, mientras que sus líderes se ahogan en llanto.
De igual manera, ¿resulta eso suficiente para que se reactive la confianza y la recesión comience a cederle espacio a la recuperación?. Por otra parte, parodiando al nunca bien ponderado Jorge Giordani, ¿ es que acaso ahora sí llegó el momento estelar para Venezuela, de comenzar a quitarse los inversionistas a sombrerazos?.
Soñar no cuesta nada. Además, si desde el propio sector privado comienzan a celebrar el arribo del 2020, recurriendo al uso de fuegos artificiales, no solamente se puede esperar a que la dolarización no siga siendo un ejemplo de la anarquía que reina en la política monetaria criolla. Sino a que también, en plan de coronación de los cambios, dentro de quince días estemos hablando de verdadera libertad cambiaria, de un libre y competitivo mercado, y de un Estado dirigido por funcionarios dispuestos a sacar al país del colapso en el que lo han sembrado.
Egildo Luján Navas
¡Feliz Navidad¡
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