Formato del Futuro…
Es innegable: con el denominado chavismo, Venezuela registró un enriquecimiento lingüístico que hoy da de todo y para todo. De hecho, el saludo coloquial se mueve entre expresiones nacidas al amparo de una presunta conquista de los derechos populares, hasta una multiforme variedad engendrada por aquel a quien denominan el “hombre nuevo”, que, por supuesto, se corresponde con el “revolucionario” convertido en figura ejemplar de los cambios que han pasado a ser referencia para los hijos del Continente.
En todo caso, nadie puede demostrar si, en efecto, de lo que se está hablando es de la instalación de las primeras bases de la Latinoamérica del futuro. 0 si es de la Venezuela patriarca, en donde lo común es que se recurra a una fraseología al estilo de:
"Quíhubo, ¿cómo está la vaina?".
Pero, además, que la respuesta sea, aproximadamente, la siguiente:
-“¿Qué te puedo decir?: Quizás, que no hay nada que pueda ser peor a lo que estamos viviendo. Y sobre todo, porque ya tocamos fondo y, a partir de aquí, lo bueno, lo malo o lo regular, inevitablemente, va a depender de lo que hagamos los ciudadanos”.
-¿Seguro?.
Seguro. Porque como aquí la mayoría se cansó de echarle piernas al caso, entonces, no nos queda otra alternativa que aceptar que sí pudieran tener razón aquellos que insisten en que, entre tanta paja, no hay nada más lejano de la verdad, en cuanto a que los venezolanos sí pudiéramos estar definitivamente peor del sitio de dónde nos ubicamos actualmente..
Y la apreciación viene de su reflexión, en cuanto a que a principios del 2019, parecía probable que se suscitara un cambio a nivel gubernamental. De hecho, era una consideración que se basaba en que la Asamblea Nacional, estando en manos de las expresiones partidistas de la oposición, también pasó a renovar sus autoridades presidiéndola el joven Ingeniero Juan Guaidó.
Dicho dirigente partidista, además, recibió el aplauso nacional. Esto le hizo pasar a convertirse en el depositario de la siembra esperanzadora por un cambio inminente, además de que logró obtener un gran respaldo y reconocimiento internacional por más de 50 países. ¿ Cómo dudar de que todo sería distinto, cuando, simultáneamente, condenaron políticamente al Gobierno del Presidente Nicolás Maduro. Y, como si fuera poco, a la vez que le aplicaron severas sanciones al mismo Gobierno, individual y unipersonal, se lo hicieron a un número elevado de funcionarios del mismo?.
Y es así como se proyecta aquello que se transforma en la descripción de un proceso evolutivo, acompañado de un cúmulo de desaciertos que debilitan al Gobierno. Además de que, al sumársele las sanciones políticas y económicas impuestas a nivel internacional, entre otros efectos, se logra incidir a nivel internacional la limitación de las ventas y de la edecioproducción del producto bandera, el petróleo y sus derivados.
Asimismo, el continuo deterioro en que tal realidad se traduce en la empresa privada nacional, como en la producción de Petróleos de Venezuela SA, se refleja en un escaso 20% de sus niveles de producción ya logrados anteriormente. Y eso se traduce en que el Gobierno se queda prácticamente sin recursos económicos para cancelar deudas, servicios o importaciones.
En 2019, entonces, todo indicaba que habría un cambio de Gobierno, además de que esa era la aspiración de la población de manera casi unánime a nivel nacional. Inclusive, la oposición se robusteció y el Gobierno perdió fuerza, popularidad y, según los sondeos que se hacían para la fecha, quedaba reducido a menos de un 15% de popularidad nacional, si bien conservaba todavía el respaldo de algunos gobiernos, además de continuar apuntalado por las Fuerzas Armadas, Milicias, Asesores cubanos y rusos, entre otros.
Por su parte, la oposición, contando con el respaldo de las mayorías populares y del apoyo del exterior, logró equiparar su fuerza y poder, además de que se activó la calle con paros y marchas muy entusiastas y numerosas protestas. Adicionalmente, por recomendación internacional, logró iniciativas de diálogos entre las partes con miras a propiciar los cambios necesarios.
Pero todo terminó convirtiéndose en la expresión de una nueva decepción, porque mientras se confiaba en un avance que no se percibía, por su parte, el Gobierno, hábilmente, lograba posponer y prolongar los diálogos con tácticas dilatorias. Inclusive, se cambian las sedes o localidades de acercamiento, a la vez que los países anfitriones dejan de ser aquello para lo que fueron propuestos, seleccionados y garantes de una confianza que no pasó de allí.
Primero fue en Caracas, luego en República Dominicana, Oslo-Noruega, Barbados y ahora Caracas nuevamente, pero con actores distintos en representación de la oposición. El resultado, como era de suponer, se convierte en una ganancia de tiempo a nivel gubernamental, como en una división de la oposición en dos bandos. Se trata de uno constituido por los denominados partidos del 4-G (Mayoritarios) y el Presidente de la Asamblea Nacional, y por la otra parte -pero con aparente e igual intención- los que se auto califican representantes de los partidos minoritarios. Ellos, conjuntamente con el Gobierno, constituyeron una Mesa de Negociación para el cambio que, por cierto, la califican despectivamente como "La Mesita".
Dicho grupo, en un corto lapso, logra algunos avances: se han liberado algunos presos políticos, se incorporó la bancada del gobierno a la Asamblea Nacional aupando la propuesta para el futuro nombramiento de los nuevos rectores del Consejo Nacional Electoral, y propiciar un urgente proceso electoral entre otras promesas en pro del cambio. No obstante, el grupo del G-4 y una parte importante de la oposición, no los reconocen y los acusan de estarse prestando a hacerle juego de tolerancia y de “conchupancia” al Gobierno.
El desprestigio y la pérdida de popularidad del Gobierno, las sanciones internacionales, el descalabro de la economía nacional, como de los servicios públicos, la escasez y el hambre, apuntan a la necesidad de llegar a acuerdos para un cambio preferiblemente pacifico. Lamentablemente, como reza un dicho popular: "no hay peor ciego que aquel que no quiere ver". Y, una vez más, se plantea la sensación de que Venezuela no ha podido construir caminos de entendimiento y solución, a la vez que deja entrever que está a punto de caer por un desfiladero.
Mientras tanto, lamentablemente, la oposición, lejos de capitalizar el debilitamiento del Gobierno, robustecer sus logros y ventajas, cerrar filas entre todos los partidos, convertir en una fuerza monolítica la expresión mayoritaria de los miembros de la Asamblea Nacional, sencillamente ha regresado a su ya tradicional y penoso comportamiento. Esto no ha sido otro que el mayor poder moral y constitucional, como lo configura la institución parlamentaria, junto con el reconocido y sólido respaldo internacional, han sido lanzados a las improvisaciones políticas, a la ausencia de visión estratégica, y a la inagotable multiplicación de descalificación y descrédito entre sus líderes.
Como si fuera poco, los Diputados de la oposición han permitido que se destape un enorme escándalo de corrupción entre ellos, además de destituciones, acusaciones y evidente lucha por el poder dentro del seno de la Asamblea Nacional. Acusaciones mutuas por supuesto dolo, van y vienen. De igual manera, malos manejos de dineros públicos y otros provenientes de donaciones, como ayudas humanitarias, tráfico de influencias, etc, pasaron a ser el último gran grito por la manera como se defiende el derecho a vivir en Democracia ¿Para qué?:
Para que se produzca asombro y desilusión ciudadana, restándole credibilidad a los que hasta hace muy poco se consideraban los adalides del rescate del país.
De continuar así, por supuesto, desdeñando experiencia y conocimientos, creyéndose poseedores de la verdad, al decir que “ya tocamos fondo”, es evidente que en el neolenguaje que indica que podemos estar muy lejos de la verdad, tiene cabida la adicional afirmación de que “siempre podríamos estar peor”.
No sólo porque luce precisa, atrevida y efectiva la manera como se desarrolla la gran competencia de las lenguas criollas, sino, adicionalmente, motivado a que las bífidas, ofídicas y las viperinas, entrenadas y sostenidas por el llamado liderazgo político venezolano, al final, parecieran estar todas ocupadas en el mismo propósito: hacer lo imposible para que el país continúe transitando por el mismo rumbo. Y, quizás, en respuesta al verbalismo predominante, a partir de lo que alguna vez expresara el Generalísimo Francisco de Miranda: alimentando el “bochinche”.
¡FELIZ NAVIDAD¡.
Egildo Luján Navas
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