" Desde
la caída del Muro de Berlín (Noviembre 1989), el mundo pensó que había sufrido
su última transmutación de poder, inspirada en las masas".
La
movilización del pasado 16N demostró que muchos venezolanos mantienen su
espíritu de lucha en alto y una actitud madura y consciente sobre cuál es el
rol de su protesta en el anhelado proceso de cambio en Venezuela. No fue un
evento que marcó récords de asistencia…Pero les tengo una buena y una mala
noticia. La buena es que ¡Dios no ha muerto! (ob cit Nietzsche/la gaya ciencia]
por lo que igual nos ve; y la mala es que aun vivo, tiene otras cosas que le
ocupan por lo que dependerá de nosotros salir del laberinto. Ir en la cenefa de
la historia sin involucrarnos con la sociedad, al decir de Savater, es una idiotez,
sinónimo del “que pasa de la política”. El resultado: el nihilismo, la nada, la
derrota.
!Dios
ha muerto! ¿Y ahora qué? .
Desde
la caída del Muro de Berlín [Noviembre 1989], el mundo pensó que había sufrido
su última trasmutación de poder, inspirada en las masas. Muchos pensaron,
‘al fin deshojamos la margarita, al fin dilucidamos la piedra filosofal...’
Somos libres de todo mal, ha muerto la tiranía, ha nacido lo liberal. Pero Dios
aun nos ponía a prueba…
El
siglo XX se caracterizó por un crudo positivismo. Fue el careo del ser razonable
vs. el ser gobernable. La razón vs. la fuerza, la consciencia crítica vs. la
obediencia debida; la ética vs. la norma, y lo más lapidario: el hombre
vs. el Estado. El nazismo y el fascismo fueron la respuesta extrema a la
existencia que se justifica en quien personifica la nación. La razón fue
atrapada por un fin superior que es la deidad étnica, el cosmo que pertenece al superhombre,
al mejor dotado, por lugareño, de machete, sable y de alfanje. NO por
preparado.
En
contrapartida surge ser colectivo, el de reparto, permuta e
igualitarismo sin fronteras. Esta trasmutación de ideologías [por no hablar de
tensa superposición], es recogida por Nietzsche en su genealogía de los
valores, concluyendo que la capacidad del hombre de liquidar y convertir en
nada lo que antes era todo, lo nacionalista e imperial en colectivista o
popular; lo ario en multicultural o lo gendarme en ciudadano, era el nihilismo.
Una visión fatalista, terminal de la racionalidad humana donde lo que antes era
mucho o supremo de pronto es menos o nada. De ahí a la guerra o a las
revoluciones, UN SUSPIRO...
Ese
fue nuestro convulsionado siglo XX. Un andar de derecha a izquierda, donde
en cada pensamiento de Hobbes a Marx; de Gandhi, Luther King y Mandela a
Roosvelt, Churchill o Reagan, de S. Mills a Rawls o Fukuyama, en fin, del
holocausto a la caída del muro de Berlín y la URSS, no hubo otro factor común,
que el empuje de masas.
Nietzsche
vio en este trepidante andar histórico, en esta búsqueda infinita del ser
inteligente, una metamorfosis evolutiva y continua de la consciencia humana. Un
punto de no-retorno. Y [Nietzsche] lo resumió en su famosa frase, ¡Dios ha
muerto!. “¿Después de tanto “arriba y abajo, tanto flotar en una nada
infinita […] tanto vacío [...] ¡Dios ha muerto! […] ¡Y nosotros le dimos
muerte! […] ¿Quién borrará esa mancha de sangre? ¿Qué agua servirá para
purificarnos? [...] La enormidad de este acto, ¿no es demasiado grande para
nosotros (La gaya ciencia y Así habló Zaratustra).
!Dios
a muerto! es una alegoría [o ironía], del hombre inconforme, inadaptable, en
constante conversión. Pasamos de la religión, al monarca, el zar, la
revolución, el dictador, emperador o demócrata, impulsados por una
ansiedad infinita. De un pasado con Dios y sólo Dios [personificado
en el rey, el taita o el caudillo], a un presente laico, ateo, bien legalista o
reformista o de comités de salud, donde el centro del poder gravita en el
hombre libre o en el Estado interventor. Siglos más tarde aun debatimos entre
liberalismo y socialismo. La buena noticia es que Dios no lo resolverá…
Guerras
sangrientas, globalización vs. nacionalismo, democracia vs. tiranía, el orden
de la ley vs. el orden popular, aun templan amén de la caída del muro de
Berlín. Lo ciclos regresan irremisiblemente y los pueblos vuelven a ser
engañados, inevitablemente. LATAM es un nido de transmutaciones funestas.
Y Europa no es la excepción. Sin duda al abrazo del oso en España,
entre el señor de cabello corto y el de cola larga, Nietzsche hubiese dicho. “¡Dios
ha muerto! Y lo hemos matado nosotros mismos…¿Y ahora qué?”.
La
nueva era.
Internet,
los mercados globales, el Streaming, la omnicanalidad, la inteligencia
artificial, en fin, la modernidad y la filosofía “triple P” “people, profitable
y planet” vs. Venezuela, el medio oriente y el Foro de Sao Paulo.
¿Qué ruta tomar? ¿Aun lo dudan?
El
nihilismo fue cosa del siglo XX. Un pasado de sentimientos muertos donde
algunas discusiones tuvieron que librarse en batallas.
Pero
el peligro de la anomia ausente de moral liberal, humanitaria, de justicia
social y entorno productivo, es un salto atávico a la nada, donde
perdimos la razón y la vida. Eso ha sido Venezuela.
El
verdadero salto evolutivo de la humanidad será el de la soberanía del ser sobre
la soberanía del Estado/gobierno; favorecer los DDHH sobre la no
intervención. Una metamorfosis hacia arriba, una resurrección para la
humanidad.
El
16N fue un reinicio noble y civilista. No paremos…Un solo palo no hace
montanas…ni alumbra libertad. El nihilismo no paga. Oscurece...
@ovierablanco
Embajador de Venezuela en Canadá.
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