Blog de Víctor José López /Periodista

viernes, 17 de abril de 2015

PEDRO PABLO FERNÁNDEZ No tomo más agua

Si en medio de un agudo enfrentamiento se logra un cambio de gobierno se corre el riesgo de que el nuevo, en unos meses, sufra la misma caída de popularidad al no resolver la inflación y el desabastecimiento
Un borracho dice: “Yo tomo whiskey con agua y me rasco, tomo ron con agua y me rasco y tomo vodka con agua y me rasco. A partir de ahora no tomo más agua”.
Es imposible resolver un problema si se lo atribuimos a causas equivocadas. Ni la especulación es la causa de la inflación, ni el acaparamiento es la causa del desabastecimiento. Es exactamente al revés. Hoy en Venezuela un vendedor sabe que puede vender sus productos con sobreprecio porque el comprador tiene la sensación de que si no lo compra ya, terminará pagándolo más caro en un rato. Lo mismo le pasa a ese vendedor con sus proveedores porque no tiene idea cuánto le va a costar su mercancía cuando le toque reponerla. La inflación es primero, luego viene la especulación y se genera un círculo vicioso. 
Lo mismo pasa con el acaparamiento. Este no existe cuando hay para todos, aparece cuando hay escasez. Los productos que venden los buhoneros en la calle a tres veces su valor son los que no se consiguen.  
El gobierno se empreña tercamente en resolver el problema controlando precios, persiguiendo especuladores, importando comida y subsidiándola con dólares a 6,30, sin darse cuenta de que ninguna de esas cosas ataca las causas, más bien contribuyen a agravarlo. Cuando uno nada contra la corriente no avanza, se cansa y se ahoga.
La crisis económica solo se podrá superar si se atacan las causas y la principal parte de un modelo económico equivocado que se desarrolló durante 15 años gracias a un chorro de petrodólares que lo financió. Pero el modelo es insostenible y cada día que pasa se hace más perverso y más complicado corregirlo.
El Cendas, en su último informe, indicó que los precios de los alimentos de un año para acá aumentaron más de 100%, ubicando la Canasta Alimentaria Familiar de marzo de 2015 en Bs. 20.919, lo que significa que una familia de 5 miembros requiere 3.7 salarios mínimos para adquirirla. Adicionalmente determinó que había escasez en 29,3% de esos productos. 
Esas cifras en un papel representan un problema serio, pero cuando se verifican en la realidad se convierten en tragedia. Son padres y madres que sufren para alimentar a su familia. Seres humanos que no consiguen medicinas para atender a sus enfermos.
El gobierno insiste en atacar las consecuencias y no las causas, entre otras razones porque rectificar el modelo tiene un costo social, y como consecuencia, uno político  grande.  
La superación de la crisis pasa por sustituir el modelo por uno que genere confianza y estimule inversiones que permitan, al mismo tiempo, generar empleo y bienes y servicios en abundancia. Eso se dice fácil, pero corregir los enormes desequilibrios que sufre  la economía venezolana es complicado y superar nuestra deficiencia de divisas, en una economía altamente dependiente de las importaciones va a tomar tiempo.
Al Gobierno se le hace imposible superar la crisis en medio de este ambiente de confrontación, entre otras cosas porque lo más importante que se requiere es confianza, y después de 15 años de desarrollar un modelo equivocado donde el derecho a la propiedad ha sido tan vulnerado es bien difícil que se genere.  
Ahora bien, si logramos cambiar este gobierno, el próximo tendrá que enfrentar problemas serios. Recuperar el aparato productivo, resolver el desabastecimiento y controlar la inflación eso va a tomar tiempo y requerir medidas duras. La confianza no se genera solo con un gobierno que desarrolle políticas económicas coherentes y acertadas. La gobernabilidad es fundamental porque nadie invierte en un país que está inmerso en una confrontación agónica. 
La crisis económica, como tenía que ocurrir, ha provocado una caída fuerte del gobierno en la opinión pública. Si en medio de un agudo enfrentamiento se logra un cambio de gobierno corremos el riesgo de que el nuevo, en unos meses, sufra la misma caída de popularidad al no resolver la inflación y el desabastecimiento y después venga otro, y otro, y otro. Una experiencia que ya han vivido varios países vecinos con consecuencias lamentables. 
Tenemos que trabajar para crear las condiciones que hagan posible un amplio entendimiento social alrededor de una propuesta que logre el soporte y el ambiente necesario para que sea viable en el tiempo. 



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