Hola mi apreciado Víctor José, te adjunto este artículo que te gustará, escrito por mi amigo Joaquín Albaicín, quien es el hijo de María Albaycín la gran bailaora que fue esposa de Joaquín Bernadó, e hija del Albaycín.
Joaquín escribe muy bien, sabe mucho de toros y cante. Está separado de Salomé Pavón la nieta de Manolo Caracol. Si quieres escribirle y tener sus artículos le puedes escribir de mi parte a su e-mail remitente: yeticave@hotmail.com
Un abrazo,
Alberto Lopera.Paseíllo en Sevilla
Primavera
significa ‘primer verdor’. De ahí que su llegada en el equinoccio suponga
la explosión de la vida, el redescubrimiento del colorido de una
naturaleza que se antojaba amustiada y como dormida bajo las brumas,
nieves y aguas del invierno.
Pocas
ciudades tan bellas como la capital de Andalucía para ser testigo de su
adviento cada 20 de marzo, coincidente este año con un eclipse total de sol,
pues, aunque hablar de Sevilla como un enclave caluroso en extremo sea un
lugar común, quienes allí vivimos o hemos residido sabemos que su invierno toma
las calles con un frío y una humedad que calan hasta los tuétanos. Pero con la
primavera…
¡Ah,
la primavera en Sevilla!
Un
sabor especial. Tienen razón ‘Los del Río’. Ya no canta la ‘Niña de los Peines’
en el casino de la Alameda, ni se encaja ‘Chicuelo’ la montera en la puerta de
cuadrillas de la Maestranza, ni Cernuda, Romero Murube o Machado escriben
versos en sus cafés, y, además, se acaba de morir la Duquesa de Alba. Pero la
urbe fundada en el érase que se era por Hércules sigue siendo la ciudad de
Curro Romero, de Victorio & Lucchino, de ‘Los Morancos’, de Manuela
Carrasco… Y es, sobre todas las cosas, una ciudad primaveral.
Cumplidos
los ayunos de la Cuaresma, toca el turno a la celebración que los clausura. Es
el momento del renacimiento subsiguiente a la purificación. Por eso, del carro
en el que la primavera viaja, tiran dos caballos –la Semana Santa y la Feria de
Abril, con su magno ciclo taurino– que son en realidad los dos acontecimientos
en torno a los cuales gira todo el año hispalense. Es habitual que, a modo de
resaca del invierno, la lluvia torrencial frustre los anhelos de más de
una cofradía, obligando el desaire climático a nazarenos, costaleros, cohortes
e imágenes a buscar refugio en el templo más cercano, pero esa incertidumbre no
hace sino incrementar la ilusión y emoción de los devotos que, impacientes,
atestan el Duque para recibir el paso con el que el ciclo santo rompe plaza: La
Borriquita. Tras ella, y durante siete días, La Macarena, Sentencia, el
Gran Poder, Los Gitanos… renovarán con su ritual salida el pacto con el
cielo de una Sevilla de calzadas tapizadas por las lágrimas de cera
desprendidas de los velones de los nazarenos.
Confitería
La Campana
La
Madrugá’ es una noche señera en la Semana Santa sevillana. Y bien lo saben
en La Campana, donde no dan abasto para atender a los nocherniegos que en
JuevesSanto abarrotan la confitería
La
noche señera es, sin duda, la ‘Madrugá’, la del Jueves Santo. Bien lo sabe la
ensolerada pastelería ‘La Campana’, sita desde 1885 –¡ciento treinta años ya!–
en la esquina de Sierpes con la Plaza del Duque, y que no da abasto para
atender a los nocherniegos que, cada poco, abandonan frotándose las manos sus
sillas de abono para recuperar un poco el tono con un café con torrija, una
copita de coñac, unas yemas, un tocino de cielo o uno de los dulces de la casa
que más nos gustan: un pez de plata rebosante de dulcísima nata. También
abarrotado y con la barra funcionando a pleno pulmón está, durante todas las
noches de la semana, su restaurante anexo: ‘La Reja’.
Durante
la Semana Santa, viven sus días de gloria los hombres de las Hermandades, en
torno a algunos de los cuales ha tejido la ciudad su propia mitología. Leyenda
es, por ejemplo, Miguel Loreto, con sus treinta y tres años al frente del
paso del Cristo de la Sentencia. O Juan Manuel Martín Jiménez, para muchos el
más carismático capataz que ha tenido el Señor de la Salud (Los Gitanos), del
que es actualmente capataz honorario, y cuya biografía –’La voz de
bronce’– ha bordado Antonio Ortega. En Sevilla, donde el argot taurino brota en
cualquier conversación, se habla de ellos como el ‘Curro’ y el ‘Paula’ del
martillo. En el caso del segundo, que no en vano tiene un hijo torero,
Luis Martín Núñez, la dinastía continúa en la persona de su otro vástago, Juan
Manuel, capataz hoy del Señor de la Salud al tiempo que primer capataz del paso
del Misterio de Los Panaderos.
Al
Domingo de Resurrección, fecha de cartel tradicionalmente nutrido con toreros
de arte –durante muchos años: Curro, Paula y uno más– llegan, pues, muchos
espadas, no sólo tras pasar por capilla, sino fortificados por los gozosos
rigores de la Pasión, ya que no son pocos los que salen con túnica y cirio delante
o detrás de los pasos. Rivera Ordóñez, Oliva Soto o los hermanos ‘Chicuelo’ lo
hacen hoy como Joselito ‘El Gallo’, Belmonte, Ordóñez o Manolo Vázquez antaño…
En el manto de la Macarena aún puede verse prendido el alfiler de esmeraldas
ofrenda de Joselito, por quien la Virgen vistió luto en 1920, tras caer José
abatido por la cornada de ‘Bailaor’. Otra virgen, la de la Estrella, fue
asimismo ataviada con luctuosos ropajes en 1931 por la muerte en Madrid, debido
a las terribles heridas que le inflingieran las astas de ‘Fandanguero’, de uno
de sus grandes devotos, ‘Gitanillo de Triana’.
Puerta
Grande
En Puerta Grande se
pueden ‘acariciar’ en una vitrina vestidos de torear regalados a su
propietario por Paula, Curro, Litri, Ortega Cano, Ojeda, Aparicio y
Manzanares
Antes
de ir a los toros, claro, habrá que comer. A dos pasos del Arenal y justo a
espaldas de la Maestranza tienen ustedes el restaurante ‘Puerta Grande’, de
Antonio Donaire, en su día maletilla a la antigua usanza y novillero, bohemio y
amigo de coletas y flamencos. Desde su entrada se puede divisar a los toreros,
ya vestidos de luces, estrechando manos amigas antes de introducirse en la
plaza por el patio de caballos. Rabo de toro, entrecot, lenguado… Lo que
pidan estará bueno y agradará a su paladar. Y en una vitrina, vestidos de
torear regalados a Antonio por sus amigos matadores: Paula, Curro, ‘Litri’,
Ortega Cano, Ojeda, Aparicio, ‘Manzanares’… Incluso uno de Carlos Arruza. Fácil
que entre los comensales reconozca uno a Diego Carrasco, Jesús Quintero o
Raquel Revuelta. Esto, antes de ir a la plaza. ¿Y a la salida?
Primero, cenar algo. Cruzando por el Puente de San Telmo hasta el otro
lado del Guadalquivir, ese río en cuyas aguas Hans Christian Andersen aseguró
haber visto chapotear una sirena…
Volapié Copas
En
esa orilla trianera del río, que a mí siempre me recuerda la Venecia por la que
se persiguen Angelina Jolie y Johnny Depp en ‘El turista’, pues allí, al lado
de la Plaza de Cuba, abre sus puertas ‘El Volapié’, sobre las excelencias de
cuya mesa ya hablamos en el número anterior. Y, a poco metros, justo al
final de la calle Betis, su filial nocturna: ‘Volapié Copas’. En este
espléndido local regentado por los hermanos Curro y Tico Roldán, heredero del
años atrás llamado ‘La Tertulia’, donde iban a jugar al dominó ganaderos,
cantaores y toreros, es donde ahora van por la tarde a ver los toros en el
plasma quienes no tienen o no quieren tener una barrera, tendido o grada
y, por la noche, copetean, ríen y se dan una vueltecita por rumba las sirenas
sevillanas, sin cola de pez como la de Andersen, y los galanes que las
pretenden.
Sala Amador
¿Qué mejor remate para una noche de
primavera en Sevilla que una velada flamenca? En días de Feria, lo propio es
acabar en la caseta de los buñuelos, primorosamente preparados por las gitanas
y donde suele haber buena fiesta. Y, si no es Feria, una gran opción es
acercarse a los Remedios, al número 16 de la calle de Montecarmelo. Allí el
gran cantaor Juan José Amador, cuyo eco ha inspirado el baile de grandes
como Manuela Carrasco, ‘El Güito’, ‘Manolete’ o ‘Farruco’, ha abierto con
su apellido –y una inversión, claro– la ya imprescindible ‘Sala Amador’. Baste
con decir que por su escenario han pasado ‘La Tana’, Carmelilla Montoya, Rafael
Riqueni, Manuel Molina, Raimundo Amador, ‘Carrete de Málaga’, Enrique Heredia
‘Negri’, ‘Caracafé’, Enrique ‘El Extremeño’, Manuel Valencia, Herminia Borja…
para que lleve uno bien asumido dónde ha de poner la guinda a su salida
nocturna sevillana. ¿Y el desayuno? Pues para el desayuno, échele imaginación y
arrégleselas usted mismo, porque yo no puedo ya más y, con su permiso, me voy a
dormir. Eso sí: ¡no dirá que le dejo en mala compañía!
No hay comentarios:
Publicar un comentario