TRISTEZA Y DECEPCIÓN
A medida que avanzan los años
es más difícil esconder la tristeza. Especialmente la generada por la
desaparición física de amigos entrañables. En estas semanas han sido varios.
Entre otros, Ceferino Medina Castillo, dirigentes tachirense de alcance
nacional desde COPEI, el que fuera para mí el mejor periodista de los tiempos
actuales, Oscar Yánez, político también vinculado a COPEI, quien no tuvo tiempo
para fastidiarse ni permitir que el país se fastidiara y, finalmente, el
entrañable Omar Morillo, hombre del petróleo con pasantía en la cancillería en
comisión de servicio bajo la dirección de Burelli. Sus anécdotas y apasionados
comentarios harán falta en nuestras tertulias de amigos íntimos. Pero, ¡nada
que hacer! La vida sigue y tenemos que aprender a seguir con ella.
La decepción viene dada por la
ignorancia y torpeza del ilegítimo Maduro. Pudo pasar a la historia por la
puerta grande. Venezuela está mucho peor que cuando asumió, lo cual es mucho
decir. Ninguna iniciativa de diálogo, ni convocatoria alguna a las fuerzas
motrices para lograr acuerdos básicos que eviten el desplome y la ruina. No es
que yo esperara mucho, pero hay cosas elementales para quien pretende ser Jefe
de Estado. El tipo trabaja en dirección radicalmente contraria al sentido común
y al interés nacional. Los presos siguen presos y los exilados en el exterior.
Políticos presos o presos políticos, como prefieran llamarlos, está
secuestrados desde hace muchos años, la mayoría, y unos cuantos desde hace
menos. La situación de Iván Simonovic, de los comisarios Guevara, de los demás
comisarios y policías metropolitanos en distintas situaciones, del general Raúl
Isaías Baduel, de Víctor Manuel García, entre muchos otros. Todos están sometidos
a la discrecionalidad de un régimen que liquidó la división de poderes. Maduro
ha sido decepcionante para tirios y troyanos, para civiles y militares que
anhelamos el retorno al orden constitucional violentado.
oalvarezpaz@gmail.com. Lunes, 28 de octubre de 2013
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