La fuente del vino
© Carlos M. Montenegro
La Rioja es un pequeño territorio de la Península Ibérica, con una superficie similar a la del Estado Carabobo y los mismos habitantes que el Estado Vargas, unos 325.000, de los que la mitad están en su capital. Discurre por la margen derecha del rio Ebro y separado del mar Cantábrico, al Norte, por el país Vasco y Navarra. Hasta la transición en los años setenta del siglo XX era una provincia de Castilla la Vieja, En 1982 se cambió el actual mapa territorial de España, otorgando en una especie de reparto a quién quisiera, y pudiera, estatutos de autonomía, en lo que se llamó popularmente “café para todos”, de tal forma que los nacidos castellanos pasamos por decreto a ser “riojanos”, cosa que ya éramos, con Logroño como capital que también lo era. El territorio abarca exactamente el mismo que cuando era históricamente la comarca de La Rioja, perteneciente a Castilla. Su topónimo viene del rio Oja, que nace en la sierra de la Demanda y como afluente del rio Tirón, entrega sus aguas al Ebro pocos kilómetros más abajo, como otros nueve ríos que discurren casi en paralelo por sus propios valles desde la sierra de la Demanda en el sur de la provincia. El Ebro sirve de frontera con el País Vasco y Navarra desde la provincia de Burgos al noroeste hasta el sureste en que sigue su curso por Aragón y Cataluña para desembocar en el Mediterráneo. Se dice que todas las tierras que hacen buen vino y tienen buena uva, son muy fértiles también para toda clase de frutas y productos de la huerta, como es el caso de La Rioja en todas sus comarcas (alta, media, baja y alavesa*) a ambos lado del Ebro.
Como casi todas las regiones y provincias de España, la Rioja tiene su fiesta principal unos ocho días previos al 21 de septiembre, o sea hoy, en que se celebra el día de San Mateo, autor del Evangelio que lleva su nombre y uno de los 12 apóstoles de Cristo. En épocas prerromanas era tierra ocupada por tribus llamados Berones, pelendones y vascones. Conquistada por los romanos y posteriormente por los musulmanes y visigodos, luego formó parte del reino de León, del Condado de Castilla y del reino de Navarra con todas sus variantes. Fue al parecer confluencia de invasores y reinos, sin grandes epopeyas que contar, aunque participó prácticamente con cuanto feudo pasaba por allí y se lo pedía. En algunos años de apuro, el reino de Navarra instaló en la ciudad de Nájera su capitalidad, donde hay tumbas y sepulcros de reyes y reinas que dan fe. En el peor de los casos, la Rioja puede decirse que fue, como hoy, tierra amable y poco conocida por su talante guerrero, aunque sin hacer ascos llegado el caso, ya se sabe que en la historia cuando toca fajarse no hay otro remedio que echarle bolas.
En general los riojanos han tenido buena prensa, y tanto los transeúntes como los trashumantes, en sus escritos de ordinario mencionan dos cosas: su vino y su yantar, que hacían pasaderas sus estadías, que no es poco. Siglo tras siglo, con gran acierto no se han desprendido de esas cualidades, y las han perfeccionado a tal punto, que hoy figuran en lugares privilegiados en todas las guías que se ocupan de esos menesteres. Es conocido que en la Rioja, Navarra y vascongadas hay más bares, tascas y restaurantes que en toda la Comunidad Europea, y aunque nadie los haya contado con exactitud, no es menos cierto que nadie lo discute, y en cuanto a la calidad de su oferta, es indiscutible. Aunque ese es un aspecto en que el señor Pópic, mi frecuente vecino de página, podrá opinar con mayor propiedad.
Logroño, es una de las capitales de provincia más pequeñas del España. No es nada monumental pero sin embargo resulta muy amigable, ya que con una población menor que el distrito de Chacao en Caracas, cuenta prácticamente con todas las comodidades de una mega urbe como se dice ahora. Tiene una estupenda Universidad y una hermosa Catedral; sus avenidas, calles, parques, plazas y Jardines lucen una limpieza y cuidado ejemplares; aunque el transporte público es muy bueno, es absolutamente caminable. Dispone de aeropuerto, estación de ferrocarril y autopistas que comunican a la región con el resto de España y Europa, plaza de toros, estadios de futbol, y otros deportes, enormes parques y zonas verdes con piscinas públicas, rio con playa (si, el Ebro con su playa) chiringuitos entre choperas y otras arboledas, donde comer y hacer picnic en la ribera del rio. Hay cantidad de comercios y tiendas en la ciudad con toda lo deseable, centros comerciales muy modernos, mercados de comida que parecen boutiques de alimentación, y en fin, no sigo para que no se me note que nací ahí; sin embargo puedo asegurar que no exagero un ápice.
Al logroñés le gusta la calle, parques y paseos a los lados del rio, son fantásticos en verano, con todos los servicios. Es de temperamento, risueño, y en plena crisis mundial sus cifras de bienestar son envidiables, Es una de las regiones con la relación de parados más baja no solo del país sino de la Unión Europea, con un ingreso per cápita envidiable en estos tiempos. Los índices de cultura y preparación académica sobresalen entre los mejores de España.
Hay varias calles en la zona antigua muy famosas, como la del Laurel o San Juan, donde cada puerta es un bar que sirve solamente “chiquitos”, “chatos” o copas de vino que se acompañan con “banderillas”, “pinchos”, o “raciones” que tienen rango de arte. A diario en las horas previas al almuerzo o la cena, miles de personas pasean tranquilamente conversando a la vez que degustando esas maravillas de vino y tapas disfrutando de una seguridad remarcable. Pocas cosas han sucedido en la Rioja, aunque algunas de una importancia enorme, como que un pequeño pueblo de la sierra, San Millán de la Cogolla, apareció un códice latino de hace más de mil años, con un texto en el margen escrito a mano por algún monje con la traducción al román palatino o romance (castellano antiguo) de unas páginas del libro, donde se menciona al vino, en lo que se considera el escrito más antiguo de la lengua castellana. El monasterio que lo custodia, Yuso, en San Millán está considerado universalmente la cuna del castellano. Que no es poco. No es de extrañar, que cuando los romanos andaban por allí nació Marcus Fabius Quintilianus (Marco Fabio Quintiliano), c.35-c.95, un retórico que nació en Calagurris (actual Calahorra) en La Rioja, Hispania. Estudió en Roma, donde se le admira por haber sido profesor de Retórica del gran orador romano Plinio el Joven. Tras ejercer durante veinte años como abogado y profesor, se retiró para dedicarse a escribir. Tal vez legó el oficio al monje.
Si van a Logroño en fiestas, no olviden visitar la fuente de la Gran Vía, donde en vez de agua sale vino.
*pequeña porción riojana en la provincia Álava.
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