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A finales de aquella temporada del Sueño
Imposible (1967) una mujer del área de Boston llamó a Dick Williams para
pedirle que le hiciera su milagro particular. Su hijo Bobby Broderick estaba
muriendo de cáncer y quería ver al manager de su equipo favorito. Fue al final
de una serie en Fenway Park y por supuesto Dick fue al hospital. No recordaba
mucho el rostro del niño, solo que tenía como 9 años de edad y se aferraba
desde su fragilidad a la esperanza de que los Medias Rojas ganaran el banderín
de la Liga Americana.
Ni siquiera el duro Dick Williams tuvo el valor de prometerle que ganarían el
campeonato, sólo que tratarían. Luego mientras caminaba por el pasillo de
hospital, juró que si lo intentarían con todo el corazón. Bobby Broderick murió
36 horas después. Su madre le informó a Dick Williams en una carta muy bien
escrita sobre papel azul. Williams siempre la conservó en sus archivos. En una
parte decía: “No hay carta que describa adecuadamente la felicidad que usted le
dio a Bobby Broderick y a sus seres queridos cuando vino a visitarlo”.
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