Blog de Víctor José López /Periodista

lunes, 22 de octubre de 2012

Leonardo Silva Beauregard ABISMO


 
Haciendo a un lado la discusión acerca de fraude electoral en el escrutinio de votos, existe una verdad innegable que signa el proceso que llevó a los resultados electorales del 7 de Octubre: todos los recursos del Estado fueron puestos al servicio de la candidatura de la Patria, lo que se traduce en que ese “triunfo” electoral se debió a todos los dólares disponibles para tales fines, toda la capacidad económica del sector público del país estuvo al servicio de esta reelección; y esto quiere decir que fue un gran fraude y por tanto delito, ya que fueron los bienes del 100% de los venezolanos los que se usaron para silenciar a no menos del 44% de ellos. En pocas palabras: el cochino dólar capitalista reinstauró al socialismo. El capitalismo salvaje al socialismo salvaje.
 
Abundan las historias de la compra de votos, del pago a los motorizados, a los votantes etcétera, pero esta no es la materia que nos debe ocupar. El grueso de ese ventajismo está en el clientelismo populista que abarca desde la compra de las conciencias de aquellos que se benefician con las contrataciones con el Estado y sus adláteres, hasta aquellos que reciben mendrugos en refugios de los que no han salido en años, pasando por los que han recibido neveras y televisores de parte de las distintas dependencias gubernamentales, y por supuesto, por los extorsionados empleados públicos temerosos de perder su quince y último. Todo el sistema se sostiene en el imperialista dólar que pagan los odiados yanquis por nuestro petróleo.
 
¿Pero es sostenible este sistema? Difiero de los 8 millones que votaron apostando a que se seguirán beneficiando de él. Más aún, predigo que esos mismos 8 millones se tornarán en los más feroces –y quizás vengativos- críticos de su hoy amado líder. Y tengo razones:
 
La situación económica en el cortísimo plazo es en extremo grave, Venezuela y con ella su gobierno, está al borde de un abismo de magnitudes pavorosas. La economía del país es más monodependiente de lo que jamás lo había sido en la Historia. Con el sector privado cada vez más arrasado, el petróleo es prácticamente la única opción que tiene el gobierno para continuar comprando lealtades. Pero sabemos que PDVSA está en grave estado, que lejos de producir los 6 millones de barriles diarios planificados por el gobierno, produce 2,4 millones, un millón menos que en 2003. La deuda de la petrolera estatal llegó a la exorbitante suma de $ 43.000 millones, lo que excluye toda posibilidad de financiamiento para invertir en su capacidad productora e incrementar producción. Es posible que las dificultades financieras aceleren su deterioro y menoscabo en productividad. Así, que –aun si los precios del crudo se mantienen- las perspectivas de aumentar ingresos lucen fantasiosas.
 
Que se sepa, la deuda pública externa total del país está rondando los $230.000 millones, grosso modo, el doble del presupuesto nacional. Una verdadera monstruosidad que pronto tendrá que confrontar el régimen pues habrá que comenzar a hacer los pagos. Además, el déficit presupuestario es enorme y este se ha financiado con emisión de deuda (con excelente utilidad para los intermediarios, por cierto) e incremento de la oferta de dinero (aumento de la base monetaria). La única forma de compensar este desajuste es con devaluación, lo que implica más inflación. Como si esto fuera poco, en días recientes hizo noticia la venta de de 11 toneladas del oro de las reservas para financiar gasto, lo cual puede indicar –aunque no necesariamente es así- que estamos en liquidación para mantener el tren de egresos y que no hay acceso a más endeudamiento (ha trascendido que los mercados de dinero no están muy proclives a seguir prestándole a Venezuela, y es lógico pues la exposición de los prestamistas ya es inmensa).
 
Los analistas prevén problemas en la economía mundial, ya se sabe que China, principal locomotora que podría tener el país, apartando a su primer cliente, EUA, se está desacelerando y ya está tomando medidas de profundización del capitalismo (mientras aquí pretenden profundizar el socialismo) para disminuir los efectos negativos de su contracción. Es obvio que un giro hacia la recesión mundial puede afectar tanto la demanda como los precios del petróleo.
Lo anterior revela que 1) existe necesidad de mayores ingresos para mantener el populismo clientelar, e incluso, el funcionamiento del país, y ya existe un déficit que no se puede sostener indefinidamente emitiendo más deuda; 2) que no hay perspectivas de aumentar ingresos y que –por el contrario- existen altas probabilidades de que los ingresos regulares disminuyan; y de que 3) es imposible o muy improbable que se pueda contraer más deuda externa para financiar el régimen dispendioso imperante hasta la fecha. De hecho, las probabilidades de estado fallido no son desdeñables. Es posible que en la “doble contabilidad” existente, en la que la mitad de los ingresos petroleros entran al Estado pero que de la otra mitad no se conoce el destino, existan recursos todavía que permitan financiar la orgía revolucionaria, pero de ser así, no son ilimitados. Se habla de que en algún lugar del planeta hay un estimado de $ 60.000 millones producto de ese 50% apartado de los ingresos petroleros.  Lo mismo sucede con las reservas de oro, son finitas. O sea, como es bien sabido, no se puede vivir eternamente en estado de liquidación.
 
En mi opinión, serán necesarias medidas en el muy corto plazo para enfrentar la gravedad que se avecina. Es muy posible que sea necesario recurrir a los mismos organismos internacionales del capitalismo tan rechazados por el régimen. Esto puede significar la necesidad de instaurar medidas de naturaleza muy traumática para la población. Así que esos 8 millones que votaron por la fiesta de los millones y las dádivas del Estado se verán decepcionados y se sentirán burlados; posiblemente reclamen al gobierno los beneficios que entienden como derechos adquiridos, y que les fueron prometidos. Esos 8 millones pedirán las cabezas de los responsables que seguramente serán los ministros y demás funcionarios expertos que “tienen engañado a su líder”. Y ante la imposibilidad de satisfacer con dólares a la turba desengañada y enardecida, no es temerario pensar que al régimen sólo le reste acudir a la fuerza bruta para reprimir a aquellos que lo mantuvieron en el poder con sus votos.
 
Esta situación es conocida por los “técnicos” del régimen, que por ineptos que sean (y lo son) saben sumar y restar. Pero evidentemente la decisión fue agotar los recursos financieros en lograr el primer objetivo de la revolución en estos momentos: quedarse en Miraflores. Una vez conseguido esto, verán cómo confrontar el terrible y desesperado estado de la  economía. Un paso a la vez.
 
Por supuesto, también existe la posibilidad de que ocurra un milagro. Que China decida destinar unas decenas de miles de millones de dólares (que también son finitos) al agujero negro de la revolución bolivariana cuya fuerza gravitacional ya se ha tragado $ 1.500.000.000.000.000 ($ 1,5 billones). Y la verdad es que ni para China ni para ningún otro país la situación es indefinidamente sostenible. Así que esto carece de sentido para ella. Los chinos son hombres de negocios, capitalistas además, de manera que buscan rendimiento y garantía de acceso a nuestra energía, por lo tanto, quizás podrían proponer lo único que restará pues ya les debemos hasta las joyas de la familia: la anexión de nuestro territorio, y la adopción del cantonés como lengua oficial de Venezuela.
No es mucho lo que nos separa del abismo, y en ese abismo caeremos todos los venezolanos, no solamente esos 8 millones de “ingenuos”.
 
 

Muchas veces comenté “casi es preferible que caigamos en el abismo que encontraremos de la mano del verdadero responsable que con Henrique Capriles en Miraflores, quien sería responsabilizado del crimen”.

Twitter: @LeoSilvaBe

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