Blog de Víctor José López /Periodista

jueves, 1 de marzo de 2012

MANOLO HERNÁNDEZ DOUEN Beisbol por Gotas

Bengie Molina será un excelente instructor en Grandes Ligas

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Tim Lincecum no lo titubeó ni un instante al agradecer a Bengie Molina por su primer Cy Young.

"La mitad de este premio le pertenece a él", aseguró el as de los Gigantes de San Francisco a una pregunta de Béisbol por Gotas en aquella ocasión.

Años más tarde, Lincecum aún revela que mantiene un estrecho contacto con su profesor puertorriqueño.

"Usted sabe que tiene un amigo de por vida en Bengie", enfatizó Matt Cain, otro gran abridor de los Gigantes, a una pregunta del periodista Andrew Baggerly en la fiesta que le organizó a Molina su esposa, Jamie, el domingo 26 de febrero, con motivo de su retiro oficial de las Grandes Ligas.

Se pudiera hilvanar una avenida de ida y vuelta a la Luna si se suma la cantidad de palabras de tantos testimonios a favor de Molina por la trayectoria del gran receptor en las Grandes Ligas.

Ya no lo veremos en acción en el Béisbol de Lujo como pelotero, pero su legado fue enorme, mucho más grande todavía si se calcula que ni el propio Molina, un humilde hijo de la Isla del Encanto, contaba con jugar siquiera en las Grandes Ligas.

A la cabeza de sus logros están dos anillos de campeón de la Serie Mundial, uno labrado como receptor titular de los Angelinos de Anaheim en el 2002 y otro bien merecido por su aporte a los Gigantes en el 2010, aún cuando fue canjeado a mitad de año a los Rangers de Texas, con los que obtuvo otro como participante frente a su antiguo equipo en la finalísima beisbolera.

Dos Guantes de Oro son la mejor referencia a su fabulosa calidad como receptor de altos quilates.

Sus disparos a las bases, su pericia para pedir los pitcheos adecuados, especialmente a la hora buena, su capacidad para liquidar en el plato a los corredores, serán recordados por mucho tiempo en los diferentes escenarios a diferentes niveles en los que se puso los aperos.

Porcentaje de .274, con 1,317 hits -144 jonrones- son prueba inequívoca de que no era una perita en dulce para los lanzadores.

Ya se esperaba que Molina fuera un bate respetable en las Grandes Ligas porque desde comienzos de su carrera profesional daba batazos clave tanto en Puerto Rico como en la Serie del Caribe.

Y cuando Bruce Bochy le impuso el reto de ser el cuarto palo de los Gigantes, Molina respondió en el 2008 con 95 carreras impulsadas. Nadie ha remolcado tantas para la novena de San Francisco en una campaña desde entonces.

Con esos y muchos otros logros en el terreno, se hizo respetar entre los receptores de su generación.

Su contribución, empero, fue mucho más allá de eso al aconsejar y ayudar al desarrollo no solamente a los lanzadores de sus respectivos equipos, sino también a sus propios colegas de la receptoría.

Sus hermanos, José, quien fuera su respaldo en aquella Serie Mundial del 2002 y que será el titular de los Rays de Tampa Bay en el 2012, y Yadier, actualmente receptor de lujo con los Cardenales de San Luis, fueron los primeros beneficiados por sus consejos.

No conforme con eso, Molina se convirtió en un mentor de muchos otros colegas, no importando si en el futuro esos mismos receptores pudieran heredar su puesto. En este sentido, se siente especialmente orgulloso de haber ayudado de forma desinteresada a Buster Posey, hoy careta estelar de los Gigantes.

Esa calidad profesional y humana, más su capacidad al comunicar su aporte dentro y fuera del diamante, lo convierten en un futuro candidato a ser un instructor de primera línea en las Grandes Ligas.

Así como su paisano y otrora receptor de lujo Sandy Alomar Jr., también pudiera ser mencionado como candidato a dirigir en las Grandes Ligas.

Por lo pronto, disfruta de su retiro junto a su querida familia.

Fue un honor y un privilegio para Béisbol por Gotas el poder cubrir para diferentes medios la trayectoria de Molina en su ascenso a las Grandes Ligas con los Angelinos y en sus campañas finales con los Gigantes.

Apenas podemos esperar por todo lo que sumará en el futuro, brindándole sus consejos a las nuevas generaciones.
Hasta pronto y, por favor, nunca pierdan la esperanza.
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