ALMA GUILLERMOPRIETO, LA periodista mexicana, estuvo en la Fiesta del Libro. Habló de su trabajo y de esa Latinoamérica que ha escrito por un poco más de 30 años.
Mónica Quintero Restrepo
Diario EL COLOMBIANO
Medellín COLOMBIA
Es una mujer alta y delgada, de pelo corto. Se le asoman unas cuantas canas y sonríe, a veces, como si fuera tímida. No lo es tanto.
La gente la saluda, no toda, pero la que la reconoce quiere decirle algo. Entonces los escucha amablemente, aunque vaya de afán. A algunos se les ilumina la mirada y le dicen que si se acuerda de ellos, cuando el taller de hace tantos años, y ella trata de hacer memoria y el hombre insiste: 'yo fui el que le llevé las galletitas a su casa, ¿se acuerda?'. Sonríe, parece que sí . Le cuenta al fotógrafo que la espera, que sólo tiene tiempo para una foto.
Alma Guillermoprieto le ha dedicado sus letras a América Latina, al conflicto, sobre todo. En una crónica, La llamada Sandinista, escribió: "He visto y contado tantas historias que tengo la impresión de haber olvidado las más importantes, mientras que hay otras que no me gusta repasar".
Por ahora no quiere comprometerse con muchas cosas. Este año lo dedicará a ser reportera. En la Fiesta del Libro vino a contar sobre eso que ha hecho durante tanto tiempo. Habla suave y con pausas. Tranquila, aunque esté apurada. No deja de sonreír, habla de su nuevo libro, que le gusta porque es una retrospectiva de 30 años de trabajo, se extraña de que no se haya dicho mucho de él. También quiere recorrer la feria.
¿Desde el país del nunca jamás , su nuevo libro, le sirvió para recordar?
"Pues sí, yo en realidad tuve miedo de asomarme a ese pozo profundo del tiempo. Quise mantener una cierta distancia de ese recuerdo, porque para mí el libro más importante siempre es el que sigue. Me acabo de enterar de una teoría del señor Foucault, que para leer un libro hay que matar al autor, eso me lo dijeron los alumnos de un curso tenía. Yo les dije, pues bueno, yo quiero matar el libro que acabo de escribir. Mi deseo es que los lectores, si les interesa, puedan recuperar un poco de la historia a la carrera que es el periodismo de América Latina. Para mí realmente lo que importa es lo que viene mañana".
Veinte años sin venir a Medellín. ¿Cómo lo encontró?
"Estoy con la boca abierta y eso que no he tenido oportunidad de ver nada. Hace veinte años era una ciudad que tenía vergüenza -aunque no me gusta utilizar la palabra, pero es un poco eso-, como que se escondía y hoy día es una ciudad que se quiere mostrar a todo el mundo. Y pues tienen razón, porque la ciudad está muy bonita y muy cambiada en sus conceptos.
Yo vine varias veces. Primero a cubrir la masacre de Segovia, luego a lo de Fidel Castaño, y luego a trabajar el tema de los jóvenes, con la ayuda de Alonso Salazar y Víctor Gaviria. Es una juventud no moderna, sino casi posmoderna, que ahora también vemos en Centroamérica y en México.
Una juventud, como dijo Víctor Gaviria, de no futuro y de no esperanza. Lo que me llama mucho la atención es que eso se puede revertir. No quiero ser demasiado optimista, yo no he subido a las comunas esta vez, quizá allá sigue reproduciéndose ese mismo esquema de desesperanza, pero siento que hay una claridad sobre la naturaleza del problema".
Latinoamérica ha sido su único tema. ¿Por qué?
"En mi vida yo no he elegido nada. Todo me ha ocurrido. Todo me ha aplastado. Yo no elegí trabajar en América Latina. Simplemente de un reportaje al siguiente, nunca dejó de fascinarme lo que ocurría. Si yo me hubiera cansado me hubiera ido, no sé, a Malasia o a París, pero nunca se me ocurrió, porque nunca dejé de estar fascinada por la vegetación, la gente, los fenómenos sociales, las extravagancias, la parranda, por todo lo que es América Latina".
¿Cuál es esa América Latina de Guillermoprieto, después de escribirla tanto?
"El libro se llama Desde el país de nunca jamás , porque América Latina es un país que nunca jamás acaba de ser sí misma. Nunca jamás acaba de consolidar sus logros. Avanza y retrocede, pero al mismo tiempo, como el país de nunca jamás, es el sueño al que aspiramos todos. Latinoamérica es una región de grandes sueños, de grandes ambiciones y de grandes metas".
Latinoamérica somos todos estos países, pero ¿si nos parecemos tanto para unirnos en este término?
"Creo que en América Latina no nos hemos querido ver y por eso los libros son tan importantes. Los libros nos transportan y nos permiten vernos y entendernos sin necesidad de presencia física, quizá hasta mejor que con ella.
Pues es que somos idénticos. Estamos unidos por el idioma, obviamente; por una religión que nos forjó la identidad, por una historia colonial: todos somos hijos de España queramos o no, o hijos de Portugal que es un poquito lo mismo. Todos tenemos economías que no han acabado de salir de la dependencia. Todos padecemos la dependencia cultural (E.U. ahora). Todos lidiamos el problema del narcotráfico, sin excepción. Todos concebimos la familia como el eje de las relaciones. Una buena parte somos cultura del maíz y del sancocho. No sé si iguales, pero yo diría que hay tanta diferencia entre un paisa y un costeño, que entre un paisa y un chilango de México".
¿Cómo estamos en periodismo en América Latina?
"Creo que al periodismo le falta muchísimo. Le falta mucha democracia en la estructura de los periódicos: salarial y racial. Quienes están representados en los periódicos mayormente siguen siendo los del poder, los de la sociedad, y los pobres y la violencia como
una categoría global".
» Contexto
Recopilación de lo mejor de su obra
Para los nuevos periodistas, Alma Guillermoprieto aconseja que "se aprende a escribir leyendo y no de otra manera. Y cultivar la curiosidad como si fuera un músculo y para eso se necesita pasión". Para su nuevo libro, la selección fue hecha por Claudio López, director comercial de Random House. Recoge el trabajo de la periodista con textos hechos desde 1980 hasta el año pasado.
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