Como el tema,
por repetido, ya se ha convertido en lo que en argot periodístico se llama
noticia “caliche”, prefiero recordar otros viajes con destinos más claros y
objetivos mucho más presentable 
En estos días abundan las noticias sobre vuelos de aeronaves con
destinos turbios y cargamentos inconfesables. El más reciente vincula a
Venezuela con España por medio del arribo al aeropuerto de Madrid de un avión
con nocturnidad y alevosía con pasajeros inadecuados y transportando un
abultado y sospechoso equipaje. Como el tema, por repetido, ya se ha convertido
en lo que en argot periodístico se llama noticia “caliche”, prefiero recordar
otros viajes con destinos más claros y objetivos mucho más presentables. 
Palos de la Frontera es un municipio español de la provincia de Huelva en
Andalucía, que cuenta con puerto al Atlántico. De allí partió Cristóbal Colón el 3 de agosto de 1492 al mando de
dos carabelas, La Pinta y La Niña, y una nao
La Santa María, con
la idea de llegar hasta las Indias circunvalando el mundo, que sostenía era
esférico, hazaña que no pudo realizar porque en el camino tropezó con un
obstáculo que no había previsto. Sin proponérselo sería el autor del
encuentro entre 
dos
mundos que desde la llegada del Homo Sapiens no se conocían. Tal error le valió
ser nombrado Almirante de Castilla y cambió el curso de la humanidad. 
Es por esto que Palos de la Frontera es conocida como la cuna
del Descubrimiento de América, y su historia ha quedado íntimamente
ligada a aventuras marítimas y descubrimientos geográficos.
También del puerto de Palos
de la Frontera, el 22 de enero de 1926 alzó vuelo el  hidroavión Plus Ultra. Su objetivo era cruzar el  Atlántico desde Palos, hasta Buenos Aires,
Argentina. Se trataba de un hidroplano de origen alemán Dornier Do J Wal. La tripulación la componían el piloto comandante
Ramón Franco, hermano del futuro autócrata español, como copiloto el capitán
Julio Ruiz de Alda, Pablo Rada, el magnífico mecánico aeronáutico, amigo y
compadre del piloto y Juan Manuel Durán, teniente de navío que debió abandonar
el avión en Praia, Cabo Verde, para aligerar de peso la nave antes de dar el
salto al océano con destino a Brasil y Argentina.
El Plus Ultra fue el primer
avión de la historia en cruzar el Océano Atlántico. La hazaña tuvo repercusión
mundial y hasta Carlos Gardel* compuso “La
gloria del Águila”, un tango en homenaje al Plus Ultra, cuya primera
estrofa dice:
“Desde Palos el águila vuela, y a Colón con su gran
carabela,                                  nos recuerda
con tal emoción, la hazaña que agita todo el corazón”
En Mayo de 1927, un año
después, Charles Lindbergh Jr. mejoraría esa gesta, convirtiéndose en el primer
piloto en cruzar en solitario el Atlántico en sentido contrario, en un monoplano de un solo motor Ryan NYP bautizado como Spirit of Saint Louis, desde Nueva York a París.
Franco y Rada eran
Republicanos, y en 1939 al terminar la guerra civil española quedando el
hermano del piloto, Francisco Franco vencedor de la República, debieron
exiliarse. Premonitoriamente, Rada en 1940 llegó a Venezuela como uno de tantos
exiliados políticos; vivió en Caracas durante casi tres décadas dedicándose a
negocios industriales. En febrero de 1969 tras varias intervenciones
quirúrgicas regresó a España con el permiso de Franco, muriendo en Madrid en
mayo de ese mismo año. 
Muchos años después ya por 1986 el caraqueño Francisco Pacheco, experimentado piloto de helicópteros, al mando de “La Guacamaya”
(un helicóptero pintado con los mismos llamativos colores del ave Guacamaya
Bandera, común en Venezuela) batió un record al realizar el rescate más alto
del mundo para un helicóptero, un Hughes
500D a 4.300 metros de altura en Mérida, Venezuela.
También
era piloto de apoyo en los majestuosos vuelos de los globos de aire caliente
patrocinados por la empresa Vencerámica, que probablemente recordarán. 
Radio
Caracas TV igualmente usó a Pacheco y su Guacamaya a finales del siglo pasado en la producción “Expedición”, la estupenda serie de documentales producidos en Venezuela y
otras partes América Latina, donde
volaba sobre selvas cerradas, cumbres nevadas e inhóspitos parajes. 
Pilotada por Pacheco La
Guacamaya logró otro record al ser la primera aeronave que penetró en la gruta Gran Boca del Pez Paraya, en el Tepuy
Autana, estado Amazonas sobrevolando la Piedra de Sacrificios una vez en el
interior de la cueva giró en redondo volviendo a salir. En 1990, Francisco
Pacheco con otro colega caraqueño y veterano piloto también, Tomás Spanier
adquirieron en propiedad “La Guacamaya”. 
Durante un vuelo de apoyo a
un grupo de expedicionarios españoles por
la Gran Sabana, se les ocurrió la idea de que en 1992
con motivo de los 500 años del descubrimiento de América, podrían batir otro
record: partir desde Venezuela hasta Palos de la frontera haciendo la ruta
inversa que usó Colón, pero esta vez en helicóptero, a bordo de la ya veterana
Guacamaya. Con el apoyo de familiares y amigos se dedicaron a preparar
meticulosamente la insólita travesía, cosa que necesitaría unas 30 horas de
vuelo continuo. No existía entonces ningún helicóptero civil con rango mayor de
cuatro horas de vuelo, por lo que llevaron a La Guacamaya hasta Ft. Lauderdale,
Florida, para equiparla con sistemas de navegación y comunicaciones de última
generación y adaptándole un depósito de combustible adicional, que podía cargar
hasta 1.300 litros. 
Pacheco y Spanier eran veteranos con más de 5.000 horas de vuelo en su
haber y muy audaces. Llegado el momento de las pruebas, se les ocurrió que
harían un vuelo sin escalas desde Florida hasta el aeropuerto de Caracas, lo
que era una proeza en sí misma y otro record. La prueba fue un éxito, y la
Guacamaya estaba lista para volar más de diez horas ininterrumpidas.
 El siguiente paso era diseñar la
ruta. Decidieron partir del poblado oriental de Macuro, estado Sucre, en la
península de Paria, el punto por donde Colón hizo contacto con el continente
americano en su tercer viaje. Es una localidad que sólo tiene acceso por mar
desde Güiria o por aire, en helicóptero, está frente a Trinidad a unas 11
millas. Ahí comenzaría el vuelo transatlántico de la Guacamaya el 6 de
diciembre de 1992. 
Previamente habían
sacado una gran roca esférica del rio Orinoco, que fue trasladada por barco hasta
el puerto de Palos para colocarla como un recuerdo de América. Pacheco y Spanier debían tocar tres
continentes: América, el punto de partida, África, haciendo escala en la Isla
de la Sal, Cabo Verde y luego Tenerife en Canarias para  dar el salto final a Europa en Palos de la
Frontera. 
La Guacamaya partió siguiendo la traza de Colón tocando Trinidad, y de
ahí a Cabo Verde. Sin embargo debían tener un apoyo por seguridad en el medio
del Atlántico, para repostar durante el gran salto; sería un barco venezolano
que al final no cumplió y negociaron con un transporte de cemento de bandera
española: el Sorolla. En la cubierta de popa colocaron una plataforma para que
la Guacamaya pudiera posarse y repostar. El mal tiempo y la niebla dificultaron
las comunicaciones con el Sorolla, pero el vuelo 740 de Viasa que estaba en la
zona les orientó y pudieron posarse en plena noche. El resto del viaje
transcurrió sin problemas.
En Palos de la Frontera hay una plaza en honor de la expedición de
Pacheco llamada Macuro (ojo, con “c”) sobre la que se posó La Guacamaya, con la
roca del Orinoco llevada desde Venezuela, y una escultura del artista
venezolano Rafael Barrios titulada “Tercer
Horizonte”. Con este evento, se convirtió en el primer y único helicóptero hasta hoy, en cruzar el Océano Atlántico.
Años después la “furruqueada” Guacamaya sería vendida a un particular. 
Lamentablemente,
el día 21 de Noviembre de 2002,
a pocos días para la celebración de la primera década del histórico vuelo,
saltó la noticia: “El helicóptero la Guacamaya fue
secuestrado por la guerrilla colombiana en Maturín, dejando en libertad al
piloto, pero no se supo más de la aeronave”. El Universal de aquella fecha fue más específico: “cuatro plagiarios, entre los que se
encontraban un guardia nacional y un efectivo de la policía científica, se
robaron en Guanarito el helicóptero venezolano La Guacamaya, famoso por poseer
tres récords mundiales, que fue vendida en Colombia a las FARC. 
Ya se sabe que
en revolución todo es 
posible.  
* En YouTube escriban:
 Gardel,  “La gloria del Águila” y escúchenlo
 cantar
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