Un día como hoy, 12 de Junio, pero de 1898, el Gral. José Manuel Hernández (El Mocho) es derrotado con los restos de su ejército nacionalista en el sitio de El Hacha, en el actual estado Cojedes, poniéndose fin a la “Revolución de Queipa” un intento armado por restablecer la institucionalidad y la constitución quebrantadas por los usurpadores que burlaron la voluntad popular en las elecciones de septiembre del año anterior.
El Mocho, como todavía se le recuerda con cariño, contaba con una abrumadora mayoría del electorado que había ido a votar pero el gobierno burló la voluntad popular por medio de gente armada.
El Mocho, por primera vez en la historia de Venezuela había hecho una verdadera campaña electoral moderna, aprendida de su viaje a Estados Unidos, de donde trajo el sueño de tener en nuestro país unas transiciones políticas cívicas, con fiestas y no con guerras; por eso hizo su campaña como había visto en la nación del norte: con viajes por todo el país, creando comités cívicos de electores, dando mítines, haciendo propaganda electoral, escuchando propuestas, reuniéndose con la gente, entusiasmando desde los más pobres hasta los más adinerados, desde analfabetas sin derecho a voto hasta médicos y juristas, lo que le ganó el enorme respaldo popular, pero como se dijo en esos tiempos: El Mocho tiene el 75 por ciento de los hombres de Venezuela…pero el gobierno tiene el 25 por ciento que carga las bayonetas.
La revolución, se inició con el bellísimo “Grito de Queipa”, por el nombre de la hacienda valenciana donde se inició el movimiento incorporando innumerables hombres reconocidos especialmente en Carabobo y Cojedes estaban entre los primeros conspiradores; se recuerdan nombres como Ortega, Lima, Barreto, López, Tirado, Conde, Loreto y tantos otros hombres de trabajo y de pelea que sería imposible nombrar. Pero luego de varios meses de campaña por todo el país no soportó la superioridad de las fuerzas del gobierno usurpador inspiradas por el mítico caudillo Joaquín Crespo, quien murió enfrentando a los nacionalistas.
La figura de “El Mocho Hernández” es extraordinaria. Hombre testarudo y honrado como pocos. Nunca tuvo ni anheló riquezas. Se le ofreció en más de una oportunidad compartir las mieles del poder, pero casi inmediatamente renunciaba por no compartir las acciones turbias de los gobernantes. Valeroso en batalla, siempre al frente de sus tropas. Desprendido como si hubiera hecho votos de pobreza. En las casas, desde los más humildes, hasta las familias más acomodadas tenían su retrato, entre la Virgen de Coromoto y el de El Libertador. Con una figura y un procede que nos recuerda al de El Quijote, es un personaje digno de recordar en estos momentos oscuros de la Patria.
Finalmente, citamos un extracto de la “Proclama de Queipa datada en Valencia, el 2 de mayo de marzo de 1897”:
“El país que ha dado tantos hijos ilustres a la tierra americana no puede consentir en caer bajo la férula de un extranjero* afiliado al partido de los despotismos tradicionales de Venezuela. Sería una ignominia…El gobierno …ha comprometido las rentas futuras del país, esquilmando el tesoro con escandalosas exacciones; ha recrudecido la miseria de las clases laboriosas; creado la holgazanería por la avaricia de instintos mercantiles y prácticas torcidas, que desenvuelve y realiza por medio del contrabando¡ La pasividad y la indolencia son los grandes cómplices de los graves males que afligen a la Patria”.
*Recuerdese que al usurpador de ese entonces se le acusaba de no ser venezolano sino colombiano.
Al final, los usurpadores no pudieron disfrutar del poder: Crespo murió de un balazo y Andrade fue derrocado año y medio después, huyendo despavorido del país.
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