Blog de Víctor José López /Periodista

viernes, 15 de febrero de 2019

CORTO Y PROFUNDO Por Rafael Poleo

De manera rotunda, el Papa molinero descalificó moral y jurídicamente al usurpador de la dignidad presidencial venezolana



Foto Cortesía
De manera rotunda, el Papa molinero descalificó moral y jurídicamente al usurpador de la dignidad presidencial venezolana. 

 Por RAFAEL POLEO

A su arribo, el Papa Bergoglio fue recibido con entusiasmo por los católicos que consideramos necesario actualizar el mensaje y la acción de la Iglesia. Saludamos en él la irrupción de una personalidad decidida a iluminar áreas oscuras  y enfrentar realidades odiosas.
Luego, de un momento para otro, la transparencia se nos volvió opacidad. Con respecto a Venezuela, percibimos una postura ambigua frente a la dictadura destripadora de valores como la compasión y la honradez que el cristianismo implantó en Occidente para sobre ellos edificar una cultura de solidaridad.
Si esta percepción no llegó a quebrarnos el  ánimo, fue por la conducta de nuestros obispos, quienes antes de que los grandes partidos nacionales consolidaran la unidad que ahora nos dinamiza, mantuvieron viva y activa la resistencia frente a la dictadura. Obvio que los obispos no actuaban a contrapelo de la estrategia papal. De todos modos, sentíamos el vacío creado por el opresivo silencio vaticano.
Pero el Papa sí que hablaba, sólo que en nivel distinto al de la actuación pública, encomendada a obispos y curas que se batieron y se baten en el campo de una histórica batalla. Ahora lo hemos sabido por la filtración de párrafos en los cuales el Santo Padre responde a una carta donde el usurpador de la dignidad presidencial venezolana intentó usarlo como instrumento de sus tácticas dilatorias. En esa respuesta impacta la rotundidad con la cual el Papa rechaza la mediación,  debido a la indignidad de quien la solicita. Y, lo más importante, a Maduro se le niega el tratamiento de presidente, lo cual implica un reconocimiento al sustituto ungido por la Asamblea Nacional.
El molino de Dios muele lento, pero muele fino. Lo ha hecho así por milenios, con los mejores resultados.

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