Blog de Víctor José López /Periodista

sábado, 29 de julio de 2017

LUIS BELTRÁN GUERRA Conmoción Constituyente


 Es así, el pueblo convertido en nación y ésta en república, derivación de la ciudadanía, transformada en titular de la soberanía. 
En l958 el profesor José Melich Orsini al explicar la Teoría General del Contrato, afirmaba que es una convención entre dos o más personas para constituir, reglar, transmitir, modificar o extinguir un vínculo jurídico y que las obligaciones deben cumplirse como han sido contraídas.
En el 2017, 59 años después, Bartolomé Gutiérrez, enseñante de Derecho Constitucional, explica que la teoría general ha de entenderse una sola, por lo que con las variables respectivas es fuente llamada a nutrir las relaciones contractuales entre particulares y de aquellas establecidas entre el ciudadano, el Estado que aquél crea y los legisladores, gobernantes y jueces. Es así, el pueblo convertido en nación y ésta en república, derivación de la ciudadanía, transformada en titular de la soberanía. Las pautas del proceso, en el fondo consensuales, pero imperativas, integran la Constitución, pacto o contrato societario, de obligatoria observancia para gobernantes y gobernados. Pero, adicionalmente, lo cual es determinante, que contempla el modelo estatuido para convertirnos en sociedad democrática, progresista, de paz y derecho. El bien común.
El docente pregunta cuáles son las obligaciones del gobierno y del pueblo, mirando a sus estudiantes. Pretende proseguir, pensando que ninguno tiene interés en responder, paseándose meditabundo por el podio del aula. Pero percibe la mano levantada de Cecilia Zimmermaan, de padre alemán, quien se residencia en Venezuela por temor a Hitler, a cuyo régimen combatió desde su Catedra de Leyes en la Universidad Libre de Berlín. Expresa que en rigor ha de acudirse al bloque de la legalidad, integrado por la Carta Magna y demás preceptos conductuales, con cuya consolidación induce a que quede establecido como máxima y que, a lo largo de un proceso de consolidación histórica del Estado democrático, termina limitando el ejercicio del poder público excepcional, entendido como aquel cuyo ejercicio se permite en determinadas circunstancias, poniendo de lado reglas constitucionales. La filosofía política termina inclinándose, ante la concepción de que la garantía a la democracia y los derechos ciudadanos ha de ser plena, razón para que tal posibilidad llamada “razón de Estado” haya de limitarse (Burke). Y a ello se suma la teoría moderna del constitucionalismo. Gutiérrez, entendiendo que Zimmermaan es preparada, plantea si “la convocatoria a una Constituyente formulada por el Presidente, violatoria de la esencia fundamental de la democracia y del Texto Fundamental que la consagra, encontraría legitimidad en la denominada “razón de Estado”.
Juvenal Aparicio, de Lagunillas, manifiesta que el gobernador del Zulia respondería afirmativamente, alegando que el Estado ha de prevalecer con respecto al ciudadano. El profesor ante aquella respuesta carente de sentido concede la palabra nuevamente a Cecilia, quien argumenta que en el país, como en la Alemania nacista, un predicador de mentiras jugó con las fantasías de la gente (Greene), proponiéndose el mayor embuste de la historia, o sea, dominar el mundo. Las fuerzas aliadas que lo evitan no alegan “la razón de Estado”, sino “la necesidad de salvar a la humanidad” de aquella barbarie. Por fortuna lo logran.
Arturo Calderón, mexicano y quien asiste como invitado del profesor Gutiérrez, acota que en Venezuela la ciudadanía se ha hecho eco de “la teoría de la razón de Estado”, pero no en el sentido del filósofo Burque, ni como lo ha planteado Cecilia Zimmermaan, esto es, un atropello a los derechos ciudadanos, sino más bien en defensa en la calle de éstos últimos, de la República y su democracia. Así como en Alemania el Furher se adueñó del Estado y sus instituciones, en Caracas un nacionalismo criollo ha hecho lo mismo bajo la metodología que Osvaldo Hurtado, expresidente de Ecuador, otro país afectado por el mal califica como la dictadura del Siglo XXI. Para él la democracia es un sistema político conformado por una urdimbre diseñada para distribuir el poder, evitar sus abusos y garantizar que los ciudadanos puedan vivir en libertad, ejercer sus derechos y participar en la vida pública. Aquí una no democracia ha hecho la convocatoria constituyente, no para salvar al Estado, sino arraigarse en el proceso de destrucción que se iniciara en el 92.
La Constituyente convocada desconoce tanto la soberanía popular que Carlos Ayala afirma que es un grave error histórico y una irresponsabilidad con toda la nación (Prólogo a La Teoría Constituyente, Luis Beltran Guerra).
El profesor Gutiérrez finaliza la clase expresando que el domingo 30 Venezuela experimentará “Una conmoción constituyente”. Melich Orsini diría que no hay dudas que el régimen ha transgredido el contrato societario y en comandita con legisladores y jueces que lo han apoyado. Los últimos, de no actuar como juristas del terror anularían la convocatoria. Es una responsabilidad compartida que mancilla el alma de la República.
En el aula, una tristeza inocultable.
@LuisBGuerra    

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