(A los 119 años de su
nacimiento).
Román J. Duque Corredor
Presidente de la Fundación
Alberto Adriani
“Su muerte es una lamentable
pérdida para Venezuela”, afirmaba el Presidente Eleazar López Contreras,
en su decreto de fecha 10 de agosto de 1936, al anunciar al país el
fallecimiento del doctor Alberto Adriani, Ministro de Hacienda y al declarar
por ese motivo duelo oficial por tres días a partir de esa fecha.
El Dr. Alberto Zérega
Fombona, su profesor en la Universidad de Ginebra, en sus palabras en la
Cámara de Diputados calificó su fallecimiento de “desgracia nacional” por
significar una pérdida “para propiciar la grandeza del futuro patrio”: Y,
el escritor Pedro Sotillo, al referirse a la muerte de
Alberto Adriani, lo llamó “una de las personalidades más vigorosas de
Venezuela”.
En verdad, que este
venezolano insigne, nacido hace 119 años, en la población de Zea, Estado
Mérida, el 14 de junio de 1898, fue, sin duda, esperanza y futuro de la
Venezuela postgomecista. Por lo que su muerte fue tan sentida y lamentada
nacionalmente. La divulgación de su obra, su pensamiento y su
acción, como personalidad sobresaliente de científico y trabajador incansable
por el desarrollo cultural, social y económico sustentable de nuestro país,
justifica se conmemore el 119 aniversario de su nacimiento y
se recuerde su legado de progreso en libertad, sobre la base de un compromiso
nacional, como un acervo aún no cumplido en nuestro país.
Adriani, señaló la
necesidad de buscar puntos de confluencia para encontrar caminos o sendas de
progreso y de paz para superar la crisis que en todos los órdenes
sufrían los venezolanos. Adriani consideraba obligatorios
para los gobiernos los consensos y conciertos en épocas de crisis y de
transiciones políticas, según su concepción que gobernar no es mandar
sino dialogar. Deber estadal que hoy día es más imperioso por el
deterioro institucional y el déficit económico y social en que se encuentra
Venezuela, reconocido por organizaciones nacionales e internacionales
científicas y de opinión, de innegable prestigio y de acrisolada
autoridad.
Alcanzar la
paz y la convivencia política, como garantía de una prosperidad
económica sostenible era el pensamiento básico adrianista de la apertura
económica, para una eficiente producción nacional, la consolidación y
ampliación del mercado interno, el incremento de los ingresos públicos no
dependientes del petróleo, una inversión extranjera productiva y de
tecnologías modernas, una inmigración selectiva y de un sistema
educativo integral vinculado a las oportunidades de trabajo; dentro de un
Estado federalizado, en base al desarrollo municipal, que condujera el
país hacia una economía nacional, autónoma y próspera.
Ello a través de un plan
armónico de todos los factores de la producción, según sus propias
palabras, que compatibilice “Cada libertad concreta reglada con los
intereses del colectivo”. Plan este en el cual Adriani advierte que, “la
agricultura y la cría son mucho más importantes que otras actividades postizas
y antieconómicas a las cuales dedicamos mayor atención”, y que considera
“al petróleo como una riqueza transitoria y postiza”, en su tajante definición
de potenciar lo sostenible de una economía de avanzada. Proyecto
este de Alberto Adriani, de superación de “ideologías y nacionalismos
rabiosos” y del paso de “un estado gendarme a un estado providencia”, que
era su visión de una Venezuela que afrontara los grandes desafíos de una
sociedad venezolana, moderna y progresista, en libertad y democracia,
que en el siglo XXI, en la actualidad, en Venezuela, como no lo fue
nunca antes en nuestra historia, sigue siendo una exigencia, ante la
presente debacle nacional, fruto de un gobierno que practica lo que Adriani
llamó “ideología rabiosa”, que tiene el odio , la persecución y la
destrucción como política de Estado.
La Fundación Alberto
Adriani, considera, que los 119 años del nacimiento de su epónimo, es
oportunidad propicia para hacer justicia a quien pensó en un proyecto de
país, que no se queda solo en el plano político sino que comprende también lo
económico, lo social y lo educativo, y, que, en palabras de Mariano Picón
Salas, es su aporte doctrinario, como estadista, para sacar “de la
tiniebla una vida nacional aterida y muerta”, que aún sigue pendiente en
el país como un legado incumplido.
Hoy, al conmemorar el
nacimiento de Alberto Adriani, en el presente histórico de un proyecto político
totalitario, que se adelanta en el país, y que se quiere consolidar con una
constituyente antidemocrática, su advertencia sobre los regímenes
estatistas y personalistas cobra vigencia, como lo era después del gomecismo,
de que “El estado tiránico o arbitrario nunca aseguró la continuidad de
ningún esfuerzo social ni la concordia, y no justifica a caudillos voraces
e independientes”. Y su requerimiento, ante una situación como la
que sufrimos los venezolanos de un deterioro institucional, moral, social y
económico, de que “La patria nos agradecería que encontráramos - y
nuestro deber es buscarlas- las vías seguras de su prosperidad y de su gloria”;
es un compromiso moral que tenemos los venezolanos. La muerte de
Alberto Adriani, privó a Venezuela de una gran estadista, que de haber
sobrevivido mucho más, su proyecto de un Estado democrático con una economía
provechosa sustentable, hubiera sido una ruta de progreso para nuestro
país.
Al recordar su nacimiento
hace 119 años, repetimos, con el ex dirigente estudiantil Rubén Darío
Peralta: “que hubiera sido de Venezuela si este estadista hubiera vivido lo
suficiente para cumplir su promesa “el año que viene pondremos el país a
producir” (http://rubendarioperalta.blogspot.com.es/2010/04/un-consejo-de-alberto-adriani-para-los.html#!/2010/04/
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