MINUTOS DE SILENCIO
Leopoldo López Gil
Con el alma encogida y
los ojos húmedos con lágrimas fugaces guardamos con el debido respeto el último
homenaje a nuestros héroes muertos en esta lucha por recuperar la
democracia.
¿Ha valido la pena
esas pérdidas de jóvenes promesas, talento en formación, futuros padres o
cariñosas madres por venir?
Esta pregunta me la
hago sin encontrar una respuesta satisfactoria, por el contrario con angustia
hoy quisiera planteársela al presidente Maduro, a la Sra. Flores, al
diputado Cabello, al Ministro Padrino
López, al profesor Istúriz, y sus camaradas Bernal, Varela, Rodríguez, Chávez y
Vielma Mora.
Esta duda se las
transmito, pues supongo que sienten o han sentido el amor paterno, el cariño
materno y la felicidad fraternal. Supongo que ustedes son tan de carne y
hueso como los padres de esos jóvenes caídos, por lo que estoy seguro que si
les correspondiese guardar ese minuto de silencio sentirían como yo y el resto
del país, un crujir del corazón.
No hay bandera ni
ideología que justifique la muerte de un joven. Es comprensible defender a
ultranza la vida, el derecho a ella, a su supremacía entre las protecciones
universales del ser humano, pues sin vida no hay humanos y sin humanos no hay
sociedad y sin ella no hay patria.
Contrario a ese
derecho, y deber por cierto, de proteger la vida nos aparece la obligación como
personas de preservar la libertad. Si algo tiene el ser humano diferente con
los animales es precisamente el libre albedrio, la razón, y su capacidad de
escoger.
Allí radica la
incógnita ¿es justificado el sacrificio de esos jóvenes a quienes hoy rendimos
honores?
!Claro que sí! una y
mil veces sí. Señores sátrapas del poder, gerifaltes de la destrucción, amos de
la corrupción: ¿no tendrán ustedes dentro de sus almas alguna reserva de
arrepentimiento, o tal vez han de buscar en el espejo del sufrimiento ajeno la
chispa que le encienda la contrición necesaria para pesar en esa balanza que es
la justicia, si lo que hoy hacen, está dentro de lo que la historia juzgará
como arbitrariedad o corrección?
Los hombres sensatos y
prudentes admiten, sin dudas, la verdad de los principios establecidos por
nuestra moral y costumbres. ¿Qué será de nuestra patria si prevalece como un veneno
ese ensañamiento y crueldad hacia quienes piensan y aspiran distinto a ustedes?
Hay un tiempo para
indignarse, igual que hay un tiempo para contener la ira. La Patria es como una
madre tierna y compasiva que no exige la muerte de sus hijos, desea ardientemente
que todos vivan y sean felices, que desarrollen plenamente su potencial,
por eso sí se
sacrifica y llora con pasión.
Basta de silencio
Ojala que no guardemos ni un solo minuto más y que de ahora en adelante nos
unamos todos en la algarabía de un grito que al unísono diga "Viva
Venezuela". Está en sus manos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario