Blog de Víctor José López /Periodista

sábado, 6 de mayo de 2017

LEOPOLDO LÓPEZ GIL A los Militares Venezolanos

Caracas 5 de mayo de 2017

Un humilde y sentido homenaje a los guerreros de mochila y franela de mi patria Venezuela.

Sin libros en la espalda

Como una piedra esculpida por el miedo y por la rabia
Como una estaca clavada bañada en desesperanza
Estaba aquella mujer en la puerta de su casa 
Con la mirada perdida detrás de un velo de lagrimas 
Rogando desesperada al fruto de sus entrañas:

¡No salgas hijo!, ¡no salgas!, ¡no des la vida por nada!
¡No vale la pena el riesgo!, ¡no te expongas!, ¡no lo hagas!
¡No me quites la ilusión!, ¡no me quiebres la esperanza!
...que ya no me quedan fuerzas para rezar asustada 
porque  llegues sano y salvo cuando sales a esas marchas…

Con la voz ahogada en llanto gritaba desesperada
 sujetando por los hombros a un joven lleno de rabia
 que con ira incontrolable le decía estas palabras:

¡Ábreme paso mamá!, ¡no pretendas que no salga!, 
¡Ya no hay retorno, viejita!, ¡porque ya no queda nada!
¡Es la hora!, ¡es el momento de hacer algo por mi patria!
Si no salimos no hay lucha y sin lucha no hay mañana.

Estoy cansado mamá, de verte desesperada 
madrugando en una cola por un bocado de nada.
 Tú me criaste repitiendo que jamás me acostumbrara, 
que el país no era así, que nunca faltaba nada,
 que hasta el más pobre tenía comida cada mañana 
y yo no conozco eso de la abundancia pasada.

Yo conozco es de miseria,  escasez… desesperanza.   
Conozco de hambre en las noches, conozco de muerte y rabia.

¡No me toques ese tema!, ¡no lo nombres que me matas!, 
Le respondió ella cayendo en el suelo arrodillada.
Fueron dos los que perdí, dos pedazos de mi alma, 
tus dos hermanos mayores dejaron sola esta casa: 
uno me lo quitó el hampa  y el otro murió por nada…

¡Murió luchando, mamá!,

¡no hijo, murió en las marchas!
Una bala desgraciada le arrebató la esperanza… 
¿Y ahora tú también quieres que te arrebaten la vida,
lanzando piedras a esos que te responden con balas?

¡No me quito de esta puerta, porque no me da la gana
de entregarle a esos infames tu vida y mi esperanza!
El muchacho enardecido cargó a su madre en sus brazos,
la quitó de su camino decidido y en su abrazo,
le pidió perdón llorando por el dolor que le causaba:

¡Perdóname madre mía!, hoy no hay libros en mi espalda…
Hoy no llevo una chaqueta, llevo la bandera y agua…
Y estas manos y estos brazos para lanzarles con ganas,
¡y en cada piedra que lance les mandaré la esperanza 
de ver a mi pueblo libre cuando salga el sol mañana!

¿Y qué le digo a tu padre cuando llame y tú no estés?
¡Dile que le pida a Dios que no me encuentre con él!
Y que cada vez que apunte a un estudiante y dispare,
ruegue porque no sea yo el blanco de sus ataques.

Mientras salía por la puerta se volteó por un instante
 y con dolor y firmeza dijo llorando a su madre: 
Si no regreso no llores, salúdame a mi papá, 
y dile que nunca entendí por qué su fidelidad 
a ese uniforme manchado de tanta mediocridad.

¡Bendición mamá!, ¡Te amo!, reza por la libertad… 

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