PROCESO
IRREVERSIBLE
Todas
las cartas están sobre la mesa. Por un lado un régimen probadamente
incompetente, ideologizado mediante un socialismo comunistoide, dirigido por un
grupo cada día más reducido de cómplices de tantas corruptelas conocidas y por
conocer, incapaz de mantener en términos decentes la memoria del difunto
“inmortal” y por el otro, la nación entera desbordando estructuras políticas,
económicas y sociales, expresando de manera inequívoca su deseo de cambio
radical en la dirección de los principios fundamentales de Justicia y Libertad,
base de los valores democráticos que la animan.
Régimen
totalitario y tiránico. Responsable directo de la inseguridad de personas y
bienes generadora de miles de muertos y heridos por causas diversas, de
millares de exilados forzados o voluntarios, del acoso y amenaza permanente
contra todo lo que no acepte la situación incluida la Asamblea Nacional, legítima
expresión de la voluntad popular. Lamentablemente para ellos, llegó la hora
final. ¡Ya basta! Para quienes dirigen la acertada resistencia frente a la
tiranía pareciera repetirse la famosa frase de abril de 1810 según la cual
“vacilar es perdernos”, hoy más vigente que entonces.
El
testimonio invalorable de la Conferencia Episcopal Venezolana, del clero en
general y de cada uno de los integrantes de la estructura eclesiástica, han
orientado la lucha por los adecuados senderos de la democracia, del pluralismo,
de la decencia y de la justicia, sin la cual serán imposibles el perdón y la
paz duradera.
Se
acerca la hora de la reivindicación del Derecho como instrumento regulador de
la vida en una sociedad democrática. De las relaciones de los ciudadanos entre
sí y de éstos con el Estado-gobierno. Indispensable la existencia de un
ordenamiento jurídico sabio y estable, dictado por el propio Estado, pero al
cual debe someterse fundamentalmente el propio Estado y, por supuesto, todas
las ramas del poder público que lo integran.
Conozco
y siento la preocupación de muchos debido a la incertidumbre que algunos tienen
sobre el desenlace de la actual y definitiva confrontación. Pero esta
circunstancia, lejos de invitarnos a tirar la toalla por temor o cansancio,
debe servir, como está sucediendo, para avivar el espíritu de lucha con el
convencimiento de que estamos a las puertas de un nuevo amanecer luminoso.
“Siempre
habrá Venezuela”. Fue el título de un libro de Miguel Ángel Capriles hace unas
cuantas décadas. Tenía razón Don Miguel, pero está en nuestras manos ahora que se
trate de una Venezuela Mejor. Es posible y está muy cerca la oportunidad de
demostrarlo. La Nación tiene todo para tal fin. Ideas, proyectos y programas y
lo que es más importante, hombres y mujeres formados para hacerlos realidad.
Lunes,
22 de mayo de 2017
@osalpaz
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