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Si bien es cierto que el invento de Robert Moog fue el
padre de todos los sintetizadores, también esta históricamente comprobado que a
su vez el Minimoog-D tuvo el suyo: el Thérémin
La electrónica se introdujo en el arte musical por medio de
artefactos que aportaron sonidos diferentes o lograban calcar las armonías y
timbres de los instrumentos convencionales. La obsesión por la electrónica para la obtención de música a través de
la misma no es reciente, se inició en el siglo antepasado. La avidez futurista
por encontrar el instrumento de los instrumentos, aquél que fuera capaz de
albergar en sí mismo los sonidos de una orquesta o de emular con la mayor fidelidad
posible cualquiera de los producidos de forma natural, centró la vida y obra de
muchos científicos.
Entre mediados del
siglo XIX y los
albores del XX se
fabricaron multitud de artefactos como el “resonador Helmholtz”, del físico y
matemático alemán Von Helmholtz, el Dynamophone, el Tehlharmonium, o el
Choralcello, que hoy son joyas como Instrumentos Electrónicos de museos pero
que resultaron ser, por su falta de efectividad y colosales tamaños, verdaderos disparates sonoros que no tardaron en desaparecer. Pero en la
evolución de estos antiguos engendros de la electrónica experimental, algunos
instrumentos como el Electrophon (1921), el Ondes-Martenot (1928) o el
Kaleidophon (1939) lograron sonar. Fueron los parientes lejanos de la creación
humana más relevante, en el mundo de la música, en varios milenios de evolución,
el instrumento musical electrónico por excelencia: el Sintetizador, que llegó a adquirir verdadera importancia
tras la aparición de su antecesor fundamental: El
Moog. Este primitivo y modesto sintetizador
realmente originó una revolución.
Fueron los ingenieros norteamericanos Bill Hemsath y Robert Moog, quienes desarrollaron en un pequeño apartamento del Greenwich Village
neoyorquino el primer “Moog” modular en 1964, usando un complejo sistema
que integraba distintos módulos (un oscilador, un amplificador de voltaje
controlado y un filtro) que permitían imitar sonidos de cualquier instrumento
musical, generar timbres nuevos, modificarlos o
combinarlos, y todo desde un único teclado.
Este sintetizador de
los años 60 tenía un gran inconveniente: estaba ensamblado en un enorme armario
de ocho metros cuadrados, repleto de botones, clavijas y huecos
interconectados por casi un kilómetro de cables por lo que debió pasar algún tiempo hasta hacer el instrumento más practicable.
El “Minimoog-D” en 1970, fue el que saltó la barrera debido a su
facilidad de uso, amplia disponibilidad, portabilidad y diseño sencillo; dotado de un teclado compacto de apenas tres octavas. Monofónico (sonaba una nota a la vez) solo se podían tocar líneas melódicas, hasta
que años después aparecieron los sintetizadores polifónicos que podían cubrir
la gama armónica como un piano o un órgano.
Mientras trabajaban en
su invento, Robert Moog conoció a Walter
Carlos (Wendy tras su cambio de sexo), un talentoso músico norteamericano,
compositor y arreglista recién graduado, alumno de
Vladimir Ussachevsky, pionero de la música electrónica en la Universidad de Columbia, donde
obtuvo su máster en música. Se entusiasmó con el proyecto de Moog asesorándole
en aspectos musicales y convirtiéndose en su mejor cliente. Esa colaboración
cambiaría el curso de la música para siempre.
Walter Carlos en su primer disco usando las nuevas técnicas de
grabación multipista, produjo, arregló e interpretó, el primer álbum de de la historia grabado
totalmente con un sintetizador monofónico, en vez de una orquesta,
interpretando piezas barrocas de Johann Sebastian Bach. Su disco Switched-On Bach, (Columbia
Records, 1968) se convirtió en el mayor “best seller” de música clásica de todos los
tiempos, y Walter Carlos se hizo leyenda. En 1970
recibió 3 premios Grammy como: Mejor Álbum de música clásica; Mejores Arreglos
para Álbum Clásico; Mejor Interpretación como Solista Instrumental Clásico. Y
en 1999 su disco “Switched-On Bach” entró
en el Salón de la Fama de los Grammy. Gracias
a R. Moog y a W. Carlos quedó demostrado que los instrumentos musicales
electrónicos habían llegado para quedarse.
Ahora bien, es cierto que el invento de Moog fue el padre de todos
los sintetizadores, pero está históricamente comprobado que a su vez el Moog
modular también tuvo su progenitor:
el Thérémin
Es generalmente aceptado que los instrumentos musicales electrónicos
fueron operativos a partir de la segunda mitad del siglo XX. Todos los
desarrollos previos de la música electrónica no sirvieron para nada y en
el mejor de los casos su vida fue muy breve, excepto el Thérémin, que no
solo funcionó bien, sino que hoy es un instrumento de culto usado por los
intérpretes y compositores, más importantes del siglo pasado y del actual, tanto
sinfónicos como populares.
El Thérémin fue inventado en 1919 por el inventor judío ruso Lev
Termen (1896-1993). Fue el primer instrumento musical electrónico exitoso;
además de su sonido muy especial, lo mágico es que el ejecutante no hace ningún
contacto físico con él para sonarlo. Empezó como algo exótico para un
tipo de música vanguardista “culta”,
pero ha llegado a sonar hasta en los géneros más recónditos de la música.
Tras varias críticas contradictorias en diversos foros y
conferencias de electrónica, Lev Termen logró mostrar su invento en 1921 nada
menos que al líder bolchevique Vladimir Lenin, que quedó tan impresionado con él que
aprendió a tocarlo, y le hizo un pedido de seiscientos instrumentos para
distribuirlos en todos los Conservatorios de música de Rusia. Lenin además
envió a Termen a un viaje alrededor del mundo “para mostrar la invención de la música
electrónica por la nueva tecnología soviética” (sic).
Tras una dilatada gira por Europa, Termen llegó a los Estados
Unidos, donde hábilmente patentó su invención en 1928 y concedió los derechos
de producción y comercialización a la RCA con el nombre de “RCA Thereminvox”. Trató a
personajes como Albert Einstein, y el cineasta Serguéi Eisenstein y
conoció al ingeniero Robert
Moog, con quién negoció posteriormente la licencia para
fabricar de nuevo invento.
El Thérémin es un
aparato sencillo que al principio pasó desapercibido, pero lentamente se
introdujo hasta convertirse en un instrumento clásico o “vintage”, como se dice ahora, desde
que Dmitri Shostákovich incluyo en sus composiciones partes para el Thérémin en piezas orquestales, y lo usó
en la banda sonora de la película de 1931, Odna.
Cuando los músicos y productores de rock y pop descubrieron el “sonido Thérémin” lo adoptaron y
usaron en sus grabaciones como un toque de “clase”,
era como usar actualmente un coche Bugatti. Vean apenas una somera lista de
famosos que lo emplearon y aún se sigue
usándo:
Led Zeppelin, Pink Floyd (en Dogs), de The
Rolling Stones (en Please go home) Yoko Ono, Rita Lee, Jean Michel Jarre, Giorgio Moroder, Los Relámpagos, La Oreja de Van Gogh, Amaral, Estopa…
También el cine lo ha utilizado. En “Recuerda” (1945)
de Alfred Hitchcock, el sonido del Thérémin aparecía cuando los
pensamientos obsesivos se adueñaban de la voluntad del
protagonista John Ballantine (Gregory
Peck). En “Días sin huella” de Billy Wilder, en los momentos de
embriaguez del alcohólico Don Birnam (Ray
Milland) su delirium trémens se subrayaba con sonidos
de un Thérémin. En la
película “The Song
Remains the Same” de Led
Zeppelin, se ve a Jimmy Page improvisando efectos de sonido con un primitivo
Thérémin en la canción “Whole
Lotta Love” y
con Robert
Plant en “The Truth Explodes”.
La lista sería larga, pero quisiera que vieran y escucharan a Lev
Termen haciendo magia con su invento: https://www.youtube.com/watch?v=w5qf9O6c20o
Y en el resto
de los enlaces una canción de los Beatles y el tema de “El mago de Oz”, Una demostración del
fantástico sonido del modesto abuelo de los sintetizadores
“The long and winding road”. https://www.youtube.com/watch?v=_3EPtUPcs8s
“Over de Rainbow”
https://www.youtube.com/watch?v=K6KbEnGnymk
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