HONOR A LOS
PRESOS POLÍTICOS
Pueden
llamarlos como quieran. Presos políticos, políticos presos, personas detenidas
o cómo les dé la gana. El hecho cierto es que Venezuela vive una de las horas
más tenebrosas de su historia. Centenares de compatriotas están privados de
libertad en distintos sitios de reclusión. Se trata desde retenes policiales
hasta cárceles de conocida tradición, pasando por inmundos calabozos existentes
tanto en Caracas como en muchas ciudades del interior del país. Debo incluir en
este espacio a los cientos de ciudadanos en libertad condicional con buena
parte de sus derechos civiles y políticos suspendidos de manera arbitraria.
Debería agregar a quienes no sienten condiciones mínimas de seguridad personal
o jurídica, sin oportunidades de trabajo para desarrollarse plenamente, por lo
que en consecuencia han buscado en el exterior lo que su patria debería
garantizarles.
Normalmente
cuando se habla sobre los presos en los medios de comunicación el acento se
pone en los más emblemáticos. Es importante que así sea. La indignación que
sentimos, por ejemplo, con los casos de Leopoldo López, Antonio Ledezma o
Manuel Rosales, explica lo afirmado. Pero no son los únicos. Ni siquiera los
que están o han estado en peores condiciones. Unos con décadas de privación de
libertad, otros medidos en quinquenios y la inmensa mayoría retenidos como
rehenes de la dictadura por tiempo y circunstancias indefinidas. Mis palabras
de hoy son para todos sin excepciones, pero quiero dedicar algunas en recuerdo
y homenaje para aquellos que fueron mis compañeros en el Helicoide en 2010 y
todavía están allí o pagando penas injustas teniendo sus hogares como centros
de reclusión. Son muchos, pero debo citar entre ellos a los comisarios Guevara
y a los comisarios y efectivos dela policía metropolitana condenados a penas
tremendas.
Es
duro reconocer que la oposición fracasó en lo relativo al revocatorio o
cualquier posibilidad de salida electoral. Pero resulta inaceptable el juego
inmoral y tramposo del gobierno con relación a los presos en cualquiera de sus
modalidades.
Debemos
levantar un gran movimiento nacional en defensa de la pisoteada Constitución y
del respeto a los derechos fundamentales de toda persona humana. Retomar el
camino de la legalidad mediante la vigencia plena de un ordenamiento jurídico
sabio y estable, democrático y libertario, es tarea de primera importancia para
quienes compartimos los valores que ello envuelve. El problema es que mientras
exista el régimen actual, parece una tarea imposible. El cambio es inaplazable.
No podemos transarnos ni agotarnos en empeños circunstanciales que dejan
desconsuelo, desconfianza o resignación pesimista.
Lunes,
12 de diciembre de 2016
@osalpaz
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