LA
ÚLTIMA BARRERA
Es la hora de un verdadero proceso constituyente popular, que no pueda ser secuestrado como el de 1999 y que devino en esta caricatura trágica y cruel que sufrimos en la actualidad.
La
gente, en cualquier rincón, calle, mercado o espacio, exterioriza la necesidad
de diálogo, pero a la vez manifiesta, con razón, desconfianza de lo que se
percibe como una negociación entre pranes, a espaldas del pueblo, como siempre.
La negociación del reparto del botín y sus migajas.
A
final de cuentas, por más que aborrezcamos al despotismo actual, tenemos que
admitir que Maduro no es la causa. Ni siquiera Chávez. Son consecuencia. Es una
crisis estructural que coyuntura tras coyuntura sigue arrimando la arruga y que
en este momento pareciera ya no poder arrimarla más. Salir de Maduro, como
queremos la mayoría cierta y abrumadora de los venezolanos, quizás resuelva un
momento, quizás dé un respiro, pero la crisis que ha envilecido las
instituciones, pulverizando al Estado venezolano, ahora amenaza peligrosamente
con desintegrarnos como nación.
Yo
no creo que el Papa Francisco, Samper, Zapatero y sus compadres, entiendan bien
esto. Pero los venezolanos necesitamos urgentemente reencontrarnos como nación,
necesitamos reconciliarnos, urgimos de justicia y libertad, y eso no lo va a
resolver un “diálogo” entre quienes solamente representan sus intereses y no a
los ciudadanos. Los venezolanos necesitamos dialogar. Un gran diálogo por todos
los rincones que permita parar la hecatombe fratricida que toca insistentemente
a la puerta, azuzada especialmente desde las instancias de poder para
preservarlo al costo que sea.
La
única manera real de hacerlo, y que permita en verdad que los hijos de esta
tierra, todos sin excepción, chavistas y no chavistas, partidos, gremios,
colegios profesionales, campesinos, vecinos, indígenas, empresarios, obreros, académicos,
jóvenes, hombres, mujeres, en fín, todos, podamos debatir el país que queremos
y construirlo entre todos para intentar superar esta barbarie, el rentismo y la
centralización asfixiante, para diseñar un verdadero estado federal, donde la
municipalización sea realidad y podamos por fin superar la dependencia del
vaivén del precio petrolero, construir riqueza a través del trabajo y el
estudio y detener la criminal explotación irracional de nuestros recursos,
definitivamente es a través de un proceso constituyente.
Estoy
convencido que es la última barrera que nos separa del fratricidio, para no
matarnos salvajemente en las calles. Llegó el momento de hacer realidad la
soberanía que reside en el pueblo. Sin ataduras, Sin mesías. Sin imposiciones.
Es la hora de un verdadero proceso constituyente popular, que no pueda ser
secuestrado como el de 1999 y que devino en esta caricatura trágica y cruel que
sufrimos en la actualidad.
Podrá
decirme cualquiera que el hambre no puede esperar por el resultado de la
constituyente. Es cierto. Tampoco los enfermos, ni las víctimas del crimen, ni
la devastación producida por el Arco minero. Todo eso es cierto y muchas cosas más.
Pero igual, se fue este 2016 con un resultado nulo en la intención de superar
la crisis y especialmente con la burla en que devino la mayoritaria aspiración
de revocar a Maduro. Solamente la Constituyente es el mecanismo constitucional,
profundamente democrático, cívico y pacífico que nos puede permitir cambiar
todo de una vez. No es tan solo revocar a Maduro y su banda de bárbaros. Es
revocar también a los integrantes de los otros poderes arrodillados servilmente
al despotismo. Es revocar la impunidad, la prevaricación y comenzar a revocar a
la corrupción de una vez por todas. ¿Y quién mejor para hacer eso que el pueblo
mismo? Sin ataduras, sin negociaciones, sin líneas partidistas. Y está
consagrado en nuestra mancillada Constitución.
Lo
contrario es seguir de burla en burla, de manipulación en manipulación, de
fraude en fraude. Y los venezolanos estamos hartos. O dialogamos entre todos o
vamos a matarnos en las calles. Eso no lo merecen nuestros hijos y nietos. No
lo merecemos ninguno. Y es la única forma que podamos ir de nuevo a las calles
masivamente con un propósito real. Millones de venezolanos en toda Venezuela
exigiendo una Constituyente.
Sabemos
a quienes no les conviene. Tanto a los depredadores que bárbaramente saquean
desde el poder en la actualidad, como a los que aspiran sucederlos para
retrotraernos a la cuarta, o sea, más de lo mismo. Y definitivamente, sólo el
pueblo salva al pueblo. No le tengamos miedo a nuestros poderes creadores, no
temamos a la democracia: vamos a impulsar un verdadero proceso constituyente
popular, soberano, legítimo y democrático e impidamos que Venezuela se ahogue
con la sangre de sus hijos en un cruel conflicto civil al que nos ha llevado la
soberbia y los intereses de los grupos de siempre, y que hoy está
peligrosamente en la vuelta de la esquina.
*Doctorando
en Estudios Políticos ULA, MSc en Ciencias Políticas, Capitán(Ej-R) 4F, Ex
Constituyente, Ex Gobernador del Estado Mérida
@FlorencioPorras
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