Las interpretaciones que en
Venezuela le damos al diálogo han sido diversas, y en esta época de miseria
económica y de terror político son más bien contradictorias.
Mientras la nación espera
resultados de convivencia, seguridad, estímulo a la producción en los generosos
campos de nuestra geografía y en la industria a la que la persecución y
expropiación indebida ha castrado, mientras tanto en el gobierno se habla un lenguaje
distinto.
Está el caso de Maduro, que,
enconchado en un patio interior del Palacio de Miraflores, le menta la madre al
presidente de la Asamblea Nacional. Esta bravuconada obscena es la más grave y
dolorosa de las ofensas entre venezolanos. La intención al pronunciarla está
muy lejos de la paz.
Maduro es ofensor
reincidente, su estruendoso e invertebrado discurso diario es una inconexa catarata
de ofensas a los venezolanos que pensamos distinto, que somos la mayoría, a los
gobiernos extranjeros fuera del radio castro comunista, ofende a dirigentes
políticos y personajes que nada tienen que ver con su horrible gobierno.
Todo lo grita
en cadena de radio y televisión, amparado en un patio interno de
Miraflores.
Aristóbulo Istúriz, gerifalte
y capitoste y heraldo de la revolución, ha amenazado públicamente con una
“Guerra a Muerte” a los ciudadanos que pretendan ejercer el derecho constitucional de manifestar, protestar y
expresarse. El ilustre profesor amenaza con milicias y colectivos, ambos armados.
Amenaza Aristóbulo al pueblo de Caracas, mientras le permite a oscuros
personajes de la guerrilla colombiana hospedarse
en el Palacio Presidencial de los venezolanos.
Difícil dialogar, es muy duro
conversar con tan atrabiliarias amenazas. Más aún cuando los que no creen o
adversan al régimen son sentenciados por las recurrentes agresiones de Diosdado Cabello en sus nefastas funciones
de caporal del Psuv, a quien obedecen activistas con supina
obediencia, integrantes de la gobernante oclocracia. Numerosas son las acciones
deleznables que realizan como funcionarios, acciones que se llevan a cabo sin el
cumplimiento del debido proceso, sometiendo a la nación con órdenes fabricadas
por la mente gris de los tiranos.
Se ha hecho frecuente que la policía política en Venezuela, el Sebin, se arrope en
la oscuridad de la noche para allanar hogares de disidentes y opositores al
régimen. Lo hace contrariando lo que ordenan las Leyes en Venezuela. Su actitud
es copia de la histórica Gestapo, de aquella horrible Seguridad Nacional, o lo
mismo que de la Stasi o de su madre putativa, el G2 de Cuba, la Madre Patria
del gobierno venezolano que asaltan la Asamblea, las fabricas de alimentos, los
hogares, cualquier cosa que denuncie los abusos del gobierno.
¿Qué diálogo se puede
entablar con Maduro, quien conduce y ordena torturas y agresiones jurídicas que
se han convertido en reincidentes farsas judiciales a Leopoldo López, preso de
conciencia, escándalo universal?
No se puede dialogar donde se
sientan Maduro, Jorge Rodríguez, Elías Jaua, Aristóbulo Istúriz patoteros activos de permanentes tormentos a
los estudiantes, los presos y sus familiares, a los médicos perseguidos, a los
universitarios acorralados, a los estudiantes torturados.
¿Cómo hablar con quien ha condenado a prisión a Antonio Ledezma sin
siquiera ejercer una denuncia como exige la Ley? ¿Cómo conversar con un hombre
que no es capaz de poder explicar el porqué se intenta enloquecer a Daniel
Ceballos? ¿Cómo dialogar con los carceleros de centenares de estudiantes que
respondiendo al hervor provocado por la injusticia en el volcán de su juventud protestan lo injusto, lo corrupto,
y lo criminal como históricamente han respondido los jóvenes que reclaman paz y
justicia en el mundo?
La lista de tropelías es
intensa. Larga, demasiado larga para que sea ignorada por los mediadores en
esta farsa que se eterniza y desespera.
Es imposible dialogar con los secuestradores
del Revocatorio, los Asaltantes de la Asamblea Legislativa, los conductores de
los violentos colectivos que siembran terror embadurnado de heces fecales,
orina, torturas, los ergástulos donde en Venezuela guardan a quien piense
distinto … Cómo dialogar con unos esbirros que, como anuncia Aristóbulo están
esperando como rabiosos mastines al pueblo para someterle por la fuerza y con
las armas s los ciudadanos intenta ejercer el derecho que le dan la
Constitución y las Leyes de la República.
Sentarse en una mesa con
estos farsantes Su Santidad, es simplemente una distracción política en la que
usted, el Vaticano, la Iglesia Católica serán cómplices …

No hay comentarios:
Publicar un comentario