REALISMO, ESPERANZA Y FE
Saludamos
con fe y esperanza la presencia de El Vaticano, en la persona del Nuncio
Apostólico de Su Santidad en Buenos Aires, entre nosotros. Con reuniones
plurales o por separado y aún sin ellas, a estas alturas debe tener noticias
exactas de la dura y peligrosa realidad venezolana. Todos los esfuerzos para
evitar que esta etapa final de la confrontación entre los demócratas y la
tiranía pueda culminar con indeseables derramamientos de sangre, son
bienvenidos. No se perderán. Hemos tenido suficiente, aunque no estén
directamente vinculados a la controversia política. Pero ya basta.
El
cambio necesario necesita de un indispensable primer paso. La revocatoria o la
destitución de quien se desempeña como cabeza del poder ejecutivo. De allí se
derivarían las consecuencias necesarias para legitimar las instituciones que se
han apartado de sus obligaciones y deberes para convertirse en instrumentos de
la tiranía, para retener el poder y continuar en esta insólita acción
destructiva, conservar los bienes mal habidos y traten de cumplir a cabalidad
el mandato castro-chavista hacia un socialismo del siglo XXI, más fracasado que
todas las experiencias del siglo XX, incluida la cubana.
El
régimen ha cerrado toda posibilidad de alcanzar ese primer paso para el cambio
al impedir el referendo revocatorio este año y, según algunos de sus voceros,
también el año próximo. Además de eso, violan descaradamente la Constitución al
negarse convocar las elecciones de gobernadores y Consejos Legislativos
Estadales. A los actuales se les vence el período a finales de año y deberían celebrarse en diciembre a más tardar.
Es decir, bloquean y cierran el pacífico camino electoral mediante el cual
debería expresarse el pueblo, depositario de la soberanía nacional. La debería
ejercer mediante el voto. “¿Elecciones para qué”? dijo Fidel Castro hace unos
cuantos años en presencia de varios líderes latinoamericanos domesticados por
su carisma. La interrogante es clave en un régimen socialista a la cubana,
aunque los resultados estén siendo peores para el día de hoy a esta hora.
Sin
Constitución que valga, sin ordenamiento jurídico estable y respetado por
todos, con instituciones como el Tribunal Supremo de Justicia o el Consejo Nacional
Electoral en estado de putrefacción y de actuaciones ajurídicas para atender
las órdenes de los jerarcas, para sólo mencionar algunas y una situación social
y económica increíble e injustificada, nos preguntamos qué debemos hacer para
estar a la altura de las exigencias de esta hora.
Ningún
demócrata puede cruzarse de brazos. Civiles y militares tenemos que
organizarnos para ponerle punto final a este régimen. Cualquier violencia
callejera, física contra personas naturales o jurídicas, o institucional es de
la exclusiva y excluyente responsabilidad de la tiranía.
Lunes,
1° de noviembre de 2016
@osalpaz
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