Pero
la F1 además cuenta con un enorme prestigio debido tal vez a que en su comienzo
fue una época del automovilismo, que podríamos llamar Era Clásica, en que por supuesto la victoria era importante, pero
más importante aún era cómo se había conseguido. Fue la época de los "gentlemen drivers". famosos, el dictador huyó
sigilosamente del país “donde no pasaba nada”
En el Circuito Catalán
de Montmeló, España, han comenzado los entrenamientos para poner a punto a los
pilotos y bólidos que competirán en la temporada 2016 de Fórmula Uno. El primer
Gran Premio del Campeonato se celebrará en Melbourne, Australia, en el circuito
de Albert Park el próximo 20 de Marzo. La F1, desde su inauguración en 1950,
está considerada como el banco de pruebas que mejor ha contribuido al
desarrollo de la industria del automóvil con sus innovaciones
Pero la F1 además
cuenta con un enorme prestigio debido tal vez a que en su comienzo fue una
época del automovilismo, que podríamos llamar Era Clásica, en que por
supuesto la victoria era importante, pero más importante aún era cómo se había
conseguido. Fue la época de los "gentlemen drivers", los
"caballeros pilotos", y de su exquisito código de conducta en la
pista, generalmente mucho más estricto que el propio Reglamento de la FIA.
Fueron muchos los nombres que han quedado para la Historia de aquellos años 50
y primeros 60 como caballerosos deportistas: Nino Farina, Juan Manuel Fangio,
Stirlin Moss, Peter Collins, Alberto Ascari, Mike Hawthorn, Jim Clark, Jackie Stewart, John Surtees, Jack Brabham o Graham Hill.
Si tuviera que elegir
entre todos a uno que personificara la caballerosidad al volante y el honor en
las carreras, un "primus inter pares", mi decisión sería sin
duda el británico Stirling Moss. Fue el mejor piloto de la historia de
la Fórmula 1 sin un Mundial en su palmarés. Moss acabó subcampeón del mundo de Fórmula 1 en cuatro ocasiones
consecutivas, de 1955 a 1958, y tercero tres veces en 1959, 1960 y 1961.
Ostenta el récord de mayor cantidad de victorias sin haber conseguido nunca
ganar un Campeonato del Mundo de Fórmula 1, por lo que se le considera el
"campeón sin corona".]
Moss fue el mayor rival
y mejor amigo de Fangio, sin duda el mejor piloto de F1 de todos los tiempos;
compitió con y contra Fangio pero en las cuatro temporadas que coincidió con el
argentino hasta que este se retiró solo pudo ser subcampeón. En una entrevista
del diario argentino El Gráfico, le preguntaron que cómo era posible que no
hubiera podido ganar ningún campeonato en cuatro temporadas, a lo que
respondió: “es que Fangio siempre iba adelante”. Y el periodista
repreguntó: ¿Y a usted nadie lo adelantaba, por qué? A lo que Moss replicó: “no
podían, yo iba siempre detrás de Fangio”.
En el GP de Inglaterra
de 1955 Fangio corría para Mercedes Benz con Stirling Moss como compañero de
escudería. Moss nunca había ganado en su país y fue emocionante, pues durante
toda la carrera Moss adelantó a Fangio innumerables veces, pero éste volvía a
recobrar la punta. Al entrar en la última curva Fangio pareció pasarse un poco
de frenada y Moss lo adelantó ganándole apenas por dos décimas. El público
británico deliraba viendo a su piloto batir al campeón. Cuando Fangio se acercó
para felicitarle, al abrazarse, Moss le dijo: ¿Me has dejado ganar, verdad? A lo que Fangio contestó: “no, es
que hoy tú has sido el mejor”. El campeón, siempre grande, perennemente
sostuvo que Moss le ganó limpiamente.
Producía tal admiración
el genio y la caballerosidad de Fangio en la pista, y fuera de ella, que en
1956 otro piloto, su compañero de escudería, Peter Collins, aún teniendo
opciones cedió su Ferrari a Fangio, que había roto su coche, para que terminara
la carrera, era la última, y ganar los puntos que necesitaba para coronarse
campeón. Collins le dijo: "Siga usted maestro, que tendré tiempo para
ganar otros GP en el futuro". Y los ganó, además del de la caballerosidad
y el deporte bien entendido.
La enorme popularidad
de Fangio le hizo protagonista de innumerables acontecimientos. Tal vez el más
dramático fue cuando le secuestraron en La Habana. En Diciembre de 1958 Cuba se
preparaba para celebrar unas Navidades alegres. Ese año Fulgencio Batista había
programado una serie de eventos deportivos con el fin de mejorar su imagen y la
de su gobierno, que pasaba por los peores momentos de su mandato; Fidel Castro,
líder guerrillero del Movimiento 26 de Julio, había hecho grandes avances y día
a día destruían la sensación de que en Cuba “no pasaba nada”, pues al dictador
se le estaba yendo todo de las manos.
El II GP de la Habana
era el evento estrella, debido a la calidad de los pilotos participantes como
Alexandro D’Tomasso, Stirling Moss o Juan Manuel Fangio, a la sazón
pentacampeón de Fórmula 1, entre otras figuras. La víspera de la carrera, los
diferentes participantes se encontraban en el “lobby” del Hotel Lincoln,
esperando la hora de la cena, en amena conversación comentando lo acontecido
durante las pruebas de ese día. Fangio estaba charlando con Bertochi, jefe de
mecánicos de Maseratti, cuando un joven alto y delgado con una cazadora de
cuero miembro del comando castrista 26 de Julio se acercó al grupo y tras poner
discretamente una 45 en un costado del campeón le susurró disimuladamente al
oído visiblemente nervioso: “disculpe señor, va a tener que acompañarme”.
El piloto pensó
que se trataba de la represalia a una broma que le habían hecho el día anterior
a Marcelo Giambertone, manager de Fangio, pero cuando Stirling Moss, presente
en el grupo trato de moverse, Uziel le dijo: “si se vuelve a mover lo mato” y
acto seguido el joven encargado de secuestrar a Fangio, Manuel Uziel, tomó del
brazo al campeón y salieron del hotel abordando un Plymouth negro. Cuando
arrancó el carro, dos guerrilleros la aseguraron que no iba a correr peligro si
no intentaba nada; Fangio sintió miedo al ver que no era ninguna broma. El
conductor tras varias vueltas por la ciudad llevó al rehén a su casa, donde le
pidió si le podía firmar unos autógrafos para su familia presente y tomar una
foto, algo que al parecer no figuraba en el plan; a continuación lo trasladaron
en otro carro a una quinta en la zona más elegante de El Vedado, donde
permaneció custodiado durante dos días, hasta que la carrera hubo terminado. “Me
atendieron macanudamente”, diría Fangio después, “solo querían
publicidad y la lograron, pero fueron unos caballeros”. Una vez celebrado
el GP le llevaron a la Embajada Argentina y lo entregaron sano y salvo al
embajador de apellido Guevara, primo hermano del “Che”.
El rapto de Fangio, fue
un verdadero “jaque a la dictadura”. Y el mundo conoció la verdad de Cuba. Días
después, el 31 de diciembre, durante la tradicional fiesta de Año Nuevo que
ofrecía Batista en el Hotel Nacional al Cuerpo Diplomático, gangsters y
personajes famosos, el dictador huyó sigilosamente del país “donde no pasaba
nada”. Al día siguiente, 1 de Enero de 1959, Castro entró en la Habana
triunfante.
En los años 60 Juan
Manuel Fangio viajó a la Habana y se reunió con sus secuestradores para
agradecerles su gentileza durante el secuestro.
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