Estimado Eduardo:
Re envío un artículo que escribí sobe la Encíclica Laudato Si, y que inspiró tu emotiva y precisa intervención. Puedes difundirlo por las redes del IFEDEC de la manera que consideres conveniente
Román J. Duque Corredor
Estimado Román José
Recibí tu artículo sobre la Encíclica Laudato Si. Excelente. Me dio mucho gusto leerlo y comparto contigo la idea de que representa una base para recomponer la unidad de los socialcristianos de Venezuela y del mundo.
Aprecio mucho que tu excelente articulo haya sido pensado como una colaboración especial para IFEDEC.
Tenemos muchas tareas que abordar juntos. Recibe un fraternal abrazo.
Eduardo Fernández
EL CUIDADO DE LA COSA
COMÚN: EL COMPROMISO DE LOS CRISTIANOS EN LOS TIEMPOS PRESENTES
Román J. Duque Corredor
Presidente de la Fundación Albert Adriani
Individuo de Número de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales,
Vicepresidente del IFEDEC y Ex Magistrado de la Corte Suprema de Justica
Colaboración especial para el IFEDEC
Caracas 17.09.2015
Presidente de la Fundación Albert Adriani
Individuo de Número de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales,
Vicepresidente del IFEDEC y Ex Magistrado de la Corte Suprema de Justica
Colaboración especial para el IFEDEC
Caracas 17.09.2015
Francisco, obispo de Roma y Sumo Pontífice
del catolicismo, mediante su Encíclica “Laudato Si Sobre el Cuidado de la
Casa Común”, del 24 de mayo de 2015, nos urge a los cristianos ante
la crisis de un mundo deshumanizado “de avanzar en una valiente revolución
cultural” para superar fundamentalmente los problemas del deterioro o
"rapidación" de la calidad de vida o de la degradación humana y
social como causas de la destrucción del ambiente natural que afecta
especialmente a los débiles de nuestra Casa, o sea, la tierra. Para ello nos
traza como líneas de pensamiento el sostener y dialogar sobre la conciencia de
un origen común, de una pertenencia común y de un futuro compartido por
todos. Por eso nos traza como líneas de orientación y acción el
dialogo sobre el medio ambiente en la política internacional, el dialogo
hacia nuevas políticas nacionales y locales, el dialogo y trasparencia en
los procesos decisionales, una política y una economía para la plenitud
humana y el dialogo de las religiones con las ciencias. Esto supone, nos
dice Francisco, un gran desafío cultural, espiritual y educativo que implica
procesos de regeneración porque los seres humanos pueden sobreponerse de su
degradación para buscar caminos nuevos hacia la verdadera libertad; capacidad
de reacción que es propia de la dignidad humana. Y que Francisco nos pide que
no olvidemos esa dignidad nuestra que nadie tiene derecho a quitarnos. La
regeneración o reacción es un cambio en los estilos de vida, que si se ejercen
organizadamente constituyen “una sana presión sobre los que tienen poder
político, económico y social”, añade el Papa Francisco. A la
política y a las diversas asociaciones de la sociedad concluye el Pontífice
católico corresponde el esfuerzo de concientizar a la población sobre esos
cambios. Para lo cual Francisco postula el principio del amor civil
y político, es decir, la convivencia y la unión común de los
cristianos, y el sentirnos responsables por los demás y por el mundo.
Particularmente el amor civil y político es también realizar acciones que
procuran construir un mundo mejor, que no solo deben practicar quienes trabajan
de manera directa en la política. Francisco nos recuerda que la política,
como expresión del amor por la sociedad y del compromiso por el bien
común, es “una forma excelente de la caridad” como manifestación del “ideal de
la civilización del amor”, que Paulo VI propuso en su Mensaje para
la Jornada Mundial de la Paz de 1977.
La Encíclica Laudato Si, es verdad que
desarrolla la cuestión ecológica como tema central, no solo técnicamente sino
también éticamente, que sin duda moderniza y actualiza la doctrina social
de la Iglesia, pero fundamentalmente introduce en esta doctrina la
tesis de la ecología integral, es decir, de la transversalidad del
elemento ecológico no solo en el tratamiento de los problemas del medio
ambiente, sino también en lo económico y social e igualmente en lo cultural y
en la vida cotidiana. E igualmente complementa la tesis de la
ecología humana que Benedicto XVI postuló como “el principio de la
ecología del hombre” que es el respeto moral a su propia naturaleza, es decir a
su integridad personal y de su cuerpo, que le impide manipularlo a
su antojo, puesto que es la relación de la vida humana con la ley moral escrita
en su misma naturaleza. Este aspecto de la ecología humana tiene
enorme trascendencia para los movimientos políticos socialcristianos o de
plataforma democristiana o del humanismo cristiano, puesto que esta doctrina
refuerza y moderniza las tesis ideológica de estos movimientos, porque la
ecología humana es inseparable del bien común , que además de ser un principio
fundamental de la ética socialcristiana , presupone el respeto a la
persona en cuanto tal, con derechos básicos e inalienables dirigidos a su
libre desenvolvimiento y a su desarrollo integral. Y porque como recuerda
Francisco, el bien común reclama el bienestar social y el desarrollo de
los grupos intermedios de la sociedad, entre ellos principalmente de la
familia como célula básica de la sociedad. En este contexto
de la ecología humana, como parte de la noción del bien común, Francisco
incorpora a las tesis de la doctrina social de la Iglesia el tema de la
feminidad y de la masculinidad, como valoración para reconocerse asimismo en el
encuentro con el diferente. Porque de este modo, dice el Papa Francisco: “es
posible aceptar gozosamente el don específico del otro y de la otra, obra del
Dios creador, y enriquecerse recíprocamente”. Por
eso, Francisco advierte, que por lo tanto, no es sana una actitud que pretenda
“cancelar la diferencia sexual porque ya no sabe confrontarse con la
misma”. Es decir, que si se admite la diferencia de
sexos ello no debe significar desigualdad, por ejemplo, para el género
femenino. Por otro lado, la Encíclica Laudato Si, complementa el
principio del bien común con la exigencia de la paz social, es decir de
la estabilidad y la seguridad de un orden político y jurídico, que debe basarse
en la justicia distributiva para evitar la violencia. Principios
estos todos que orientan y definen el socialcristianismo y que son el soporte
de la plataforma ideológica y programática democratacristiana y humanista
cristiana de la solidaridad y de opción de los pobres. El Papa Francisco,
en su Encíclica Laudato Si, incorpora a la noción de bien común el
derecho de las generaciones futuras a que le dejemos un mundo
mejor, que denomina como “justicia entre generaciones”, que
significa incorporar como un principio de la doctrina social de la
Iglesia el desarrollo sostenible y de la solidaridad intergeneracional. Y
que de acuerdo con Francisco, responde al concepto del ambiente
dentro de una lógica de la recepción y que citando la Carta
Pastoral “Responsabilidade solidária pelo bem común” de la
Conferencia Episcopal Portuguesa del 15 de septiembre del 2003, lo
define “como un préstamo que cada generación recibe y debe transmitir a
la generación siguiente”.
Francisco con su Encíclica Laudato Si, nos
invita a los cristianos, religiosos y laicos, políticos y no
políticos, a que conformemos una conciencia común sobre esa revolución
cultural, ética y social, que nos comprometa a llevar a cabo acciones que
procuren presentar unidos una plataforma doctrinaria socialcristiana de
la ecología humana de solidaridad y de opción de los pobres para
construir un mundo mejor. Mayor responsabilidad en ese compromiso
lo tienen los políticos que se dicen socialcristianos y democratacristianos,
puesto que la Encíclica Laudato Si, representa la base doctrinaria para
la reunificación o concertación de los diversos sectores que tienen como fuente
de inspiración y de orientación a la doctrina social de la Iglesia y al
humanismo cristiano. Sobre ese documento eclesial debería conformarse la
unión del socialcristianismo venezolano. Comencemos los
socialcristianos de dar ejemplo del amor civil y político, es
decir, de convivencia y de unión común con la
conformación de una plataforma unitaria que tenga como referencia y compromiso
la Encíclica Laudato Si del Papa Francisco.
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