A
fines de este mes se cumplen 40 años de la estatización de la
industria petrolera y de la creación de Pdvsa, ocasión para una
discusión sobre el período anterior, las cuatro últimas décadas
y sobre el futuro. El término estatización lo utilizaba Alberto Quirós
para recalcar que no podemos ser accionistas y también que existían tres
empresas venezolana, Mito Juan, Talon y Las Mecedes, que fueron absorbidas por
el Estado. En este y en próximo artículo abordaremos el tema.
Es
de rigor mencionar el titánico esfuerzo realizado por un grupo de tachirenses
que en 1882 registraron la Petrolia del Táchira. La presencia de empresas
extranjeras se inicia con la explotación de asfalto en 1901 y ya en 1914
su actuación tuvo impacto mundial con la perforación del pozo
petrolero Zumaque I. Juan Vicente Gómez y Castro otorgaron concesiones a
particulares, quienes al día siguiente las vendieron a las petroleras con
grandes beneficios de los cuales participaban los gobernantes. Estas empresas
contrataban obreros con muy bajos salarios y pésimas condiciones
socio-económicas, mientras el personal extranjero disfrutaba de grandes
beneficios. Además, las compañías llevaban una doble contabilidad para
burlar al fisco, obtenían exoneraciones injustificables de impuestos por
las importaciones que solicitaban y causaban daños al ambiente. Para
reclamar sus derechos, los obreros desencadenaron una huelga en 1925 que duró
nueve días y otra en 1936 por 43 días. Es de destacar la posición de Gumersindo
Torres en defensa de los intereses de Venezuela.
Con
la Ley-Convenio de Hidrocarburos de 1943, en el gobierno de Medina,
los venezolanos empezamos a tener un poco más de conciencia sobre esta
actividad y la necesidad de regular las operaciones, mejorar las condiciones de
los trabajadores y exigir el pago de tributos. Esa Ley estableció como fecha
tope de las concesiones 1983, en que las instalaciones debían revertir a
la Nación. Medina otorgó nuevas concesiones. Las empresas mejoraron los
salarios, construyeron viviendas, facilidades recreacionales y
comisariatos para la venta de alimentos a menor precio para sus trabajadores.
Esto ocasionó diferencias entre los pobladores de las ciudades y
pueblos petroleros: los privilegiados de adentro de los campos y el
resto abandonado por los gobiernos locales. El resentimiento era
inevitable.
La
Junta de gobierno de 1945-1947, presidida por Rómulo Betancourt,
eliminó el otorgamiento de las concesiones y estableció claramente el llamado
50-50, es decir que las compañías debían pagar en impuestos un monto igual a
sus ganancias. El dictador Pérez Jiménez otorgó nuevas concesiones
y enfrentó una huelga petrolera en 1950 que duró diez días.
Edgar Sanabria, presidente de la Junta de Gobierno en 1958, aumentó el
impuesto a las compañías hasta un 65 %. No se otorgaron nuevas
concesiones.
Como
las mismas vencían en 1983, era inevitable que las compañías
dejaran de invertir en exploración y en mantenimiento. Por ello en 1971 el
gobierno de Caldera aprobó la Ley sobre Bienes Afectos de Reversión, para
garantizar que las instalaciones regresaran al país en buenas
condiciones. El 29 de agosto de 1975 Carlos Andrés Pérez firmó la
Ley Orgánica que reserva al Estado la industria y el comercio de los
hidrocarburos y al día siguiente se constituyó Pdvsa como holding. El 1
de enero de 1976 todas las operaciones pasaron a la nación. Por cierto
que muchos de quienes hoy detentan el poder objetaron que esa ley
contemplara la creación de empresas mixtas, así como el
monto cancelado a las compañías y los contratos de tecnología y de
comercialización. Paradójicamente, la Pdvsa roja ha constituido 44
empresas mixtas. La compensación pagada por la expropiación fue
de mil cincuenta y cuatro millones de dólares, de los cuales solo
ciento diecisiete millones se pagaron en efectivo y el resto en bonos a cinco
años. Los contratos de asistencia técnica sumaron 6.000
millones de dólares, entre 1976 y 1981.
Sin
duda esas empresas cometieron atropellos, pero debemos reconocer la indiferencia
de los venezolanos que no exigían controles al gobierno. Por otra parte,
en Venezuela no teníamos la tecnología, los recursos humanos, ni el
mercado para manejar el petróleo. Si no se hubiesen dado esas concesiones
las compañías lo hubiesen buscado en otros lares. Percibimos que el
balance fue positivo. Venezuela llegó a ser el primer exportador de petróleo y
el segundo productor mundial. Formaron recursos humanos y para 1975
sólo laboraban en las petroleras 200 extranjeros. Alberto Quirós era
presidente de la Shell y Guillermo Rodríguez Eraso vicepresidente de la
Creole. Hay que recordar que también esas empresas llevaron a
cabo programas de responsabilidad social a través de las Fundaciones
Shell y Creole. Quizá el de mayor impacto fue el Servicio Shell
para el Agricultor.
En
1960 Venezuela creo la Corporación Venezolana de Petróleo para conocer mejor el
negocio. Ese mismo año se creó la OPEP con una importante influencia
venezolana. En ese entonces, los países fundadores: Arabia Saudita, Irán, Irak,
Kuwait y Venezuela producían 7.891.000 barriles por día y nuestro país aportaba
el 36 %. Hoy esos mismos cinco países producen 22.710.000 b/d y nuestro país
solo aporta el 11,7%., lo cual evidencia que fuimos los perdedores. En próximo artículo
resumiremos los últimos 40 años. ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!
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