Colombia llegó en bus a Rancagua, pero aterrizó como un aeroplano en emergencia. Venezuela, ese equipo que cuando ve una camiseta amarilla se agranda, se transforma y se juega la vida, volvió a ser una pesadilla, como se presentía tímidamente antes del partido. Una vez más fue una bestia negra. Venció a Colombia 1-0 y la bajó de la nube en su debut en la Copa América de Chile. ¡Qué aterrizada! (Vea las mejores imágenes del partido).
No se puede corregir con las letras lo que no se hace con los pies. Colombia tuvo un partido de esos que rememoran viejas angustias, viejos temores. Otra vez jugar para sufrir. Otra vez ser inferior que Venezuela. Otra vez abandonar el estadio con tristeza. Con desazón. Con desconcierto.
Ni siquiera la Copa del Mundo de Brasil y ese histórico quinto lugar, pudieron conjurar el maleficio ante lo venezolanos, un equipo silencioso, pero atrevido. Ordenado. Peligroso y claro, motivado: enfrentaba a Colombia. (Lea aquí: 'Colombia no encontró las individualidades': David Ospina).
La Selección Colombia vivió un juego de pesadilla. Se vio aturdida desde el comienzo. Sin reacción. Nunca encontró espacios. No tuvo vías de salida. No jugó bien. No fue la Colombia del Mundial.
James fue un ausente. Un fantasma que esta vez no estaba de blanco. Falcao fue un tigre manso, sin garras. Cuadrado, indiferente. Sus gambetas fueron improductivas. Y si los tres más feroces andaban opacados, las esperanzas de debutar con una victoria se fueron apaciguando.
No es que Venezuela haya sido superior o avasallante, pero jugaba a su ritmo. Controlaba. Incluso se animaba cuando quería y hacía estragos. Un pelotazo de Ronald Vargas, en media hora de ese juego cansino, obligó al arquero David Ospina a lanzarse al encuentro de la pelota y, para su fortuna, desviarla, mientras un grito desesperado atravesó todas las tribunas del estadio El Teniente.
El primer tiempo no merece más líneas. Fueron 45 minutos de un letargo decepcionante. Como si la magia se hubiera congelado con esas heladas chilenas, o se hubiera quedado en el camerino.
Colombia ya era consciente de que no iba a ganar con holgura, de que no era un partido brillante, de que no tenía fórmulas, ni ideas, ni inspiración. Al menos, se esperaba una sacudida en el entretiempo. Que el amor propio que transmitieron los aficionados al comienzo, entonando con el corazón el himno, pudiera contagiar a los jugadores. Falsas esperanzas.
En ese periodo final, Colombia siguió extrañamente impotente. Lo único que cambió es que Venezuela se acordó que también tenía armas, que también sabía atacar, y que tenía a Colombia en frente. Fue por ella y le propinó un golpe feroz.
En 15 minutos de esa parte final, en una jugada veloz, la pelota pasó de derecha a izquierda; hubo ese letal doble cabezazo en el área, y Salomón Rondón, un viejo verdugo, le dio al balón la dirección fatal. Ospina, que ya había sacado balones imposibles, no pudo evitar esta vez la caída. La pelota entró fuerte, acariciando el vertical, y con la misma velocidad con la que llegó a la red fue que los colombianos se agarraron la cabeza. De todas partes saltaron hinchas venezolanos que habían estado cautos, reservados, silenciosos, y ya no pudieron aguantar su alegría en medio de ese mar colombiano, un mar de aguas tristes.
Con el marcador en contra era lógico que el tiempo, y la vida, comenzaran a pasar volando. Colombia apeló al sacrificio, a no querer decepcionar. Pero ese avión ya estaba en tierra y no iba a levantar vuelo.
Del banco salieron algunas posibilidades, Edwin Cardona, Teófilo Gutiérrez, Jackson Martínez, todo el arsenal a la cancha. Colombia terminó con tres atacantes, como para recordar viejas batallas ante los venezolanos, la de la eliminatoria pasada, por ejemplo, en Caracas, cuando Pékerman terminó lleno de atacantes en una desesperante derrota 1-0.
En Rancagua la historia fue igual. No la pudo cambiar ni James, que de vez en cuando inventaba algo, una gota de su talento adormecido, pero sin resultado. Un remate suyo, fuerte, bien direccionado, fue atajado por el portero Alain Baroja, que debió sacarse por fin el frío de los músculos en su primera intervención. En el rebote, Cardona metió otro misil, y de nuevo el portero les dijo que no.
El público colombiano, esa inmensa mayoría, se puso de pie. Se entusiasmó. Tal vez pensó que sí era posible empatar y evitar un estreno estruendoso. Alentaron entonces, como no lo hicieron después del himno nacional, pues el partido no se prestó ni para su entusiasmo. Del tiro de esquina apareció el central Cristian Zapata en el segundo palo y por poco se gana el rótulo del héroe.
Fue el último y escaso intento real. Desde el gol de Rondón, como se esperaba, los minutos fueron fugaces. Ni siquiera los cinco de adición que dio el árbitro Andrés Cunha, sirvieron para algo, más que para alargar el suplicio. La impotencia en la cancha fue inquebrantable, irreparable.
Una vez más, Venezuela se salió con la suya. Colombia, que llegó tan motivada, tan entusiasmada y confiada a la Copa, está lejos del nivel del Mundial, y sufrió un fuerte aterrizaje.
Síntesis
Colombia 0-1 Venezuela
Colombia: David Ospina; Camilo Zúñiga, Cristian Zapata, Jeison Murillo, Pablo Armero; Carlos Sánchez, Edwin Valencia; Juan Guillermo Cuadrado, James Rodríguez; Falcao García y Carlos Bacca.
D.T.: José Pékerman
D.T.: José Pékerman
Venezuela: Alain Baroja; Roberto Rosales, Osvaldo Vizcarrondo, Andrés Túñez, Fernando Amorebieta; Tomás Rincón, Luis Manuel Seijas, Alejandro Guerra, Juan Arango Ronald Vargas; Salomón Rondón.
D.T.: Noel Sanvicente
D.T.: Noel Sanvicente
Partido: regular
Cambios en Colombia: Edwin Cardona por Sánchez (17 ST), Teófilo Gutiérrez por Bacca (26 ST) y Jackson Martínez por Armero (36 ST).
Cambios en Venezuela: Franklin Lucena por Seijas (29 ST), César González por Vargas (33 ST) y Gabriel Cíchero por Arango (40 ST).
Gol de Venezuela: Rondón (15 ST).
Expulsados: no hubo.
Estadio: El Teniente (Rancagua).
Asistencia: 12.387 espectadores.
Árbitro: Andrés Cunha (Uruguay)
PABLO ROMERO
Enviado especial de EL TIEMPO
Rancagua
@PabloRomeroET
Enviado especial de EL TIEMPO
Rancagua
@PabloRomeroET
No hay comentarios:
Publicar un comentario