El mismo duque de Edimburgo,
esposo de la reina Isabel II le condecoró con la medalla del Imperio Británico.
Los nazis a su vez le habían condecorado ya con la Cruz de Hierro por sus
servicios al Tercer Reich. Nadie en la historia ha recibido sendos honores de
bandos enemigos en plena contienda.
En Choroní, el precioso pueblo playero venezolano, muy
pocos podrían haber imaginado que a quien estaban velando el 10 de Octubre de
1988, fuera uno de los hombres más importantes en la historia del espionaje
bélico del siglo XX, por su formidable contribución para acabar con la
pesadilla nazi tras la victoria de los aliados en la II Guerra Mundial.
Aquel hombre sencillo se llamaba Joan Pujol, español
de Barcelona, donde había nacido el 14 de febrero de 1912 de una familia
conservadora. Al estallar la guerra civil española en 1936, fue llamado a filas
por el ejército de la República y se escondió en casa de unos amigos durante
casi un año. Fue descubierto y se alistó voluntario con la intención de pasarse
al otro bando, el golpista, pues repudiaba los extremismos; finalmente lo
logró, trabajando para el Estado Mayor franquista como telegrafista en Burgos,
presagio tal vez de su futuro aventurero. Allí conoció a la secretaria del
gobernador del Banco de España, Araceli González, una belleza gallega de
familia burguesa con la que se casó en 1938.
Tras la victoria de Franco se dio cuenta que tampoco estaba
de acuerdo con aquel gobierno pro-fascista. Meses después, al comenzar la II
Guerra Mundial, España y Portugal se declararon neutrales; en ambos países
había representaciones diplomáticas de todos los bandos, con lo que Madrid y
Lisboa eran auténticos nidos de espías. El joven Pujol, de carácter aventurero,
decidió que podía colaborar a la derrota nazi sirviendo de informador a los
británicos, pues mantenía buenas relaciones con la embajada alemana cuando
sirvió en el lado franquista. Los ingleses cautamente lo rechazaron y Pujol
decidió obrar por su cuenta; los alemanes aceptaron una oferta similar y lo
pusieran a prueba; poco a poco captó su confianza con los encargos que le
hicieron y que resolvió con éxito. Su nombre clave era “Alaric”. Meses después,
los británicos que lo habían estado vigilando discretamente le
propusieron que trabajara para ellos pero sin dejar de espiar para los
nazis. Bajo su tutela comenzó el doble juego.
Se trasladó a Lisboa y desde allí montó una red de más
de 20 informantes en Inglaterra que supuestamente trabajaban para él; lo
curioso es que ninguno existía, cosa que los alemanes nunca supieron y los
ingleses tardaron en descubrir. El nombre clave que el MI6, centro de
contrainteligencia británica le puso fue “Garbo”, pues
sus jefes decían que era un gran actor. Fue llamado a Inglaterra y desde el
“Comité XX” - grupo de élite del MI6 – se convirtió en la mayor arma de
intoxicación informativa de toda la guerra, usando los informes de “Enigma”, la
sofisticada máquina de códigos ultra secreta de los nazis (decodificada por un
brillante joven inglés del MI5), quienes ignoraban que los británicos ya habían
descifrado su complejísimo sistema.
La “Operación Overload” fue su gran éxito, consistió
en hacer creer a la “Abwehr” (inteligencia alemana), que el desembarco aliado
de Normandía era una operación de distracción y que el verdadero desembarco
sería por el estrecho de Calais, cosa que Hitler creyó. Sir Winston Churchill
dijo: “fue una obra maestra del doble juego”. El mismo duque de Edimburgo,
esposo de la reina Isabel II le condecoró con la medalla del Imperio Británico.
Los nazis a su vez le habían condecorado ya con la Cruz de Hierro por sus
servicios al Tercer Reich. Nadie en la historia ha recibido sendos honores de
bandos enemigos en plena contienda.
Al término de la II Guerra Mundial regresó a España,
junto a Araceli, la cual fue parte muy activa como asistente de Garbo; sin
embargo ya en Madrid, Garbo temió represalias de los nazis fugitivos,
favorecidos por Franco, y decidió desaparecer. Tras pasar por Angola, donde
“enterró” a Garbo, y Argentina, llegaron a la Venezuela de Medina Angarita. No
fue un inmigrante común, ya que gracias a la falsa red de informantes que había
creado, recibió ingentes cantidades de dinero de los nazis para sostenerla, así
como de los británicos. En Caracas no tardó en codearse con la sociedad
caraqueña en parte gracias al “charm” de su esposa, aunque mantenían un bajo
perfil. Sin embargo Araceli no encajaba bien en Venezuela y tras separarse regresó
a España con los tres hijos habidos del matrimonio. Garbo había muerto y el Sr.
Pujol se dedicó a los negocios con suerte diversa, pero siempre manteniendo un
“status” alto, aunque discreto.
En Valencia, Carabobo, montó una granja avícola que
fracasó debido a los avatares políticos; ya con Pérez Jiménez en el gobierno,
fue a parar a la petrolera anglo-holandesa Shell de Lagunillas, con rango
gerencial donde era profesor de idiomas enseñando español a los
ejecutivos holandeses y británicos, e inglés a los venezolanos de la compañía.
También abrió en Lagunillas un próspero negocio de ramos generales que aún
existe: La Casa del Regalo.
Durante su estadía en Caracas había conocido a una
guapa joven venezolana, vecina de su edificio, situado frente a la actual
Seguros la Previsora, Carmen Cilia Álvarez, con quien casó un tiempo después,
cometiendo bigamia. En Lagunillas y en el hospital de la Shell nació su primer
hijo de Carmen Cilia, Carlos, de los tres que tuvo la pareja: Carlos, Juan y
María Elena, sumándolos a los tres que había tenido con su primera esposa:
Juan, Jorge y M. Eugenia, los dos más pequeños también nacidos en Caracas y
adquirió la ciudadanía venezolana. Lo curioso es que su familia española no
sabía que había formado otra en Venezuela, y la de aquí tampoco tuvo noticias
de que tenía una en Madrid, hasta más de treinta años después que lo contó.
En 1972, un alto funcionario de la embajada británica
en Caracas lo localizó, gracias a Tomás Harris, su jefe en el MI6 durante la
Guerra y le informó que se iban a desclasificar documentos de la inteligencia
británica, pero que Garbo quedaría a cubierto pues nadie, salvo ellos, conocían
su verdadera identidad.
La Sra. Carmen Cilia Álvarez era nacida en Choroní,
Edo. Aragua y cuando se casaron le compró una casa a su esposa en el pueblo,
donde pasaban temporadas cada vez más largas. Emprendedor, abrió una posada
turística que aún existe, también el cine de Choroní, que duró unos cuantos
años del que su hijo Carlos* era el proyeccionista.
Años antes de morir viajó a España con los hijos de
Carmen Cilia, donde conocieron a sus hermanos, los hijos de Araceli.
Joan Pujol García con 76 años sufrió un aneurisma en
Caracas, donde murió semanas después, el 10 de Octubre de 1988. Aquel señor
“común y corriente”, fue enterrado por su voluntad en Choroní. Había
participado en dos guerras y en ambas en los dos bandos sin disparar ni un
tiro.
* Agradecido al Sr. Carlos Pujol Álvarez, su hijo
venezolano, residente en Caracas, por la amena conversación que sostuvimos en
el Gran Café de Sabana Grande y que me aportó valiosos datos sobre el
desaparecido Garbo, en Venezuela.
carlosmmontenegro22@gmail.com
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