En pocas palabras
El país amanece el 2015 navegando en la ruta hacia el atraso delineada hace quince años, con desconcierto, otea el horizonte en aguas que se mecen entre el descrédito del régimen y la incertidumbre de la oposición. En número creciente, muchos que ayer aplaudían las promesas de la revolución, hoy se sienten defraudados y le reclaman inútilmente a ese ser que ni sabe qué conjunción de astros lo llevó a presidir un país y mucho menos, qué hacer en la coyuntura trágica del barril a menos de sesenta dólares. Asesorado por un vente-tú de improvisados tecnócratas, promete corregir el rumbo de la economía con medidas pueriles; nervioso, agita palos de ciego frente al drama que arrincona a la clase media y a los venezolanos más humildes. Cada día que pasa su popularidad se disipa. Parece que ya solo confía en los cuarteles…
Por el lado de la oposición ronda el marasmo, pesa la histórica acumulación de errores, la maltratada unidad, la desvergüenza de los adocenados que se han vendido al poder, la confusión sobre el qué hacer, la lucha interna por el liderazgo, la frustrada ilusión de quienes confiaron en “La Salida”.
Pero la oposición es mayoría y la protesta en todo el país es aun más grande. Crece una fuerza enorme armada con la razón frente a un poder cada día más ilegítimo que ahoga con sus desaciertos las mentiras revolucionarias. Las condiciones objetivas revelan la extenuación del proceso, las subjetivas esperan dirección, la oposición tiene la palabra, es el momento de capitalizar los impulsos, es la hora de los estrategas, de quienes tengan la capacidad para ver el bosque y no los árboles…
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