Blog de Víctor José López /Periodista

sábado, 6 de diciembre de 2014

CARLOS M. MONTENEGRO Cambalache, ¿Siglo XXI?


Cambalache, ¿Siglo XXI?
© Carlos M. Montenegro
        
Enrique Santos Discépolo (1901-1951),
porteño que en 1935 compuso “Cambalache”

         La “canción protesta” tiene sus orígenes en las música popular de finales del siglo XIX, casi siempre proveniente de los cantores y compositores de la izquierda. Como todo movimiento social, tiene su mártir: Joe Hill, un inmigrante sueco que en EEUU se hizo sindicalista; tocaba varios instrumentos y cantaba bien y ponía letras reivindicativas a canciones conocidas. Hill fue condenado a muerte y ejecutado a causa de su activismo político en 1915. Fue un precursor de la “canción de autor” y como “cantautor” tendrá su  aparte.
A final de los 40’s, Pete Seeger recogió el testigo y prácticamente inauguró el término “canción protesta”; en los 50’s y 60’s se incorporaron seguidores como Woody Guthrie o Leadbelly; en las revueltas estudiantiles de 1968 llegó a su apogeo el género y el mundo se inundó de cantautores de protesta como Georges Brassens, Jacques Brel y hasta Edith Piaff, en Francia; Víctor Jara, Violeta Parra, León Gieco y Alí Primera en América Latina; en España, Lluis Llach, Pi de la Serra, Joan M. Serrat, Raimon… la lista sería larguísima. Bob Dylan sin ser propiamente “de protesta” fue incluido en el paquete y ayudó mucho a su difusión. Si me preguntan sobre una canción emblemática del género, tengo que nombrar a un cantautor que nunca militó en esa liga: Enrique Santos Discépolo (1901-1951), porteño que en 1935 compuso “Cambalache”.
En tres días de gripe y cama me he bebido cuanta noticia  salía por radio y TV de todo el mundo, y a mi mala salud de hierro se ha unido mi desconcierto y repulsa ante lo que he visto y oído aquí y allá, y a la mente me venía insistentemente, vía delirio tal vez, el tango de “Discepolín”.
Creo que ha lugar transcribir textualmente la letra de la canción, sin omitir sus incrustaciones de “lunfardo”; si tienen su ‘argentino de cabecera’ les traducirá el argot mejor que yo. Va:

Cambalache (Enrique Santos Discépolo)

   Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé,
en el 510 y en el 2000 también.
Que siempre ha habido chorros, maquiavelos y estafaos,
contentos y amargaos, valores y “doublés”.
Pero que el siglo XX es un despliegue de maldad insolente,
ya no hay quien lo niegue, vivimos revolcaos en un merengue
y en el mismo lodo todos manoseaos

Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor,
ignorante, sabio o chorro, pretencioso o estafador...,
¡Todo es igual!, ¡Nada es mejor!
lo mismo da un burro que un gran profesor.
No hay aplazaos ni escalafón, los inmorales nos han igualao.
Si uno vive en la impostura y otro afana en su ambición, da lo mismo que sea cura, colchonero, rey de bastos, caradura o polizón.

¡Qué falta de respeto, qué atropello a la razón!
cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón…
Mezclao con Stravinski, va Don Bosco y La Mignon,
Don Chicho, Napoleón, Carnera y San Martín…
Igual que en la vidriera irrespetuosa de los cambalaches
se ha mezclao la vida, y herida por un sable sin remache
ves llorar la Biblia junto a un calefón.

Siglo XX, cambalache problemático y febril…
El que no llora no mama y el que no afana es un gil.
¡Dale, nomás! ¡Dale, que va…!
¡Que allá en el horno se vamo a encontrar…! No pienses más,
hacéte a un lao, que a nadie importa si naciste honrao.
Si es lo mismo el que labura, noche y día como un buey,
el que vive de los otros, el que mata, el que es cura o está fuera de la ley.
        
        Y digo yo…se puede decir más fuerte, pero más claro no. Me temo que también vale para estos  tiempos de socialismo siglo XXI


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