CAMBIO INAPLAZABLE
La
realidad venezolana está sobre diagnosticada. Quien quiera engañarse es porque
le da la gana, bien por convicción, por comodidad o por calculado oportunismo.
La ruta está trazada desde hace años. El régimen no la abandona, aunque la
transita con dosis demasiado elevadas de ineficacia y corrupción. Para nadie
puede ser un secreto que la vía del llamado “socialismo del siglo XXI” no es
otra cosa que comunismo a la cubana, es decir, del siglo pasado, tratando de
adecuarse a las nuevas realidades de hoy. También todos sabemos lo que esto
significa en materia de control totalitario del poder y, en consecuencia, de
liquidación progresiva de los derechos humanos fundamentales, sobre todo de la
libertad integral de los ciudadanos para expresarse, para trabajar, para
asociarse, para poder levantar una familia garantizando la seguridad de sus
vidas y de sus bienes, techo propio y digno, alimentación, salud y mayores
oportunidades para los hijos y nietos.
El
régimen actual se traga la flecha de la decencia, de la democracia y del
desarrollo. Camina en dirección contraria, sin engañar a nadie. Apela a la
represión, a la violencia física o institucional, para ahogar el creciente
anhelo de cambio en medio del temor y del miedo. Esto no puede, ni debe,
continuar. La nación necesita conducción recia y corajuda que luche no tanto
por el cambio circunstancial de algunas políticas disparatadas, sino por el
cambio de régimen que abra el panorama hacia un destino superior.
No se
trata de un proyecto personalista, ni de algún iluminado contemporáneo. Debemos
descartar a todos los mesías potenciales o reales, sin desconocer la fuerza ni
la utilidad de los liderazgos reales existentes. Venezuela debe prepararse para
una transición encabezada por un grupo de hombres con capacidad para rodearse
bien, con poder de convocatoria y mucha credibilidad, requisitos indispensables
para una tarea dura pero exitosa.
Ese
equipo debe tener ascendiente y total aceptación en las fuerzas armadas,
neutralizando enemigos internos y externos y capacidad para restablecer y
mantener el orden público sobre la base de la vigencia plena de la Constitución
y de las leyes ajustadas a su normativa, descartando las múltiples violaciones
directas del gobierno actual y las derivadas del montón de “leyes habilitantes”
que la contradicen abiertamente. Igualmente, es indispensable la aceptación
internacional. Tener posibilidad de comunicación inmediata con los centros de
poder político, económico y financiero del mundo y relaciones adecuadas con
países como Colombia, Estados Unidos, España, México y hasta con Cuba, será
factor clave en el porvenir inmediato.
Venezuela
confrontada contra si misma. Dividida por la siembra de odios y el cultivo de
resentimientos. La mayoría de los partidos de gobierno y oposición, representan
lo contrario de lo que debe construirse. La idea no es convertir a oprimidos en
opresores, sin patria y sin espíritu. Buscamos una gran verdad a la cual servir
como norte a una nación libertaria hoy en manos de un estado totalitario.
oalvarezpaz@gmail.com Domingo, 7 de septiembre de 2012
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