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EL NUEVO
MODO
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¿Agotamiento?
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Santiago José
Guevara García*
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La fase
socialista del neocomunismo (y otros adornos, nada políticos) que gobierna
Venezuela se montó, hasta ahora, sobre la base de lo descrito por nosotros en
esta columna hace varios años, al describir el “modelo económico chavista”.
Hoy lo
podríamos resumir en una política de destrucción de la riqueza social
(economía y capital social) y la entrega de recursos nacionales y facilidades
públicas (ej.: riqueza minera y contratos gubernamentales) a amigos foráneos.
Esa fase parece haberse agotado.
Visto
económicamente, el neocomunismo venezolano se montó, en su fase inicial,
sobre una pirámide inversa de tres tipos de componentes distintos, que lo
definen.
La conforman:
1°) el predominio de la política sobre la economía, 2°) el caos organizativo,
la desaparición de los controles convencionales, el irrespeto, en el uso de
recursos, a toda restricción presupuestaria, y 3°) la manipulación de las
diversas variables macroeconómicas hacia el empobrecimiento y, finalmente, el
colapso.
Ésa ha sido,
entonces, su transición al comunismo (que es el concepto existente en el
marxismo). Pero, por hacerlo mal y olvidar otras variables, el propio modelo
le pasa factura: atenta contra sí mismo y crea las condiciones de cambio
hacia otro, distinto.
Es que el
régimen se sitúa entre una crisis terminal de su modelo inicial y su
necesidad de permanencia y eventual consolidación. Le toca –reto no resuelto-
redefinir su continuidad, pues no se le conoce que la haya viabilizado, ni
que tenga otras salidas apropiadas a la situación.
Bajo el
supuesto de la pertinencia de la situación que retratamos, toca evaluar el par
analítico en el cual junto al trade-off crisis/supervivencia, resulta
necesario preguntarse por los modelos de salida disponibles.
Pues, al
régimen se le vino encima una transición y hasta ahora no sabe cómo
abordarla. Si profundiza lo actual, el propio modelo lo castiga; si cambia,
aún no sabe para dónde. Mientras, los chinos hacen fiesta con el país;
cuando, si ese arquetipo fuere la salida, ésta debería ser replanteada y
redefinida.
Puesto en los
zapatos de los jerarcas del régimen y sus costosos –aunque inútiles asesores;
al menos, en su manejo del largo plazo- en este momento se debería estar
anticipando, estructurando y evaluando los modelos de salida disponibles.
Trabajo nada sencillo, pero tampoco imposible.
El cual, por
lo demás, forma parte esencial de la urgente agenda planteada, en el preciso
momento actual, en el exigente plano de la política económica. Como ya dicho
por nosotros, no basta salir del caos y la recesión. Hay que tener una
solución de continuidad.
Tendrán que
definir si el motor y el combustible del modelo a seleccionar será exógeno o
endógeno. En lo andado hasta ahora no acertaron en esa definición y manejo.
Lo hecho en
el campo estrictamente petrolero es para la vergüenza. Ramírez debería
renunciar, o se le debería pedir la renuncia. Aunque no es el único
responsable. Rodríguez Araque, quien en estos días hace un examen de
conciencia, con aciertos, también tiene su cuota de responsabilidad.
Lo observable
en el componente “productivo” de lo andado es también un inmenso error. Está
bien, expropiaron –me gusta, más, decir confiscaron-, pero la pregunta
obligada es sobre cuál es el sentido, a largo plazo, de la inutilización de
las fuentes de generación de ingresos del mismo que confisca.
Pero, la
situación no se limita a lo dicho. Los escenarios de salida al impasse actual
no se limitan a los “buenos” (para el régimen). ¡No! Conocidos los personajes
y su desempeño, es forzoso también considerar la posibilidad de caminos
peores y nuevos errores. Y la implicación que eso puede tener sobre, ya no el
agotamiento, sino la caída del sistema.
Para revelar
cuál debería ser la actitud, y lo digo por la vía de una figura y un reclamo
duro a los actores oficialistas actuales: al régimen le hacen falta un buen
Deng Xiaoping actualizado y un buen cesto de basura, para lanzar a los
manganzones Castro, el parásito Lula, la necia geopolítica hasta ahora
desplegada, los afanes de salvación mundial y otras estupideces más locales.
Pues, aunque
no es mi intención resolver el dilema al régimen, sí hay escenarios a la mano
para el propósito de su supervivencia. No lo será con la continuación de lo
actual, que trajo el agotamiento, o con su profundización, que nos situará
por detrás de Cuba.
En el justo
medio, a favor de la continuidad, pero con requisitos de supervivencia, se
encuentra la idea del cambio dentro del sistema. Algunos de los dilemas
planteados en este artículo, y otros, tendrán que ser resueltos. Pero, ése es
tema para oficialistas.
Entre
transiciones, al comunismo o a la democracia y el mercado (que ya no son los
mismos de antes), se moverá la historia próxima de Venezuela.
¿Es mucho
pedir que nuestra clase intelectual afecta a los temas de Estado y de
gobierno debata sobre la situación y escenarios en escena? En nuestro
cubículo lo hacemos día a día. Y lo trasmitimos. El tema ha despertado
interés en mis amigos de las redes. Y me obliga frente a ellos.
* Santiago
José Guevara García
(Valencia,
Venezuela)
sjguevaragarcia@gmail.com
/ @SJGuevaraG1
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miércoles, 13 de agosto de 2014
SANTIAGO GUEVARA el nuevo modo
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