sjguevaragarcia@gmail.com / @SJGuevaraG1
A Rómulo Betancourt se le asocia al tema de la organización política.
Sostengo la opinión de que el único partido moderno venezolano, en la
interpretación weberiana, ha sido la AD de Rómulo (no así las posteriores). No
ha habido otro; ni antes, ni después.
Esa modernidad la otorgan la primacía de la organización, las normas
institucionales y una burocracia (weberiana; no como se entiende
corrientemente). El predominio de la familia o vínculos tradicionales
(salismo), o el carisma o caudillismo (casi todos los demás partidos actuales)
son formas premodernas e inconvenientes.
En el momento actual está planteado el retorno a la organización. Organización
en los partidos y organización de la sociedad. No leninista (centralista), sino
gramsciana (un bloque social alrededor de un nuevo “Proyecto”). Ni más, ni
menos requiere el potencial momento de cambio –momento transicional- que circunvuela
a Venezuela.
Claro que hablo de los sectores demócratas y progresistas. El
oficialismo es un “saco de gatos”, con un mezclote de comunismo, militarismo, concierto
para delinquir, clientelismo, parasitismo y otras “exquisiteces” conductuales y
organizativas. Eso no solo es retrógrado, sino que es muy malo.
La organización a la que me refiero es organización para cambiar,
progresar y consolidar lo logrado. Deberá ser moderna, desde el punto de vista
partidista; pero, deberá ser mucho más que eso. Deberá conjugar partidos y
sociedad civil; política, economía, cultura y lo social y deberá ser cambiante,
progresiva.
En este momento, eso lo veo en un nuevo polo democrático innovador. Ya
lo he planteado en este mismo espacio. Ledezma propone “dinamizar” la MUD. Ésta
ha dejado muy en claro que es solo partidista. Quirós propone actuar. Surgen
otras iniciativas. Algo hay que hacer. ¿Podremos?
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