julio 12, 2014
Las
llagas de Venezuela
Estamos
heridos, los venezolanos estamos muy heridos. Nuestra llagas están abiertas,
ulceradas y purulentas. Y son muchas.
Tanto
sufrimiento nos ha hecho muy sensibles, tan sólo se nos toca y gemimos de
dolor. Largos, larguísimos años de latigazos morales y políticos nos tienen
deshechos.
No
cicatrizan nuestras llagas, están a flor de piel, muy vivas. Caminamos
magullados, desgarrados, nuestra voz desabrocha una estridente amargura en cada
aliento.
Cuando
cicatricemos, si lo hacemos, esas cicatrices marcarán la piel nacional a lo
largo de este siglo.
Serán
cicatrices imborrables.
La
insensibilidad como política
En un país
lleno de llagas abiertas, magullado y herido, debemos ser muy respetuosos y
sensibles ante al dolor humano. Cualquier roce inoportuno puede representar el
más enconado y justificado de los gritos.
Recordemos
que una de las contradicciones y causas de la debacle de la cuarta república
-que Chávez astuta y engañosamente supo capitalizar para llegar al poder- fue
su insensibilidad y desprecio ante el dolor humano.
Si
analizamos a líderes antiguos -digo antiguos, pero son actuales, perennes,
inamovibles y eternos- y acomodados del bipartidismo adeco copeyano como Henry
Ramos Allup o Eduardo Fernández, descubriremos, pese a su elocuencia y
coherencia discursiva, una arraigada insensibilidad por los padecimientos
reales del venezolano.
Simplemente
ni los sufren, ni los entienden, ni les interesa. Para ellos, los padecimientos
son abstracciones no realidades sentidas. Su desapego es notorio e inequívoco.
Su antigüedad ha hecho que empeoré su abstracción e indiferencia.
Ramón José
Medina es discípulo de esa cultura política. Sus recientes declaraciones lo demuestran.
Responsabilizar a Leopoldo López de haber planificado su propio e inhumano
encarcelamiento no sólo fue irresponsable, fue despreciable e insensible.
No es sólo
dolor lo que padece Venezuela, estamos ante una tragedia humana de proporciones
históricas.
No
entenderlo, no padecerlo, no es falta de compromiso con la democracia, es
insensibilidad ante lo que la origina y justifica: el ser humano.
¿Mal
chiste?
Conozco a
Ramón José y jamás podría decir que es una persona sin determinación o falta de
compromiso. Por lo que presencié es un incansable luchador, dedicado y lúcido.
En lo
personal, pese a la crítica política –a veces acerba- que hago de la Mesa de la
Unidad (MUD), tengo mucho que agradecerle, no olvidaré cuando lanzaron la bomba
en mi casa y él fue personalmente a apoyarme horas después del suceso.
Sin
embargo, en una Venezuela con tanta herida abierta, la determinación, el
compromiso y la lucidez, sin sensibilidad, son insuficientes.
Es honroso
pedir disculpas y reconocer el error cometido, pero llamar “mal chiste”
-¿chiste?- a su sarcástico comentario no sólo reconfirma su insensibilidad,
además demuestra que no entiende la desconsoladora y cruel tragedia humana que
está viviendo Leopoldo, su esposa, su familia y el país.
No
entender ese dolor humano, esa atroz tragedia, nos hace pensar que Ramón José
no está sufriendo en carne propia las bestialidades y sañas de la dictadura. Al
no estarlas padeciendo, banaliza el mal y hasta se burla de la oprobiosa
prisión de López.
Lo grave
del error de Ramón José no deriva exclusivamente de su falta de respeto a
Leopoldo, va mucho más allá: su “mal chiste” nos dilucida la insensibilidad de
la dirigencia de la MUD ante la calamitosa dictadura venezolana.
¿Será que
no la están padeciendo?
El
coro de la infamia
En estos
días, hemos escuchado con asombro a Henrique Capriles, Ramos Allup, Ramón
Guillermo Aveledo y a Ramón José Medina, incluso a Gerardo Blyde (de él nos ha
dolido y entristecido muchísimo, sabemos que Gerardo no es así), esgrimir los
mismos exactos argumentos y en el mismo momento, a sólo horas de diferencia,
que han levantado Nicolás Maduro y Diosdado Cabello contra Leopoldo López,
María Corina Machado, Antonio Ledezma y los estudiantes, por su propuesta de
movilización y reivindicación democrática conocida como “La salida”.
Un coro
infame ha unido a la MUD con la dictadura. No sólo se dieron la mano, abrazaron
insólitamente sus discursos y visiones.
¿Casualidad?
Demasiada
exactitud narrativa, demasiada correspondencia de tiempos, como para considerar
que fue el cosmos lo que unió.
Lo he
dicho en anteriores entregas y lo corroboro: el diálogo fue el espacio donde
los extremistas del desprecio, donde los eternos radicales de la
insensibilidad, se dieron la mano para abofetearnos su indiferencia.
No hay ni
habrá jamás explicación para semejante circo.
Es notorio
que sus participantes no están sufriendo las calamidades de la dictadura. No
sería posible semejante cinismo. ¿Quién puede dialogar, sonreír y abrazar a
quien ha encarcelado, torturado o asesinado a tus hermanos e hijos?
La MUD
está secuestrada por la insensibilidad. Algunos de sus dirigentes están
enchufados con el desprecio y la indiferencia. Hay que reinventarla.
Por el
beneficio de la Unidad y como muestra de su determinación y entrega, Ramón José
debe renunciar. Si no lo hace, no sólo confirmará su insensibilidad política,
hará más grande e incurable la llaga que la dictadura le ha causado a Venezuela.
No hay
opción, la desgarradura es honda, evitemos el desangre.
@tovarr
No hay comentarios:
Publicar un comentario