PROYECTO
LIBERTAD
Eddie
A. Ramírez S.
Salir
del totalitarismo siglo XXI que ahoga nuestras libertades e impide el
desarrollo del país es el objetivo de los demócratas. Para alcanzarlo es
necesario tomar en cuenta todos los elementos que inciden en este
proyecto. Aunque en política hay muchos imponderables, siempre
es posible seleccionar una o más rutas críticas que permitan optimizar los
costos y estimar el menor tiempo requerido.
En
un ambiente en donde todos disponemos de información y de la
facilidad de comunicarnos es explicable que cada quien
quiera determinar su ruta crítica. En una situación tan compleja
nadie debe descalificar determinadas rutas, aunque tampoco podemos irnos al
extremo de que todos los caminos conducen a Roma. Tenemos la gran fortaleza de
que algo más de la mitad de los venezolanos no nos doblegamos, aunque
tenemos debilidades en los barrios. Tenemos oportunidades claras de
ganar adeptos por la escasez de muchos productos, la inseguridad y
la inflación. La gran amenaza es la presencia de paramilitares oficialistas, la
violenta actuación de la Guardia Nacional y la falta de escrúpulos del régimen
que predica sus mentiras a través de sus innumerables medios de comunicación.
Manifestar
y cerrar calles no suma adeptos y divide a los nuestros, pero son acciones
necesarias aunque no suficientes. Es difícil que puedan mantenerse
mucho tiempo, pero nadie debe desanimarse si cesan. Lograron llamar
la atención del mundo, evidenciando que los violentos son los organismos del
Estado y sus paramilitares. También debilitaron al régimen, que inevitablemente
entró en barrena. Lo lamentable es el número de fallecidos, sea por
agresión de los rojos o por accidentes ocurridos como consecuencia de
barricadas diseñadas como protección pero que causaron muertes que enlutan a
todos.
Algunos actores
de la MUD escogieron la ruta de no favorecer las manifestaciones callejeras por
considerar que desvían la atención de la crisis económica, la cual
esperan termine de desilusionar a muchos simpatizantes del
oficialismo. Lo importante es que todos los actores de
oposición coinciden en que para acudir al diálogo, al que hipócritamente
llama Maduro por sentir la presión internacional, el régimen debe cumplir con
unas exigencias mínimas. Por violar la Constitución y por inepto Maduro debería
renunciar, pero es poco probable que lo haga y probablemente todavía no
tenemos suficiente músculo para obligarlo. Quizá, mientras tanto, deberíamos concentrarnos
en exigir la libertad de los presos políticos, regreso de exiliados,
castigo para los violadores de los derechos humanos y disolución de los
colectivos paramilitares. Este es un proyecto en el que pueden coexistir la
ruta de la protesta pacífica en las calles y la de enviar mensajes que
convenzan a los todavía simpatizantes del oficialismo. Hay una
tercera ruta que entusiasma a muchos, pero sobre la cual
no tenemos injerencia.
Como
en botica: En presencia de un bochornoso Alto Mando Militar, responsable de
violaciones a los derechos humanos y de la politización de la institución,
Maduro dio luz verde a sus paramilitares para que ¨apaguen candelitas¨. ¡Bravo
por los estudiantes! ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!
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