Blog de Víctor José López /Periodista

martes, 18 de marzo de 2014

JURATE ROSALES Las tres damas de Pavlov


Las tres damas de Pavlov

 
Las tres damas de Pavlov  
 
Bachelet, Kirchner y Rousseff se molestarán si las llamamos "viejas", pero es que su comportamiento responde a lo más viejo y vetusto del antiguo estalinismo, devenido en fidelismo cubano.
 
Por Jurate Rosales
 
Recordemos el experimento de Pavlov. Realizarlo con perros le permitió acondicionar el comportamiento de los canes para que reaccionen como se tenía previsto. Probó que ante una comida, con sólo verla, los perros salivaban. Luego, con sólo ver a la persona que les daba la comida, empezaban a salivar. La comida ya no estaba, pero la salivación venía acondicionada por lo que decidía el amo. No pretendo comparar ciertas damas con perros o perras. Hablo de un experimento científico, que luego influenció la ciencia de la psicología.
 
Cuando la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, en su primera presidencia, visitó a Hugo Chávez en el Palacio de Miraflores, se vistió de rojo de pies a cabeza – parecía lista para ir a una marcha del PSUV. Pero cuando por esa misma época, estuvo en la Casa Blanca visitando al presidente de los Estados Unidos, llegó vestida de un suave azul. Lejos de verlo como una "hábil treta", tratándose de la presidenta de un país soberano e independiente, evidenció una obediencia en su comportamiento que por consideración a su cargo, no llamaré perruna ni me referiré a la salivación.
 
Hasta cierto punto, esa obediencia a lo que llamaríamos "las circunstancias" forma parte del acondicionamiento de Michelle Bachelet, quien pasó sus años de formación política en Alemania comunista, bajo el ala de uno de los más dogmáticos y ciegamente obedientes comunistas de la era soviética, como lo fue Erich Hönecker, quien protegió personalmente a la exiliada estudiante chilena. Fue a través del Partido Socialista Unido de Alemania comunista que Michelle Bachelet pudo continuar sus estudios en Alemania oriental donde se casó con otro joven exiliado, Jorge Dávalos, entrenado por la tenebrosa Stasi (policía secreta de Alemania oriental) en el manejo de explosivos. Durante esos años de su aprendizaje político, Michelle Bachelet no podía ignorar el trabajo de represión, terrorismo y espionaje que desempeñaba la Stasi. Tampoco podía ignorar lo que representaba el Muro de Berlín, tanto más en cuanto que su primera vivienda en Alemania fue en Potsdam, en las cercanías de Berlín y sus estudios universitarios se iniciaron en la Universidad Karl Marx. En total, Bachelet pasó por la escuela de la obediencia ciega a la línea del partido, sin jamás incurrir en consideraciones de orden humano o en una peligrosa libertad de criterio.
 
Hoy, la rebeldía del estudiantado venezolano, desarmado y enfrentado a una represión feroz que tortura y asesina, no impresionan a la presidenta chilena que también ella fue estudiante, detenida y torturada por los esbirros de Pinochet. Curiosa, pero lógicamente, su obediencia a la línea de Fidel Castro pasa ahora por encima de cualquier otra consideración. Cosas de Pavlov, diríamos.
 
Otra dama con una actitud similar a la de Bachelet frente a lo que hoy ocurre en Venezuela, es Cristina Fernández, viuda de Kirchner. Más que víctima de una línea de partido, Cristina es prisionera de los manejos de dinero, iniciados por su difunto marido y diligentemente continuados bajo su presidencia. Sería ingenuo pensar que los intereses que unen hoy a Cristina con el heredero de Hugo Chávez, Nicolás Maduro, se deben únicamente a unos míseros 800.000 dólares llevados en el maletín de Antonini Wilson para gastos de elección de Cristina Kirchner. Atrapada en un pasado y un misterioso presente teñidos de dineros venezolanos, Cristina Kirchner olvida que también ella, en sus días de estudiante, vivió bajo la dictadura militar argentina.
 
La tercera de la comparsa de quienes apoyan las torturas a los estudiantes venezolanos, es una mujer que también ella, siendo estudiante fue detenida y torturada por un régimen dictatorial. Dilma Rousseff, presidenta de Brasil, parece afectada de ausencia de memoria sobre lo que ella misma ha vivido. Es que en términos económicos, Brasil ha sido el país que más apostó al régimen venezolano con contratos, sobre todo los de la multinacional Odebrecht y para Rousseff se trata de salvar esos multimillonarios negocios pese a la evidente ruina del Estado venezolano. Si a Michelle la denuncian los colores que viste con cada presidente, a Dilma la reveló una famosa foto de intensa adoración hacia Fidel Castro, tomada y divulgada con intencionada maldad por el único servicio que a Fidel puede fotografiarlo en su casa: el del G2. Queda obvio que a Dilma también la han acondicionado desde el principio de su vida política.
 
Pasemos ahora a la otra vertiente. ¿Qué exigen los estudiantes venezolanos? Precisamente lo contrario de lo que condicionó a las tres damas: libertad. Los estudiantes no tienen domador, ni jefe, ni jefes: sus dirigentes son los electos presidentes de las federaciones de centros de cada universidad y todos practican la honestidad de actuar en consonancia, dando ejemplo de una coordinación nacional y una unidad que dejan bien lejos a los ¿acondicionados? políticos de la vieja escuela, que por esa misma razón, pujan para posicionarse en vista de un ilusorio futuro político y creen moverse en una situación de alternativa democrática, pero que ha dejado de existir en Venezuela desde hace 15 años.
 
Tenemos por lo tanto, a unos jefes de gobierno latinoamericanos, en su mayoría formados por la escuela pavloviana del antiguo comunismo estaliniano de hace cien años y su adaptación fidelista vieja de medio siglo; una oposición que vive ilusionada con una democracia que desde hace 15 años dejó de existir en Venezuela y una juventud, que experimenta con nuevos métodos, inmolándose y sacrificando sus vidas bajo adaptaciones inéditas de resistencia pacífica, desarmada, "guarimbera", teñida de heroísmos individuales que nadie ordena, pero todos acatan. Es que nadie entre ellos está "condicionado", cada quien expresa libremente su parecer individual por las decenas de canales de redes sociales, encuentran sus coincidencias, se coordinan y actúan a su manera. Que Dios los bendiga en nombre de lo más grande que el hombre tiene y no cuida: la libertad.

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