LIBERTAD PARA TODOS
En estos días el espíritu de la Navidad se apodera del
país. La familia venezolana se cierra sobre sí misma en el reencuentro fraterno
que la época facilita. Poco a poco dejamos de lado los problemas cotidianos y
hacemos el balance global del año que termina. Año malo, muy malo, por cierto,
y aunque sea de manera voluntariosa inventariamos las cosas por hacer para
revertir hacia lo positivo las negativas tendencias que nos golpean a diario.
Siempre con la incertidumbre que como sombra maligna se extiende en la
geografía nacional.
Sin embargo, no dejo de pensar en los compatriotas
privados de libertad. Bien por estar tras las rejas de la infamia, bien por no
poder regresar al país por estar exilados o asilados por razones diversas y
también, como es mi caso, los que sufrimos severas restricciones a la libertad
personal al no poder viajar y según reciente y ajurídica decisión, ni siquiera
poder votar. El planteamiento se refiere a todos, pero especialmente a los
presos políticos, víctimas de la penalización criminal de la disidencia, del
abuso de poder, de la violencia institucional del régimen para mantenerse sobre
la base del miedo.
Ojala y exista algo de humanidad en el alto gobierno
para que en nombre de la libertad, los compatriotas privados de ella puedan ir
al reencuentro con sus familiares para la Navidad. Quisiera nombrarlos a todos
y explicar cada caso, pero otros compatriotas se han ocupado de hacerlo con
admirable constancia. Sin embargo los simbolizo a todos en la persona del
comisario Iván Simonovic, ejemplo de dignidad y abnegada trayectoria al
servicio de una nación agradecida. Son públicos y bien diagnosticados
profesionalmente los males que padece. Su familia, a la cabeza de la cual está
Bony, merece la libertad de Iván. Los gobernantes nunca deberían olvidar que la
justicia es como el trapiche de Dios, tardía pero segura. Nada es eterno. Mucho
menos el poder.
oalvarezpaz@gmail.com Lunes, 16 de diciembre de 2013
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