ALFREDO KELLER
Desayuno en la Redacción
Desayuno en la Redacción
NOTITARDE de VALENCIA
Keller
opina que para Maduro “tiene un costo político enorme” corregir los errores de
los catorce años de gestión de Chávez, entre otras cosas, porque siempre será
comparado con él y porque será visto como traición
“Tres de
cada cuatro venezolanos están pidiendo cambio de gobierno”
Alfredo
Keller resalta que los estudios de opinión evidencian que todavía hay dudas
sobre la legitimidad de Maduro y las elecciones presidenciales del 14 de abril
(NOTITARDE / LISANDRO CASAÑA )
David
Ludovic Jorge
“El
gobierno está entrampado”. Con esta frase categórica Alfredo Keller, director
de la empresa encuestadora Keller&Asociados, resume la perspectiva política
del oficialismo para los próximos tres meses.
No suelta
este augurio casi profético a la ligera. Como una persona que tiene más de
treinta años tratando de entender por qué el venezolano se comporta políticamente
de la manera en que lo hace, Keller complementa esta frase y todas las demás
respuestas que da con cifras, porcentajes y proyecciones provenientes de su último
estudio de opinión pública, que fue difundido la semana pasada y que demuestra,
entre muchos otros hallazgos, que el chavismo se ha ido convirtiendo en minoría,
especialmente desde la muerte de Hugo Chávez.
El impacto
de este descenso en el chavismo y en la popularidad de Maduro, así como el uso
político que puede darle la oposición fueron algunos de los temas del Desayuno
en la Redacción de esta semana, que contó con la presencia de los periodistas
David Ludovic y Janet Yucra, y del fotógrafo Lisandro Casaña.
La razón de
la “trampa” en la que, a juicio de Keller, se encuentra sumido el gobierno de
Maduro, es su distanciamiento de las necesidades de la ciudadanía, por un lado,
y la “herencia” de su predecesor, por otro.
CONTRAPELO A LOS INTERESES
CONTRAPELO A LOS INTERESES
“Este
gobierno va a contrapelo de los intereses populares y lo que ofrece tiene un
costo político muy grande: corregir los entuertos del llamado socialismo del
siglo XXI. Lo que está ofreciendo tiene un costo político muy grande: corregir
los entuertos del socialismo del siglo XXI, como lo muestran medidas como las
devaluaciones. Vemos incluso que la gente reclama contra políticas que vienen
de la época de Chávez, como las expropiaciones.
– ¿Por qué
no es sino hasta ahora que hay protestas con ese tipo de temas?
– Porque
ahora es cuando están entendiendo algo que con mucha timidez y voz baja viene
diciendo la oposición y el sector privado desde hace mucho tiempo: las
expropiaciones llevan a poca productividad, lo que lleva a la escasez y a la
inflación. La gente empieza a comprender que el problema no está en la
incompetencia de quienes aplican el modelo de controles en sí mismo y empieza a
haber un rechazo.
– ¿Hay
mediciones que muestran ese proceso?
– Sí las
hay. Hay un estudio que realizamos acerca de la relación entre libertades y
controles políticos y económicos. En 1998 ese estudio demuestra que muchos
venezolanos demandaban controles de ambos tipos: solamente 27% quería libertad
política y 35% libertad económica. Luego de que Chávez llegó, empezó a aplicar
justamente lo que la gente pedía: controles. A partir de allí se observa la
huida de los controles y las demandas de libertades. Ese mismo estudio, pero
realizado este año, arroja 62% de los venezolanos pidiendo libertad política y
59% pidiendo libertad económica, pero el gobierno sigue empeñado en quedarse en
la otra esquina. Eso muestra que los venezolanos cada vez están más
distanciados de las ofertas centrales del gobierno. Sin embargo, pese a que las
personas están pidiendo libertades, si el gobierno empieza a liberar, el costo
político es doble: por un lado, es una traición a las bases del chavismo
radical, incluso a su antecesor, y por el otro, pierde credibilidad, porque
levantar los controles es una muestra de su fracaso. Por eso insisto en que está
entrampado.
– ¿Incluso
los chavistas están en esos grupos de distanciados?
– Sí,
especialmente los llamados chavistas “periféricos” o chavistas “light”, que van
abandonando el chavismo y terminan en los independientes, pues no se van a
pasar a la oposición de un solo plumazo.
Discurso
versus realidad
Otro de los
problemas que a juicio de Keller afronta Nicolás Maduro (y que le pasará
factura en las elecciones municipales) es el deterioro de la calidad de vida
del venezolano que, a su juicio, no puede “disfrazarse” pese a “lo que él
intenta hacer ver y que el oficialismo vende a través del control mediático que
tiene del país. Los ciudadanos ya no se están ‘comiendo el cuento’. Se nota la
diferencia entre discurso y realidad y las encuestas lo demuestran”.
– ¿Cuáles
son los resultados de los estudios en cuanto a esa percepción?
– 61% de
los venezolanos ven hoy al país por mal camino y solo 39% son optimistas. Aquí
vale la pena retomar que los ciudadanos hacen inevitablemente una comparación
con Chávez, y Maduro no es Chávez. Las condiciones de vida con Chávez eran
percibidas infinitamente mejores que con Maduro. Hay una diferencia de 38
puntos entre cómo estaba la lectura del país a finales del año pasado (cuando
Chávez se despidió) y ahora hacen la comparación con Chávez. Maduro no es Chávez,
pero las condiciones de vida con aquel eran infinitamente mejores que las que
hay con Maduro. La diferencia es de 38 puntos entre cómo estaba la lectura del
país a finales del año pasado, cuando Chávez se despide, y la situación que
tenemos ahora.
Al buscar
la explicación a ese descenso brusco encuentras que se han incrementado todos
los problemas económicos: 65% de la población cree que la economía está
empeorando.
– ¿Y cuánto
de ese porcentaje es chavismo?
– Si
quienes se definen como chavistas son 34% del país, eso quiere decir que 22% de
los chavistas ven el país mal. Eso genera un problema interno en el chavismo,
una grave insatisfacción con la gestión de Maduro.
La relación
entre realidad y propaganda no se circunscribe únicamente al ámbito económico.
También los conflictos internos del Partido Socialista Unido de Venezuela
(Psuv) evidencian, para Keller, una fragmentación en lo político, que obedece,
según asegura, a la desaparición de Chávez como elemento de cohesión en el
oficialismo.
“Cuando Chávez
desaparece de escena se descubrió que el chavismo es, en realidad, muchas
cosas: lo hay civil y militar; moderado y radical; procubano y anticubano.
Cuando Chávez desaparece, cada uno de estos factores “comienza a jugar su
propia agenda”, comenta Keller, quien considera que en el gobierno hay un “triunvirato”
constituido por Maduro, como representante del poder civil; Diosdado, del
militar, y Rafael Ramírez, presidente de Pdvsa, representando al poder económico.
“No estando
Chávez ¿quién los articula? Cada uno va por su lado y las bases chavistas, que
responden a estas agendas distintas, comienzan a reclamar unas líneas que son
contradictorias entre sí. Eso explica por qué el chavismo cae: dejan de
sentirse afectos a una sola causa. Por eso están los ojos de Chávez y los eslóganes
como “Chávez vive”: es lo único que los articula, un fantasma”.
La
realidad: ayuda de campaña
Esta
contradicción en la dirigencia chavista, y su impacto en las bases, genera lo
que Keller llama el otro gran problema del oficialismo (después del deterioro de
la calidad de vida y de haberse convertido en minoría): la votación en las
elecciones del 8-D.
Keller
nuevamente echa mano de su más reciente estudio, que arroja una ventaja de 10%
a favor de la Unidad, que se reduce a siete puntos entre los votantes considerados
seguros. Una cifra sobre la que duda, basado en su experiencia y en lo que ha
denominado el “efecto Carabobo”.
“Generalmente
las encuestas son muy buenas para pronosticar resultados electorales, pero
donde hay graves dificultades es en la realidad del índice de participación y
abstención electoral. Hace muchísimos años, quienes hacemos encuestas venimos
analizando por qué podemos predecir resultados electorales y no la participación.
Haciendo un análisis yo tomé como piloto el estado Carabobo. Estudié su
historia electoral comparando las encuestas existentes con los resultados de
participación y abstención y descubrí una constante: una diferencia de 30
puntos entre quienes declaran que van a votar y quienes realmente lo hacen. En
las regionales de 2008 la seguridad de ir a votar era de 76% y la participación
real 46%.
– ¿Eso no
depende del tipo de elección?
– Sí, sobre
todo ocurre en elecciones municipales. Por eso digo que en diciembre la
abstención puede ser mayor, ahora que no hay gobernadores en juego, aunque
dadas las circunstancias del país y la decisión estratégica de la MUD de “plebiscitarlas”,
es posible que se logre disminuir ese “factor Carabobo”.
– Frente a
la intención de voto, ¿qué debe hacer la oposición, y qué es lo que realmente
hace, sobre todo para tratar de captar a esos “chavistas periféricos” de los
que hablábamos antes?
– La simple
realidad está ayudando mucho a la oposición en este caso y ponerla en evidencia
ayuda más. Por eso, frente a esa incapacidad de resolver satisfactoriamente los
problemas del país, el peso pes ado de la estrategia oficialista será en el
terreno político, donde tienen varios objetivos. El primero es decapitar al
liderazgo opositor: por eso persiguen a dirigentes y diputados, pero no solo al
liderazgo político, sino también al empresarial.
– Esa
estrategia la aplicó Chávez y le resultó, pero ¿le resultaría a Maduro?
– Hasta
ahora no ha tenido mucho éxito; más bien se le ha revertido, como en el caso de
Richard Mardo y su intento de comprar diputados.
– ¿Cuáles
son los otros objetivos del chavismo?
–El segundo
es desnaturalizar los motivos de la oposición. Ella insiste que su camino es
democrático, pacífico y electoral, y el gobierno insiste en decir que es
conspiradora y golpista. Buscan desnaturalizarla porque si el chavista light no
ve alternativa opta por la abstención, que tiene el menor costo político, frente
a la posibilidad de que vote por la oposición.
– ¿El
chavismo sí compra ese discurso de la oposición violenta?
– Hoy en día
solo lo asume el chavismo radical, que es dogmático, para el cual el único
cambio posible es a través de un cambio de gobierno, que bajaría hasta 10% o
12% a los radicales chavistas. El tercer objetivo del chavismo es tratar de
desarticular a la oposición, poner a pelear a la Mesa de la Unidad, y el cuarto
es estimular la abstención electoral, una estrategia que han hecho toda la vida
desde 2004 en adelante. La última estrategia es ahorcar toda capacidad
comunicacional, impidiendo el acceso a los medios de comunicación, y también a
los recursos económicos, amenazando empresas.
Buenos
radicalismos
Keller
también resalta la existencia de dos “tipos” o grupos de oposición en
Venezuela: por un lado, lo que llama la “oposición oficial”, constituida por la
MUD y que tiene cinco objetivos específicos: preservar la Unidad; demostrar que
es una mayoría irrefutable a través de un triunfo contundente; poner la
realidad a la vista para deteriorar al actual régimen; reforzar su imagen pacífica
y apelar a la necesidad del diálogo.
Por otro
lado, sin embargo, Keller recuerda la existencia de quienes creen que los
objetivos de la MUD deben complementarse con otras acciones, como reiterar la
ilegitimidad de origen de Nicolás Maduro “con todas las consecuencias que eso
conlleva”.
– ¿Aunque
eso signifique envolver al radicalismo opositor?
– Tendríamos
que entrar en las definiciones de “radical”. Para mucha gente radical es que se
acabe la inseguridad, la escasez y la inflación. El término radical puede tener
dos significados: uno es una “mala palabra” (como puede ser “derecha”) y el
otro que está asociado con un cambio para vivir mejor. La trampa está en que se
le ha dado a la palabra “radical” connotaciones violentas y eso es lo que la
gente rechaza, pero si logras apartar lo violento, la tendencia radical de la
gente es alta. 72% está pidiendo un cambio de gobierno. Hay que ver lo que
significa eso: tres de cada cuatro venezolanos están en contra del gobierno de
Maduro, incluido un 20% de chavistas, es decir, uno de cada cinco no votaría
por la oposición, pero no quiere a Maduro.
Ilegitimidad
que aumenta
Otro de los
resultados que Keller comenta de su encuesta es, precisamente, el referente a
la percepción de la legitimidad de Nicolás Maduro.
“Pese a la
estrategia que desarrolló para demostrarle al país que es legítimo los
venezolanos siguen considerando que Maduro no ganó las elecciones”, asegura.
– ¿Cuáles
son los porcentajes en este caso?
– Un mes
después de las elecciones preguntamos y obtuvimos como resultado que 38% de los
encuestados votó por Maduro y 45% por Capriles. Pensamos que podía ser un error
y volvimos a hacer la pregunta en agosto: 40% declaró que votó por Maduro y 46%
por Capriles. Es un fenómeno raro, porque teóricamente luego de los resultados
electorales, en la opinión pública se produce un fortalecimiento. Este fenómeno
evidencia que hay la percepción de que Maduro no ganó. Esa percepción es de
45%, frente a 48% que cree que el ganador fue Capriles. Es decir, la
legitimidad de Maduro sigue absolutamente cuestionada. Pero no solo hay la
convicción de que Maduro no ganó; también opinan que llegó al poder con fraude
(54%).
– Si esto
es así ¿Por qué no retomar la bandera de la ilegitimidad y de la impugnación a
los resultados electorales?
Así como el
oficialismo está entrampado, la oposición también en cuanto al sistema
electoral. Si tú dices que este sistema es ilegítimo y fraudulento ¿Cómo
convocas luego a elecciones municipales, si buscas arrasar? Eso también sería
una contradicción.
– Entonces
es de esperar que no se vuelva a tocar el tema de la ilegitimidad?
Sí, aunque
la oposición tiene argumentos colaterales del mismo tipo, cuando por ejemplo
llama “enchufado” al gobierno actual, lo que tiene una equivalencia de
significado a decir que es “ilegítimo”.
Por último,
Keller reflexiona sobre lo poco certero de convertir a la corrupción en “punta
de lanza” de la campaña oficialista para las municipales y asegura que la
Habilitante es una excusa para facilitar el camino a la estructura comunal, que
a su juicio permitirá una mayor cohesión de las bases del chavismo. “Mientras
mas cohesión interna mayor preservación de poder tienes, así que necesitas
preservar ese tercio chavista del país, al que los cohesiona ese modelo.
Alfredo
Keller es un apasionado del comportamiento
¿Por qué
somos como somos?
Al
conversar con Alfredo Keller se nota, de inmediato, que su pasión por las
encuestas y los estudios de opinión, va más allá. “Cuando estudiaba en la
universidad lo que me apasionaba y me llamaba la atención es por ¿Por qué somos
como somos? En la cátedra de sociología que veía, me resultaban apasionantes
todos los modelos de culturización, de creación de cultura, porque somos
producto de una cultura, de unos valores, creencias, sentimientos y todo eso,
mezclado, hace que seamos como somos”, explicó el entrevistado.
Relata que
esta fascinación le hizo descubrir una herramienta que le ayudó a investigar lo
que tanto le llamaba la atención, y así encontró los estudios de opinión pública.
“Cuando salí de la universidad, aquí solamente había una empresa que hacía eso
y se me fueron dando una serie de oportunidades, hasta que terminé creando una
empresa de investigación de mercado de opinión pública”.
Alfredo
Keller y Asociados trabaja desde 1998 y desde ese entonces este periodista
egresado de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), hay un aspecto que
caracteriza a esta empresa y es que sus estudios de opinión tienen un segmento
dedicado a aspectos culturales. “Es decir, un estudio de lo que la gente cree,
siente y valora”.
Para citar
un ejemplo, Keller indicó que la empresa acaba de terminar un correlato sobre
cultura y sociedad, en el cual tomaron una serie de preguntas que permitió
comprender como se dividen los venezolanos. “Si desde el punto de vista nos
dividimos en chavistas, opositores e independientes, también nos podemos
dividir en tres grupos, desde el punto de vista cultural, que pesan más o menos
lo mismo. Hay unos venezolanos cuya motivación o lo que nos motiva en la vida,
son valores mágico religiosos (35%)”. A estos venezolanos los caracteriza
aquella frase tan escuchada: “Dios proveerá”. El otro segmento es el de “los
normativos,” que es el más grande, con 38%. Se trata de los venezolanos que
hacen lo que “debe ser” y los que dicen: “hay que hacer el bien, sin mirar a
quién. El buen gobierno es el que hace cumplir la ley”. Luego vienen los
materialistas que ocupan 27% del estudio. Estas personas funcionan bajo algunas
de estas premisas: “no me den, pónganme donde hay. Los logros dependen de los
contactos personales. El buen gobierno es el que siente como el pueblo”. De
esta forma, responde aquellas preguntas que se hizo cuando era estudiante y le
ha permitido saber “por qué la gente se comparta como se comporta”.
Janet Yucra
M.
Fuente:
David Ludovic Jorge
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