Blog de Víctor José López /Periodista

martes, 13 de agosto de 2013

La elección Argentina y los peligros de Cristina




Por José Manuel Pallì


Llevo muchos años fuera de La Argentina, tierra a la que quiero casi tanto como a aquella que me vio nacer y a esta donde han nacido todos mis hijos y nietos. No he vivido un solo día sujeto a lo que muchos de mis amigos y parientes argentinos (la “gente como yo”) describen como una situación insoportable –diez años es demasiado, me dicen, desmintiendo al tango “Volver”- generada por un matrimonio, los Kirchner, que “llegaron” (en dupla, como parece ser tradicional en el peronismo) al poder en el 2003 por la preferencia de tan solo un 22 % de los votantes. De manera que lo que sigue no es mas que un comentario desde la distancia y desde la humildad a la que me confina el saber que no soy “experto”, ni en esto ni en nada, y con mis sentidas disculpas hacia mis queridos G.C.U. (gente como uno) en mi viejo barrio.

Quienes declaran perdedora en las elecciones del domingo a la Presidenta Cristina Kirchner –algunos hasta se llenan la boca hablando del inicio de una “transición” (¿…?)- parecen estar analizando la realidad a través del lente de sus propios intereses y conveniencias. Lo cierto es que, a nivel nacional, el oficialismo sacó una diferencia sobre el total de votos del mejor colocado de la oposición (hoy un poco mas coherente, pero aun muy fragmentada) que parece ser mayor que la que obtuvo en las elecciones del 2009, las únicas medianamente comparables a estas (porque en el 2009 se renovaron parcialmente las dos alas del Congreso Nacional, como volverá a ocurrir en octubre). Y las del 2009 fueron las peores elecciones que hizo el “Kirchnerismo” desde su llegada al poder. No entiendo, entonces, cual es el drama, amen de que no se decidió absolutamente nada este domingo pasado, que fue poco mas que un ensayo: decisiva pudiera resultar la elección de octubre.

Quienes recordamos a la Argentina del año 2001 –la del “corralito”, la de la evacuación estilo Saigón de la Casa Rosada, la del “que se vayan todos”- no podemos sino reconocer que estos últimos diez años no fueron ni remotamente lo que por entonces era previsible que fueran. Y hay un detalle que no deja de sorprenderme: la cantidad de gente joven que pasó del “que se vayan todos” –o, peor, del “nos vamos todos”, como ocurre, tristemente, en Cuba- a la participación activa en la política. El primer indicio de este entusiasmo juvenil se vio durante el funeral de Nestor Kirchner. Y a pesar de un sinnúmero de errores, novatadas, y de los muchos excesos a los que lleva la arrogancia de esa juventud partidaria –y algunos de los jóvenes que son candidatos en las elecciones de octubre pueden hasta costarle el control del Congreso a Cristina-, la sensación que uno tiene como argentino es que es valioso que la gente jovencrea en su país.

¿Que el candidato o la lista del gobierno no ganó en la provincia de Buenos Aires, donde vota el 34 % del electorado?, es cierto. Pero quien derrotó al candidato –y “correligionario”, según la bochornosa utilización política de una foto con el Papa Francisco- de Cristina por no mucho mas del 2 % de losvotos es un joven político que formó, hasta no hace mucho tiempo, parte delgabinete de la Presidenta. Una mejor medida de la fuerza que conserva el Kirchnerismo en la provincia que mas pesa a la hora de contar votos –que, por lo demás, sigue teniendo como gobernador a un fiel espaldero de los Kirchner, también conocido como el Hamlet de la política argentina- es la erosión de la figura que, hasta no hace mucho tiempo, se perfilaba como su mas peligroso rival en esa entidad. Ese 2 % se puede voltear de aquí a octubre, si Dios yHamlet “quieren”.

¿Qué, en Córdoba, en Santa Fe, en Mendoza, en la ciudad de Buenos Aires, y en muchas otras plazas del interior del país Cristina parece estarperdiendo fuerza?, también es cierto. Y es especialmente preocupante en el sur de La Argentina, el trampolín de los Kirchner en su carrera política. Pero eso apunta, en parte, a la naturaleza del ejercicio del poder: inevitablemente,desgasta a quienes lo ejercen. Y también pudiera estarse dando un fenómeno interesante para el futuro del país, como ser una autentica federalización de la política.

Pero a la hora de la verdad –y esto también juega a favor de Cristina- sigue siendo cierto aquello que le dijera el General Peròn a un connotado periodista y escritor hace ya cerca de cuarenta años: “en La Argentina, todos (los políticos) son o quieren ser peronistas”. Salvo en la provincia de Santa Fe, donde el socialismo tiene un bastión inexpugnable a través del que ahora trata de proyectarse nacionalmente, y en la ciudad de Buenos Aires, donde mis amigos G.C.U. se las arreglaron para dividirse el voto –de menos del 10 % del total de votantes argentinos, para que estemos claros-, prácticamente todos los “ganadores” de este partido de pre-temporada son peronistas).

Los peligros de Cristina son muchos –entre ellos su temperamento y su ocasional arrogancia-, pero distan mucho de ser los de Paulina: el Kirchnerismo no parece estar a punto de despeñarse, ni mucho menos.

Mi sugerencia para tanto “experto” que anda suelto por ahí, tratando de editar la realidad conforme a sus deseos y expectativas: ¿qué tal si esperamos hasta octubre?


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