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¿LA CONSTITUCIÓN? |
VÍCTOR JOSÉ LÓPEZ
Con imprecisiones, mentiras y un mar de ignorancia llenó
Nicolás Maduro su discurso en la Asamblea Nacional, ante invitados extranjeros
que deben haberse impresionado ante el atrevimiento del ilícito mandatario
nacional.
El chavismo sebe haber solazado ante tanta ignomina y tanta
mentira, porque descendiendo a las cavernas de la ignorancia creyó azotar con
calificaciones a la disidencia venezolana. A la otra mitad de la nación, que ni
le votó ni piensa como él.
Quiso Maduro Moros darte carácter Cívico Militar al acto,
edulcorando al Alto Mando Militar, entorchados que permitieron el fraude, el
voto asistido, la agresión, la ofensa a los ciudadanos comunes que pretendieron
expresar en el voto su voluntad
Todo con la
presencia de 17 jefes de Estado y de Gobierno. Entre estos figuran todos los
presidentes de los países de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), que saludó
la elección de Maduro e instó a los participantes en los comicios "a
respetar los resultados oficiales" y canalizar todo reclamo o
cuestionamiento "dentro del ordenamiento jurídico vigente y la voluntad
democrática de las partes". A la investidura, en cambio, asistió el presidente
iraní, Mahmud Ahmadinejad.
Maduro acusó a
la oposición de orquestar un "golpe de Estado", la enésima conjura en
las últimas semanas, ganó los comicios con 50,8% de los sufragios frente al 49%
de Capriles, un margen tan estrecho que nadie había pronosticado.
Nicolás Maduro en su discurso ignoró, porque es ignorante,
que fue Francisco Salias, un
ciudadano civil, quien el 19 de Abril de 1810 detuvo al
militar capitán general Vicente de Emparan y Orbe, frente a la Catedral
de Caracas para iniciar el largo camino hacia la Independencia de Venezuela.
Salias obligó a
Emparan regresar al Cabildo, donde el Capitán General había suspendido la
reunión con el propósito de no entrar en discusiones de la causa de los sucesos
del 19 de abril. Salias detuvo al militar cuando entraba en la Catedral para
participar en los Oficios del Jueves Santo. Le tomó por el brazo al militar, lo instó a regresar al Cabildo
donde renunciaría al mando del contingente armado de la ciudad de Caracas.
La anécdota más repetida en estos acontecimientos es cuando
los caraqueños celebraron la
actitud de Salias, que por sorpresiva y valiente impidió que los soldados de la
guardia del capitán general impidieran su
regresó al Cabildo, acompañado de los alcaldes, regidores y notables,
mientras una multitud invadía la plaza mayor.
Al poco tiempo llegaron al Cabildo el abogado Juan Germán
Roscio, el canónigo José Cortés Madariaga y otros representantes del pueblo y
del clero, quienes se incorporaron a la reunión. Presionado por los factores de
poder presentes en el Cabildo de Caracas, Emparan pronunció las palabras que
señalaron el principio del fin del régimen español en Venezuela.
Se dirigió al pueblo reunido en la plaza, desde el balcón
del cabildo, y preguntó si deseaban que él continuase mandando. La respuesta fue negativa, por lo que
exclamó Emparan:
"¡ Pues yo tampoco quiero mando!"
Estos hechos engendraron la Junta Suprema Conservadora de
los Derechos de Fernando VII, y a raíz de los mismos fueron los civiles
caraqueños, los notables y los mantuanos quienes concibieron la intención de regir los destinos de la
provincia.
Había nacido la Patria.
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