DESDE EL PUENTE
Oswaldo Álvarez Paz
TRAGEDIA Y FATALISMO
El título de estas reflexiones fue utilizado por mí hace algunos años.
Quizás con algún sentido profético. Hoy tiene más vigencia que entonces. Para
este momento no hay instrumentos institucionales que puedan detener la
destrucción de la democracia. Queda muy poco de ella. Vivimos al filo del
abismo. Quizás ya estamos rodando cuesta abajo, si por abismo entendemos
consolidar a este régimen castro-comunista o como quiera llamarse. Lo cierto el
infierno está cada día más cercano. Los insultos, agresiones obscenas y
violencia física e institucional de los últimos días, hablan por sí solos.
Maduro, Cabello, Jagua y ese almirante “en jefe” Molero, actual ministro de la
defensa, parecen una junta de gobierno de tercera categoría que sólo pueden
apelar a la represión para mantener al gobierno de facto que teóricamente
encabeza el impedido Hugo Chávez Frías desde La Habana. Carecen de toda
legitimidad ética y legal, pero están allí, instrumentos conscientes de quienes
dirigen todo desde el exterior.
Las fuerzas armadas perdieron el monopolio de las armas. Hoy las
comparten con paramilitares, uniformados o no, con bandas del crimen organizado
y con unas neopolicías tan ineficientes como corrompidas. Se libra una
verdadera guerra que sale de las sombras a la luz pública. No olvidemos que
cuando las balas dan en el blanco preciso… comienza la guerra. Quien promueve
una confrontación innecesaria puede ser irresponsable y hasta criminal. Pero
quien la evita cuando es indispensable librarla por razones de principio y de
interés nacional, puede calificarse igual y hasta de cobarde.
Nadie sabe como salir definitivamente de esta crisis. Los cauces
normales están agotados y las gestiones políticas, hechas de la mejor buena fe,
han fracasado. La dirigencia opositora tiene que entender que en sus manos está
permitir la destrucción de la República o impedirlo, luchando por su
reconstitución, aunque tenga que ofrendar la vida en el intento. Todos sabemos
que enfrentaremos un temporal de resultados inciertos, pero precisamente por
eso, los dirigentes tienen que asumir graves responsabilidades. Hasta los más
idiotas entienden que el país está dividido. Civiles para todos los gustos y
militares silenciosamente al borde de la confrontación interna, son signos
inequívocos de lo que está por llegar.
A 21 años del 4F-92
oalvarezpaz@gmail.com Lunes, 4 de febrero de 2013
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