Jesús Elorza
PINTAS CONTRA EVA DUARTE DE PERÓN |
En la cúpula de poder de un gobierno latinoamericano se encendieron las alarmas cuando uno de sus más conspicuos integrantes presentó problemas de salud. Al principio todos creían que eran problemas pasajeros atribuibles a su histriónica y kinestecica capacidad de acción. Todos coincidían en que ese accionar diario de contacto con los pobres para ofrecerles justicia social por medio de regalarles neveras, cocinas, televisores, ventiladores, aires acondicionados u ofrecerles subvenciones económicas en forma de pensiones, becas, incorporación a las nominas del estado, empleos mercerizados etc, etc iba a minar su salud.
Pero,
la obsesión de poder y creerse un nuevo Mesías hacía que este ser
humano no le prestara atención a las señales del deterioro orgánico que
progresivamente se iban presentando. Dolores articulares, cojeras,
cuadros diarreicos, mareos y malestar general eran el cuadro sintomático
del personaje. No se asusten, esto es producto de comer con mi pueblo
todos los días y su alimentación esta cargada de componentes grasosos.
Les prometo que al terminar la campaña electoral me pondré a dieta. El
Padre de la Patria protege mis pasos, soy inmune a las enfermedades, les
decía sus seguidores para calmarlos.
Los oponentes argumentaban que el manejo
discrecional de los cuantiosos recursos correspondientes al Estado,
utilizándolos con la apariencia de ayuda social en actos de favoritismo y
de corrupción política que constituyen la negación misma de todo sano
concepto de justicia social y son típicos de regímenes totalitarios. Por
lo tanto, su amor por los pobres es totalmente falso. La consigna “Ser
rico es malo” no tenia nada que ver con el cogollo gubernamental.
Pero, la procesión seguía avanzando a
paso de vencedores. Hasta que llego el día en que el personaje tuvo que
ser hospitalizado. A partir de ese momento, la cúpula de poder decidió
mantener la situación como Secreto de Estado. Nadie podía informar sobre
el desarrollo de este acontecimiento. El informe o parte médica solo
sería trasmitido por el propio paciente.
En la calle, comenzaron a desarrollarse
cualquier cantidad de rumores. Radio Bemba hizo su agosto. Los
partidarios sostenían que todo era producto de una campaña
malintencionada de la oposición o llegaban al extremo de decir que el
imperialismo tenía metida sus manos en el asunto. Por otro lado se
señalaba que todo era una farsa electoral. Que la supuesta enfermedad
era solo para tocar el corazón de la población y así aumentar el caudal
de votos.
Con la primera operación realizada bajo
el rigor extremo del secreto de estado se hizo evidente que la cosa era
verdad. Nuevamente los rumores afloraron. Los seguidores aumentaron las expectativas al decir que su líder era inmortal. Derrotó a la enfermedad.
¡Viva el cáncer! Escribieron en las paredes sus detractores.
Al final, cuando la pelona con su
guadaña reclamó lo suyo a los partidarios se les escuchó decir… ¡Che, la
inmortal se murió!...Así fue la polémica vida y muerte de Evita Perón.
Cualquier semejanza con otra realidad es pura coincidencia.
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