© Carlos M. Montenegro
La música, especialmente la popular del siglo XX es como un edificio construido sobre cuatro columnas que la fundamentan. En origen necesitaba apenas dos componentes: compositores e intérpretes; aquellos la creaban y éstos la tocaban y la daban a conocer. Así fue durante siglos, desde los trovadores por los caminos, a los organistas en las catedrales y las orquestas en palacios y posteriormente teatros públicos. Luego nacieron los rapsodas, las sinfonías, el ballet y la opera con sus coros y solistas. Pero durante siglos siguió siendo un placer para minorías, los juglares por los pueblos iban dejando sus canciones y poemas, que se convirtieron en folclore entre la gente sencilla; en las ciudades solo podían disfrutarla los que tenían acceso a los salones o medios para asistir a los teatros. Los músicos, mientras tanto vivían la mayoría de las dádivas y algunos privilegiados de sus mecenas, hasta que aparecieron las editoriales en el siglo XVIII, vendían la música impresa en partituras y muchos músicos, especialmente los talentosos, comenzaron a saborear algo de queso en las tostadas.
Y así,
la música de a poco fue ganando terreno difundiéndose por el mundo,
especialmente en los países europeos y sus colonias, hasta que en los albores
del siglo XX llegaron los inventos que iniciaron la difusión masiva de la
música en todos los ámbitos de la sociedad; primero fue el fonógrafo y los discos,
seguido del cine y sobre todo la radio, que penetró en los hogares del mundo
entero en poco más de una década. El contenido de sus transmisiones llevaba una
gran cantidad de música grabada, y actuaciones en directo de orquestas,
“crooners” e intérpretes de todos los géneros que alcanzaron rapidísimamente
gran fama. La música se hizo verdaderamente popular, pero también su estructura
debió adaptarse para poder sostener el ritmo de crecimiento.
La
música, arte en un principio, se transformó en industria y requirió otros
componentes que ayudaran a ser el gran negocio que hoy es. Los componentes
fueron básicamente cuatro: 1-los creadores, 2- los intérpretes 3- las compañías
discográficas que sustituyeron a los mecenas para financiar y promover las
grabaciones de discos, cada vez mejores y más costosas. 4- y los difusores, es
decir, básicamente la radio. Este último punto era vital por la extraordinaria
capacidad de popularizar las canciones repitiéndolas en sus programas
reiteradamente.
La
radio se hizo imprescindible para “pegar” las canciones con lo que las ventas
de discos crecían exponencialmente. Con el avance técnico llegaron las
transmisiones en cadena, tanto nacionales como internacionales. A partir de los
años cincuenta la radio produjo grandes profesionales que crearon a los grandes
ídolos de la canción popular. Ya venían surgiendo desde el final de la II
guerra mundial en 1945 mientras se gestaba un nuevo género musical entre los
adolescentes norteamericanos: el “rock&roll”, que se disparó y en menos de
una década su magia atrapó a los jóvenes del mundo entero sin respetar
fronteras.
El
firmamento se llenó a partir de 1954 de nuevas estrellas musicales, venidas del
rock&roll especialmente, y su lanzamiento fue sin lugar a dudas a través de
múltiples locutores de radio que se dedicaron en cuerpo y alma a difundirlo y
hacerlo una forma de vida. El rock&roll era una mezcla de muchas otras
formas musicales norteamericanas, de las cuales tomó algo, lo mismo que su
forma de bailarlo, pero simplificándolo mucho; su difícil sencillez era la
magia que lo hizo accesible a todos los públicos sin distinción de nacionalidades,
clases sociales, razas ni religiones.
El
vocablo “rock” y “rocking” venía siendo usado eventualmente en canciones de
origen negro, intérpretes de “rhythm and blues” la mayoría con diferentes
significados, pero el verdadero padrino de la expresión fue Alan Freed
(1921-1965) el primer locutor que desde sus programas de radio empezó a usarlo
ya en 1951. Fue en una estación de Cleveland, Ohio donde comenzó con un
programa llamado “Moondogs rock’n´roll party”. Sus preferencias eran los
cantantes de color de “rhythm and blues” que se iban arrimando el rock and
roll; la gran audiencia obtenida hizo que el nombre quedara para ese estilo
musical y Freed le llevó consigo, llegando a producir shows en vivo en el
estadio de Cleveland con el nombre de “Moondog Coronatión Ball” con asistencia
de adolescentes de todo tipo llegando a reunir casi 25.000, sobrepasando
ampliamente la capacidad del recinto, lo que produjo un desorden público, el
primero de la era del rock&roll, que obligó a intervenir a las autoridades
y cancelarlo. Freed adquirió más fama y fue llamado por la emisora WINS en
Nueva York. Poco después produjo su show en TV, con lo que además de fama hizo
fortuna, murió en 1965, arruinado y alcohólico,
pero esa es otra historia.
La
semana pasada, 18 de Abril, murió Dick Clark (1929-2012) tal vez el icono más
grande de los promotores del rock&roll, apodado como “el adolescente más
viejo de los EEUU”. Contemporáneo y rival profesional de Alan Freed. No ha
existido nadie que haya intervenido en todas las aéreas del negocio de la
música popular derivada del rock&roll desde su aparición. Clark abrió los
caminos por los que la música que amó se diseminó al mundo entero. Participó,
cuando no creaba, en todas las aéreas, como la radio, la TV, giras de shows
anuales, edición musical, producción de discos, cine (20 filmes) y todo lo imaginable,
teniendo como materia prima el rock&roll y sus derivados: el twist, el pop,
el soul, el heavy metal, y el punk, en múltiples negocios, no siempre muy
ortodoxos. Su principal trampolín fue el
programa “Américan Bandstand”, entre otros, que le acompañó hasta su
muerte con 82 años, siendo la segunda persona de más edad en activo de la
televisión. Desde 1956, Chuck Berry, Jerry Lee Lewis, Buddy Holly, Rictchie
Valens, Big Bopper, Paul Anka, Chubby Checker, Bobby Rydell, Duane Eddy, Fabian
y Frankie Avalon, sólo en los 50; hasta 1989 la nómina sería casi infinita desde
Los Beatles hasta Madonna, pasando por Pink Floyd, Jimi Hendrix, Los Jackson
Five entre cientos que estrenaban sus discos con Clark. Todo eso y más le debe
el Rock&Roll. Tenía en su poder todos los premios otorgados por la
industria.
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