Blog de Víctor José López /Periodista

domingo, 29 de enero de 2012

MARLENE CASTILLO Olla de grillos

“La sinceridad es abrir el corazón”, dijo alguien, y no siempre resulta fácil decir verdades.



Eso lo pensé al verla en TV confesando que vive su momento a plenitud, pues está consciente de que todo lo que expone en poco tiempo se caerá (aludiendo a la exuberancia de su cuerpo) y, por tanto, aprovecha su “hora de gloria” haciendo lo que sabe hacer, oficio que le permite saborear el éxito; sin duda, un éxito fácil, que requiere poco esfuerzo más allá del que implica despojarse de su siempre ligero ropaje. Hablo de Diosa Canales, una joven que se ha convertido en un boom mediático en poco tiempo y que cuenta con más adeptos que cualquier político en campaña. La siguen hasta los despojados de libertad, pues a las cárceles ha arribado a “llevar una palabra de aliento”. No ha faltado quien suelte el chiste de que lo que ha logrado más bien es “quitarle el aliento a los presos”. Diosa es ahora una suerte de abanderada de los que esperan por un juicio a tiempo. “Vivo en carne propia esto, al tener a un familiar en esa larga espera de encierro y desesperanza”, afirma sin vergüenza alguna.
Creo en el talento, en el estudio, en el crecimiento interno, más que en el externo, y Diosa Canales, a mi juicio, no se apunta allí. Aunque algún mérito, que no descifro, debe tener. Ya no solo se quita la ropa, sino que “escribe” sin ser escritora, “canta” sin ser cantante, es “la voz de los presos” y hasta diseña ropa interior (¿Para qué, si no la usa?, dirán algunos socarronamente). Decidió alinearse como vedette, y quizás por allí sí se encamine bien. Sin embargo, tendría que esmerarse más, pulir sus condiciones en esta muy válida faceta del espectáculo. El término vedette es utilizado para referirse al artista principal de un espectáculo o revista musical, desempeña subgéneros dramáticos como el cabaret, el burlesque y el vaudeville, entre otros, y requiere la representación de picantes sketchs, generalmente unidos a la música, que incluyen movimientos explícitamente eróticos. Ejemplo de vedettes hay montones. En Francia, Josephine Baker y Colette marcaron huella. Luego este arte se diseminó por Argentina, México y Cuba, que desde los años 40 del siglo pasado fueron semilleros de destacadas exponentes del género, con divas como Blanquita Amaro, Zulma Faiad, Yuyito… entre muchas otras. Quizás en un futuro veamos a Diosa Canales apuntada en esa lista, pues de alguna forma está como reconquistando esa faceta un tanto olvidada.
Posiblemente, antes de que la “Ley de gravedad” actúe y se caiga de su cuerpo lo que con los años suele caerse, consiga un buen productor y libretista que le monte ese “Cabaret” donde brille con esos atributos que, a sus 25 años (confesados increíblemente con cierta preocupación, “pues el tiempo pasa muy rápido”), aún mantiene en su sitio gracias a la silicona (también tuvo la sinceridad de confesarlo). “Por ello, tengo que buscar la platica ahora, ya que cuando todo comience a caerse ¡a ponerme implantes, yeso… todo lo que sea necesario para seguir!”. Entre tanta sinceridad no ocultó haber sido una de las víctimas de las prótesis francesas PIP. No somos fans de Diosa ni de su “arte”, pero viéndola con su auténtico desparpajo, que se manifestó hasta en su molestia por tener que estar vestida -la TV le prohíbe mostrarse desnuda-, sentimos simpatía hacia ella. Es que la mentira y la falsedad se han instalado de tal manera en nuestro entorno, que la sinceridad escasea y cuando la encontramos, lo menos que podemos hacer es agradecer y sonreír. ¡TAPADA LA OLLA!

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